INDIRA KEMPIS
SENADORA DE LA REPÚBLICA POR MOVIMIENTO CIUDADANO
Se debe ser muy valiente para salir de tu país. Todos los lazos afectivos que se rompen deberían ser suficiente motivo para sentir empatía por nuestros paisanos que cruzan la frontera de forma ilegal. La gran mayoría ha encontrado sus propias razones en la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades. Aunque el desprecio de quienes se dicen altamente nacionalistas en Estados Unidos está generando un discurso de odio –que incluso proviene del presidente Donald Trump–, debemos ser los mismos mexicanos los que encontremos el antídoto. En la pelea política por el poder, nuestro país vecino del norte no cesa en poner sobre la mesa los argumentos sobre “el gran peligro que representan los migrantes”. Necesitan un “enemigo” y lo encuentran en esas personas que trabajan a diario por ganarse y mandar un sustento a sus familias en México. La forma despectiva en que plantean sus argumentos está afectando las relaciones que tenemos con Estados Unidos. Porque lo que menos debemos permitir es que en aras de
ganar elecciones se lleven en el encuentro la dignidad de gente que no es totalmente violenta, ni secuestradora, ni representa ningún riesgo. Ante la posibilidad de que esto siga creciendo por el “resentimiento social” que se crea al estigmatizar a la población mexicana frente a quienes son nativos del país, debemos hacer visible nuestro rechazo al muro fronterizo y a la conciliación de intereses que van más allá de poner en riesgo a personas “que no la deben ni la temen”, sino a realmente tener una apuesta binacional que beneficie la zona fronteriza en lo social, en el desarrollo económico e incluso en la seguridad. En Estados Unidos algunos políticos –sin generalizar– están jugando con fuego con algo que debería ser respetado pese a las diferencias o los desacuerdos: los derechos humanos; pero ante todo, la dignidad. Ojalá y en los próximos meses quepan razones sobre quienes no se han dado cuenta que vivimos en un mundo globalizado cuyas fronteras habitan en nuestros prejuicios más que en la realidad.