MORENA CANTA VICTORIA. DEBERÍAN ESPERAR HASTA QUE LA GORDA CANTE
¿De qué tamaño es nuestra democracia y nuestros candidatos cuando la –casi– única herramienta que tienen para convencer a un ciudadano de votar por ella (él), es que las encuestas lo favorecen?
Tristemente eso es lo que ocurre hoy en México. Existen ciertos políticos y politólogos que hoy afirman con frases comunes y enunciados triviales como “este arroz ya se coció”, intentando expresar que la Presidencia de la República y la Jefatura de Gobierno están decididas en favor de un partido político sin argumento alguno más que la afirmación que en las encuestas va adelante.
El día de ayer leí con atención una columna publicada en Publimetro y entraña un verdadero absurdo por las siguientes razones:
Acudir hoy a casas encuestadoras, con la historia que hemos tenido, de errores garrafales en elecciones presidenciales del año 2006 y 2012, gubernaturas y hasta elecciones locales parece más bien una necedad por un lado, y por el otro el incentivo de una industria que ha alimentado a verdaderos fantoches electorales que han aprendido a vivir del sistema democrático generando “percepciones” y de paso una industria de miles de millones de pesos, que se han equivocado tanto y tan profundo en metodología, tamaño, y hasta modelo de preguntas que al día de hoy es más fácil creer en una vidente o astróloga.
En segundo lugar, darle el peso que le pretenden dar a encuestas niega per se la existencia de acto más importante del ser humano: la voluntad de decidir, de actuar y de pensar, especialmente sobre qué tipo de gobernante desea el ciudadano en el único momento que puede decidir con tranquilidad su futuro, que es cuándo está frente a la boleta en una urna para el efecto, en un acto absolutamente solemne.
Además, quien afirme que las encuestas determinan nuestro futuro como destino fatal, niegan o pretenden negar que los vecinos de esta ciudad analizan desde el arranque de las campañas y hasta el último día, incluso el último minuto el perfil, capacidad, sensibilidad y precisamente el comportamiento de los candidatos, entre los que incluyen un proyecto de gobierno, trato justo y digno al resto de los participantes, y, sobre todo, el respeto al intelecto humano.