EL PRINCIPIO FEMENINO
Este 8 de marzo que se celebra mundialmente el Día Internacional de la Mujer es muy importante que la sociedad por entero cobremos conciencia de la fuerza de cambio, transformación y equilibrio que se asienta en las mujeres. Al conmemorar a las mujeres no sólo estamos honrando su capacidad fisiológica para gestar la vida sino la totalidad de sus capacidades para sostener sociedades por entero. Este reconocimiento fundamental descansa en el incansable trabajo de todas las mujeres de la historia humana para la construcción de las cosas positivas que podemos tener hoy. Esto no quiere decir que los hombres estemos fuera de este concepto, sino que es hasta esta Era que el arduo y silencioso trabajo de las mujeres comienza a tener los debidos espacios y reconocimiento de su valía. En una perspectiva más, las mujeres son la viva representación del principio femenino de la vida, es decir, de ese génesis de donde todo nace, que crea vida, que marca el patrón de evolución, crecimiento y expansión, que permite que lo que tenga que ser, sea; así de sencillo, así de trascendente. Honrar a las mujeres es honrar y agradecer también a este principio por el que todas y todos estamos aquí. Reconocer la componente femenina dentro de cada persona abre el paso para que pueda lograrse el equilibrio armónico del que se desprenden el verdadero crecimiento y evolución; en palabras más simples: es muy complicado que cualquiera logre la consecución de un proyecto, de una meta o de un sueño si su parte femenina –gestante–, está obstruida, negada o dañada. Es también poco probable que una sociedad transforme sus creencias y estigmas en favor de los valores universales si no incorpora las cualidades naturales del aspecto femenino. Para tener leyes, reglas, conductas, y actitudes más comprensivas, tolerantes, compasivas, efectivas, fuertes y perdurables, necesitamos -hombres y mujeres- reconocer a nuestras mujeres y trabajar en cada una/o de nosotros las facultades de lo femenino. Lo femenino tiene el poder de gestar un mundo, y también de destruirlo, por eso se dice que cuando una mujer se ausenta la casa se derrumba. Esta es la magnitud del reconocimiento y, sobre todo, re-abordaje que como individuos y como sociedad tenemos que incorporar para la creación de un mundo más justo, más verdadero y más balanceado. Lo femenino es sagrado, porque es el principio fundamental de la vida. Juntos, personas, familias y grupos, tenemos que darnos cuenta de que cuidar, proteger y principalmente proveer a las mujeres de aquello que requieren, necesitan y solicitan, en todos los foros, aspectos y esferas, es un paso indispensable para absolutamente toda la sociedad y de inicio estamos obligados a una reflexión profunda basada en datos históricos, en cifras, en hechos reales y en la historia de las mujeres de nuestro propio linaje, sobre aquellos garrafales errores que hemos cometido y las aberrantes decisiones que colectivamente hemos tomado ante lo femenino. Comencemos por el principio y este día vaya nuestro más hondo y honroso reconocimiento a las mujeres que han cambiado su propio destino, el de su familia, el de toda una nación, y del mundo entero, con su enorme fuerza, arrojo y sabiduría.