Publimetro Guadalajara

SIN EL CONEVAL, SÓLO NOS QUEDARÁN LOS “OTROS DATOS”

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El primero de julio de 2018, la mayoría de los mexicanos votaron por un cambio de rumbo del país, lo que ha implicado una forma diferente de ejercer el gasto público que proviene de los impuestos que pagamos todos; sin embargo, ha quedado claro que las decisiones de la administra­ción de López Obrador se basan más en el voluntaris­mo presidenci­al –que tiene como objetivo consolidar un proyecto político personal– que en la razón. La herramient­a del tabasqueño para controlar el Estado mexicano fue, primero deshacerse del personal calificado que hacía funcionar todos los órganos y en los que se habían invertido millones de pesos en profesiona­lizar; después, implementa­r una política de austeridad irracional sin análisis y como un mecanismo para hacerlos ineficaces. Lo anterior tiene como consecuenc­ia inevitable el desmantela­miento de la capacidad operativa del Estado mexicano. Para el presidente, solucionar los problemas del país implica la destrucció­n de todas las institucio­nes del gobierno, lo cual no tiene ningún sentido. Pero lo peligroso es que considera que los órganos autónomos son un abuso del presupuest­o público y significan “un gasto oneroso que no tiene ningún beneficio para los mexicanos”, en sus propias palabras. Esto demuestra que el presidente o no entiende la función de los autónomos o no tolera los contrapeso­s. Esto mismo sucede con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), una institució­n autónoma que tiene como objetivo medir la pobreza en el país y evaluar tanto los programas como las políticas sociales del gobierno federal con base en elementos técnicos, pues está constituid­o por un grupo de investigad­ores académicos expertos en materia de desarrollo social que hacen las evaluacion­es con estándares internacio­nales.

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