El abecé de ser
A lo lejos se escucha un pregón popular: “súbale, San Pedro, Bachilleres, súbale… San Pedro, La Joya, Morelos”.
Los pasajeros suben, bajan, van, vienen y se forman para pagarle al chofer del microbús y subir a la unidad de transporte público, mientras Ángel Gerardo Sánchez, mejor conocido como el cacharpo, los ayuda a subir cajas, bolsas, maletas y hasta animales.
Aunque parece un trabajo fácil no lo es, la jornada laboral comienza a las cuatro de la mañana y concluye con las últimas horas del día; para él, ser cacharpo es más que gritar el famoso “súbale, súbale”.
“Es un trabajo serio porque tienes que tener el camión al cien. Vas en la puerta gritándole a la gente que se suba, a veces me pongo a cobrar; lo más difícil, lavar el camión… se lava diario por dentro y a las llantas y se le pone glicerina para que se vean chidas”, comenta.
Desde hace un año se dedica a este oficio, sin embargo, hace un mes fue despedido del antiguo microbús en el que trabajaba, por lo que decidió acompañar a su cuñado, quien es chofer de un microbús.
Ahora es cacharpo en la Ruta 22 Bachilleres que sale del paradero del metro Cuatro Caminos, atraviesa Naucalpan, Tlalnepantla, Atizapán de Zaragoza y Nicolás Romero, hasta llegar a la base en la colonia La Joya.
Aunque se trata de un oficio popular en la Ciudad de México, Ángel Gerardo cuenta que está desapareciendo poco a poco. Los que continúan ejerciendo, lo hacen de forma irregular.
“Yo diría que ninguno usa uniforme, pero yo vi a mi cuñado con uniforme y dije: voy a comprarme uno para verme chido”
Ángel Gerardo