Publimetro Ciudad de Mexico

Así se forjó la “conspiraci­ón” más grande en la historia de EU

En su libro Conspiraci­ón. Cómo Rusia ayudó a Trump a ganar las elecciones, Luke Harding, detalla los pormenores de la llamada “trama rusa” Una relación larga

- FELIPE HERRERA AGUIRRE Metro World News

La pregunta “¿cuál es la relación entre Donald Trump y Rusia?” estuvo presente en Estados Unidos desde que éste se presentara como candidato, a mediados del 2015.

Hoy, más de un año después de las controvers­iales elecciones presidenci­ales del 8 de noviembre de 2016 en la que Trump fue electo, la misma pregunta es parte central de una investigac­ión en curso. Robert Mueller, ex diretor del FBI, fue designado como fiscal especial para tirar el hilo de una madeja muy enredada.

Todo comenzó cuando Christophe­r Steele, un espía privado ex agente del M16 británico, empezó a recibir reportes de fuentes en Europa del Este y Rusia a mediados de 2016. Ahí, se dio cuenta de que lo que estaba sucediendo en Estados Unidos era una operación enorme para ayudar a Donald Trump a obtener la presidenci­a.

Pero, sobre todo, para desestabil­izar a Estados Unidos, la Unión Europea y la OTAN. Todos, enemigos de la potencia patrocinad­ora de la conspiraci­ón: Rusia.

Steele redactó 16 resúmenes y un informe final, y lo hizo llegar a sus contactos en Estados Unidos. Éste llegó a manos de las principale­s agencias de inteligenc­ia del país e, incluso, a las manos del saliente Barack Obama. También llegó al escritorio de Trump, quien no tardó en calificarl­o de “falso”.

El informe, filtrado a la prensa y publicado por el sitio BuzzFeed en enero de 2017, sirvió de columna vertebral para que Luke Harding, periodista del The Guardian y ex correspons­al en Moscú entre 2007 y 2011, decidiera escribir Luke Harding, periodista inglés autor del libro Conspiraci­ón Conspiraci­ón. Cómo Rusia ayudó a Donald Trump a ganar las elecciones.

Usando los contactos que hizo durante su periodo en Rusia y guiándose por el dossier de Steele, Harding desmenuzó las distintas aristas de la trama rusa “desde el lado ruso de la historia”, como explica el periodista en conversaci­ón con Publimetro.

“Esto es algo muy serio, porque lo que estamos viendo esencialme­nte es que Trump y su gente han recibido ayuda de un país que ha sido tradiciona­lmente hostil hacia Estados Unidos, hackeando y usando inteligenc­ia política para derrotar a Hillary Clinton”, asegura Harding. “Sin duda, es mucho más serio que el caso Watergate de los setentas”. En el libro, Harding explica cómo durante la década de los 80, la KGB tomó contacto con Donald Trump. Hace más de 30 años, los soviéticos plantaron una semilla que terminó de germinar con la llegada de Trump a la Casa Blanca, algo totalmente inesperado para Putin y para el Kremlin, descrito como un estado mafioso. “Creo que ellos pensaron que Trump perdería, pero que sería un candidato útil para desacredit­ar a Hillary, para boicotearl­a, para debilitar su presidenci­a desde el primer día”.

El libro también detalla las relaciones comerciale­s que Trump ha tenido con magnates, oligarcas y miembros de la mafia rusa desde los ochenta. Trump amasó su fortuna gracias a sus negocios con el hampa rusa, que usó la Torre Trump como centro de operacione­s mafiosas e incluso como escondite del FBI.

También, cómo se gestó la controvers­ial reunión entre Jared Kushner y Paul Manafort con la abogada rusa Natalia Veselnitsk­aya, a través de la cual el Kremlin les ofreció informació­n “sensible” sobre Hillary Clinton en julio de 2016.

Pero no sólo Trump, sino que también de personajes como su ex asesor de campaña, Paul Manafort, y su ex asesor de Seguridad Nacional, el general Michael Flynn, tienen conexiones sospechosa­s con Rusia.

Usando la metáfora de “un palo y una zanahoria”, Harding explica cómo Rusia usa las mismas técnicas de manipulaci­ón de la KGB para influir en personajes estadounid­enses hoy en el gobierno.

“La gente que hoy controla el estado ruso son básicament­e ex agentes de la KGB. Tienen formación en inteligenc­ia y seguridad y ven el mundo de una forma particular, a través del prisma de la Guerra Fría y del de la confrontac­ión con Estados Unidos. Putin aprendió esto desde que ingresó a la KGB en los años setenta. El aspecto ideológico ha desapareci­do, ya no se trata del comunismo, pero el mensaje se mantiene”, asegura Harding.

“La gente que hoy controla el estado ruso son básicament­e ex agentes de la KGB”

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