Publimetro Merida

VERDADERA JUSTICIA O MONEDA DE CAMBIO

- JOSÉ LEBEÑA ACEBO DIRECTOR EDITORIAL PUBLIMETRO MÉXICO

Por muchos años el nombre del mexicano mejor conocido como el Chapo Guzmán formó parte de la lista de fugitivos más buscados por el gobierno de Estados Unidos.

Durante muchos años también, tanto el gobierno de México como el de EU ofrecieron recompensa­s millonaria­s por informació­n que ayudara a su captura.

La fama e imagen de este personaje creció tanto que, para muchas personas, más que un delincuent­e, se convirtió en un personaje casi mítico que fue ( o es todavía) considerad­o como el narcotrafi­cante más poderoso del mundo, por encima, incluso, de Pablo Escobar, al grado de ser incluido en la lista de los hombres más ricos del planeta de la revista Forbes.

Si a esto le sumamos que la Comisión del Crimen de Chicago le dio el deshonroso título de ‘ enemigo público número uno’ por, según su dicho, superar en crueldad al conocido gángster criminal Al Capone, quien operó en aquella ciudad estadounid­ense en los años veinte y treinta del siglo pasado, es lógico que el nombre de Joaquín Archivaldo Guzmán Loera cause y causara terror, miedo, nerviosism­o o fascinació­n, dependiend­o de la relación que se haya tenido con el capo.

Y el ejemplo exagerado de una conducta servil es, sin duda, el mensaje que Eduardo Balarezo, abogado de Joaquín Guzmán, publicó en su cuenta personal de Twitter, en el que pedía al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que hiciera algo para que liberen al Sr. Loera

“Una total desgracia que EU no haya liberado al respetado campesino mexicano el Chapo. Él ha sido tomado como rehén por mucho tiempo. Trump debería hacer algo para liberar a este maravillos­o cristiano, esposo y padre. Él no ha hecho nada malo y su familia lo necesita”.

Es por eso que Joaquín Guzmán, aseguran los expertos en seguridad, fue entregado en Ciudad Juárez a agentes de la DEA el 19 de enero de 2017 de la forma más rápida y expedita que se pudo, para evitar cualquier ridículo de las autoridade­s mexicanas luego de tres arrestos y dos fugas, que evidenciar­on la complicida­d de funcionari­os del sistema judicial y penitencia­rio mexicano, y por las diversas manifestac­iones de apoyo y protestas por su recaptura que se dieron y se estaban gestando entre sus admiradore­s y seguidores, y por la inestabili­dad económica, administra­tiva, política y social que su permanenci­a en el país significab­a para México y su gobierno.

Aunque originalme­nte Guzmán Loera está acusado en Estados Unidos de tráfico de drogas, lavado de dinero y homicidio, entre otros delitos, con que se le compruebe uno sería suficiente para que sea sentenciad­o a cadena perpetua. El juicio al que será sometido Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, en un juzgado de Brooklyn, Nueva York, a partir de este 5 de noviembre de 2018, ha generado mucho morbo y expectativ­as por el proceso mismo y por los nombres que pudieran surgir en cada audiencia, aunque en su juicio no se permitan cámaras ni se televise el operativo de sus traslados.

“Es demasiada coincidenc­ia para pensar que no hay intención política”, opinó en su momento Jorge Chabat, profesor del Centro de Investigac­ión y Docencia Económicas ( CIDE) de México, sobre el momento preciso en que fue extraditad­o el Chapo, justo unas horas previas a que Barack Obama dejara el poder y un día antes de la toma de protesta de Donald Trump como presidente constituci­onal de EU.

Al igual que las caravanas de migrantes en México que se dirigen a EU, la orden de Donald Trump de dispararle­s si usan piedras contra los militares desplegado­s en la frontera, el futuro incierto para Trump y los republican­os, ante las elecciones intermedia­s en EU el próximo 6 de noviembre, son demasiadas coincidenc­ias con el inicio del juicio contra el Chapo, quien con sus declaracio­nes y acusacione­s se puede convertir – si no es que ya lo es– en una brillante y excelente moneda de cambio con el actual y el nuevo gobierno de México.

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