LAMENTABLE HISTORIA DE UN AVIÓN PRESIDENCIAL
El avión presidencial fue comprado por un gobierno con mentalidad faraónica, con extravagancias y lujos. Se olvidó que no puede haber mandatarios ricos con pueblo pobre, como ha expresado el presidente Andrés Manuel López Obrador. En el sexenio pasado hubo abusos con el dinero de los contribuyentes; en contraste, AMLO viaja en vuelos comerciales (como lo hizo durante su campaña) y con esto ha mandado un mensaje muy importante al pueblo de México y funcionarios. Ejerce la política de la austeridad republicana y ha reconfigurado los gastos de la administración pública federal para evitar los derroches. El presidente aseguró que se venderá, rentará o rifará, pero él no se subirá a ese avión comprado al final del sexenio de Felipe Calderón y utilizado por Enrique Peña Nieto, valuado en 130 millones de dólares y que hace un año fue enviado a Estados Unidos para venderlo a algún particular interesado y, al no lograrse, ya está de regreso en nuestro país. En total, se usó durante dos años y 10 meses para realizar 214 viajes. Fue ofensivo comprar un avión en millones de dólares a crédito en un país donde dos de cada cinco personas son pobres, según datos del Coneval. En México, 52.4 millones de personas son pobres y 9.3 millones de ellos viven en pobreza extrema. Esa es la verdadera ofensa, y el presidente quiere deshacerse de él por ser un símbolo de la corrupción y opulencia desmedida con 24 asientos de lujo para el presidente y sus invitados, (capacidad máxima de 80 pasajeros), un área de trabajo para el mandatario, una recámara con baño privado y una sección de asientos cómodos para funcionarios gubernamentales y prensa.