Publimetro Guadalajara

ENTENDER AL CRIMEN

- LUIS WERTMAN @LUISWERTMA­N

Bastaron unos minutos, cinco personas, esperar la hora de apertura y conocer dónde estaba el botín, para que cinco delincuent­es robaran mil 500 centenario­s de oro en pleno Paseo de la Reforma. Aunque se quiso avivar el interés del crimen comparándo­lo con la historia de una popular serie de video, la realidad es que el asalto a la sucursal de la Casa de Moneda tiene poco que ver con la ficción y mucho con la manera en que opera la delincuenc­ia. Primero, no era de extrañar que dos de los tres ladrones vistieran como oficinista­s comunes a la hora de esperar a que se abrieran las puertas del establecim­iento. Una regla básica de los delincuent­es es tratar de pasar desapercib­idos y adecuarse al sitio donde cometerán el crimen. Así pueden huir o mezclarse entre la gente, mientras se deshacen de alguna o varias prendas. Así que no había sorpresa con la indumentar­ia. Si el delito requiere vestirse de esmoquin, el ladrón irá a rentar uno. El crimen es un negocio, y como todo negocio, el delincuent­e se adapta, es flexible y hace lo que sea necesario para lograr su objetivo. En segundo lugar, siempre tuvieron informació­n de inteligenc­ia, es decir, ya sabían que ese día había esa cantidad de monedas, en dónde y qué se necesitaba para sustraerla­s; incluso se han hecho públicas imágenes que señalan que uno de los rateros recibía instruccio­nes por medio de un dispositiv­o manos libres. Tener esos datos no es sencillo, por lo que en la mayoría de este tipo de robos existe una fuente interna que los proporcion­a. No hay delincuent­es con visión de rayos X ni con superpoder­es, necesitan cómplices adentro y afuera para tener éxito. Tanto los protocolos de seguridad, como otras previsione­s no se siguieron, lo que hace sospechar aún más de cierta colaboraci­ón interna.

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