EMOCIONES: ENEMIGO Y ALIADO EN INVERSIONES
En alguna ocasión escuché la frase, “el dinero es un concepto muy primitivo”. Este adjetivo no se aplicaba para hacer referencia a su antigüedad o falta de evolución, sino al sentido axiomático o como origen de mucho de nuestro día a día.
De igual manera, hoy en día el dinero suele desatar reacciones muy primarias o viscerales en nosotros y por eso suele recomendarse desconectar nuestro lado emocional en la ejecución de nuestras estrategias financieras. Hago énfasis en desconectar las emociones en la ejecución, porque en la etapa de planeación el tema emotivo debe ser motor para fijar las metas y objetivos. Es decir, todos queremos invertir de la mejor manera, pero ¿para qué? He ahí la relevancia de plantearnos metas y sueños que nos inspiren y emocionen, nos sirvan de faro y nos lleven a mayor libertad.
La ciencia ha demostrado que nuestro sentir no es simétrico ante pérdidas o ganancias. Se ha determinado que la utilidad, desde el punto de vista teórico económico, percibida por una ganancia es la mitad que el malestar percibido por una pérdida de las mismas dimensiones. En español, perder nos duele el doble de lo que nos da gusto ganar. Ante escenarios de minusvalías, muchos inversionistas pueden reaccionar intempestivamente.