Hábitos, no propósitos
En cinco años, ¿qué platicarás acerca de lo que nos sucedió en 2020 y en 2021? ¿Qué preferirás omitir y qué destacar acerca de cómo te cambió esta crisis? Las respuestas a estas preguntas, desde hoy, podrían hacer una diferencia enorme en la manera en que viviremos a futuro y la forma en que enfrentaremos otras adversidades hacia adelante.
Recordar es una elección –antes que cualquier otra cosa– de los momentos que tienen algún significado para nosotros. Lo que se quede en nuestras vidas, después de todo esto, tendrá el poder de modificarlas, ya sea para bien o para mal.
De acuerdo con muchos estudios psicológicos y de comportamiento humano, para febrero el 70% de las personas habrá olvidado los propósitos que hizo durante la víspera del año nuevo. Así que proponerse metas nuevas o buscar eliminar esos obstáculos que creemos nos impiden mejorar es una pérdida de tiempo.
Lo que funciona, de acuerdo con los expertos, es sumar a los hábitos que ya tenemos o adoptamos durante la pandemia, nuevos comportamientos que evolucionen en cambios que nos ayuden a mejorar y a crecer. Por eso la recomendación es tirar a la basura los propósitos y sólo enfocarnos en los hábitos.
No tiene ningún sentido plantearse “hacer ejercicio” si no se traza un plan para empezar con acciones concretas de movimiento a las que podamos sumarle, poco a poco, más esfuerzo. Por ejemplo, ir caminando al supermercado, en lugar de usar el auto, y regresar a casa en el inicio; aumentar el número de pasos, la velocidad, o cargar más comestibles de regreso es otro objetivo que se puede adicionar a la necesidad de acudir a la tienda que de todos modos tenemos que cubrir.
Para quienes ya tienen el hábito de hacer ejercicio en casa y lo desarrollaron constantemente durante la semana, tampoco funcionará proponerse “hacer más ejercicio”, porque no podemos definir cuánto representaría el aumento, pero incrementar ligeramente el número de repeticiones o de ejercicios cada dos semanas sí es una meta que se puede sumar a la rutina lograda en estos difíciles meses. Y con resultados notables.
Esta fórmula funciona para todo, desde tender la cama (un hábito muy positivo para la mente) hasta aprender un idioma mientras seguimos en sana distancia. Sucede lo mismo con el trabajo en casa y la convivencia con la familia, dos aspectos que llegaron para quedarse y podríamos considerar de los pocos positivos que trajo la crisis sanitaria.