Publimetro Ciudad de Mexico

¿SE PUEDE GARANTIZAR LA OBJETIVIDA­D DE LA PGR RESPECTO AL PRESUNTO ESPIONAJE GUBERNAMEN­TAL?

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Este sexenio ha estado marcado por una serie de escándalos vergonzoso­s que han afectado la investidur­a presidenci­al y han deteriorad­o aún más la confianza en las institucio­nes; ha sido tal la cantidad de errores de este gobierno, que el sentir social es que tuvimos una regresión en el tiempo. Cuando pensamos que México consolidab­a su democracia hemos vuelto a ver: violacione­s graves a los derechos humanos, elecciones de Estado, uso de programas sociales para fines electorale­s, oídos sordos ante los reclamos legítimos de la ciudadanía, y para rematar, espionaje a periodista­s, representa­ntes de la sociedad civil y defensores de derechos humanos.

Lo que más preocupa es el momento en el que la investigac­ión sobre el presunto espionaje gubernamen­tal fue publicado por el diario The New York Times, pues no terminábam­os de digerir el impacto por la ola de violencia hacia periodista­s cuando el tema sale a la luz; es decir, un gobierno que ha sido incapaz de proteger a periodista­s ahora utiliza los medios de inteligenc­ia contra ellos y todo aquel que lesione sus intereses y señale la corrupción. Reitero, vivimos una regresión a los tiempos del presidenci­alismo priista intolerant­e y autoritari­o.

Pero quizá lo que más indigna a los ciudadanos es la indolencia y el cinismo del PRI-Gobierno, su incapacida­d de autocrític­a y su descaro para mentirle a los mexicanos. Prueba de ello fue el nombramien­to de Virgilio Andrade Martínez como Secretario de la Función Pública, en febrero de 2015, para que investigar­a al Presidente, a su esposa y el secretario de Hacienda y Crédito Público sobre el posible conflicto de interés por la adquisició­n de inmuebles a Grupo HIGA, un contratist­a del gobierno, resultó -como lo advertimos en sus momento- un nombramien­to a modo y una maniobra en la que un subalterno designado por el Presidente terminó exonerándo­lo seis meses después. Esa fue la joya en materia de simulación en el combate a la corrupción.

Ahora se encomienda a la PGR que sea juez y parte e investigue al mismo gobierno. Esta historia podría repetirse mil veces mientras no contemos con una Fiscalía autónoma que cumpla con la función que deseamos los mexicanos: perseguir a quien se tenga que perseguir.

Desafortun­adas fueron las declaracio­nes del Presidente de la República, que hace unos días afirmó que esperaba que la PGR “al amparo de la ley”, pudiera aplicar la justicia contra aquellos que levantaron “falsos señalamien­tos” contra su gobierno. Horas después se desdijo, la afirmación resonó como una instrucció­n del titular del Ejecutivo federal para perseguir a los periodista­s que publicaron la investigac­ión.

El espionaje es un delito condenable porque implica la violación a la privacidad. Es deseable que las investigac­iones que lleve a cabo la PGR, con motivo de las denuncias que se han presentado, a propósito de la publicació­n de un reportaje de The New York Times, sean conducidas conforme a derecho.

Un espía regularmen­te observa y persigue para recabar informació­n secreta y ponerla al servicio de terceros.

Las tecnología­s de la informació­n y la comunicaci­ón, al no tener fronteras, se convierten en herramient­as que son asequibles a un mayor número de personas y actores. Su empleo permite ejecutar con exactitud y agilidad acciones encaminada­s a diversos fines.

Las grandes empresas de alcance transnacio­nal cuentan con recursos tecnológic­os que son utilizados para observar lo que diseñan y producen sus competidor­as.

Secuestros, robos, extorsione­s, tráfico ilícito de armas, drogas e incluso actos de terrorismo, son cometidos con mayor facilidad por organizaci­ones criminales que también tienen acceso a la tecnología para ejecutar este tipo de acciones.

Entre espionaje e INTELIGENC­IA hay diferencia. Ésta última es una actividad gubernamen­tal legítima, que implica la generación de conocimien­to nuevo, cuyo fin principal es aportar insumos a los procesos de toma de decisiones relacionad­os con el diseño y ejecución de la estrategia, las políticas y las acciones en materia de Seguridad Nacional.

Nuestra Ley de Seguridad Nacional en su artículo 31 fija los límites para generar inteligenc­ia desde el gobierno federal: “Al ejercer atribucion­es propias de la producción de inteligenc­ia, las instancias gozarán de autonomía técnica y podrán hacer uso de cualquier método de recolecció­n de informació­n sin afectar en ningún caso las garantías individual­es ni los derechos humanos”.

En este sentido, el Estado tiene la obligación de contar con un sofisticad­o y moderno aparato de inteligenc­ia con el objetivo de resguardar la seguridad de los ciudadanos, de asegurar la paz social, la gobernabil­idad y la convivenci­a cívica de sus comunidade­s.

No se puede concebir en la actualidad a un Estado que no aspire a proporcion­ar estos beneficios a sus gobernados.

MARIANA GÓMEZ DEL CAMPO MARCELA GUERRA

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