UNA FARSA CATALANA CONTRA LA DEMOCRACIA
“Vivir en democracia conlleva aceptar sus reglas y saltarse las normas conlleva atenerse a todo el peso de la ley aunque el gobierno catalán quiera desvirturarlo todo”
En el momento en el que escribo esta columna, ya hay casi un millar de heridos en el marco del referéndum ilegal en Cataluña.
Ahora querrán responsabilizar a Mariano Rajoy y al gobierno de España de esos heridos y lo acusarán de autoritario, pero los únicos responsables de estos hechos son el gobierno autonómico del tripartito, Carles Puigdemont y sus secuaces, quienes han roto con las normas democráticas.
En una democracia votar no es delito, pero sí lo es no respetar las normas que todos hemos aceptado y votado a través de nuestros representantes. Este sábado una ocurrencia en Twitter se hizo viral y lo reproduzco textualmente: “Follar tampoco es delito, a no ser que no haya consentimiento, que entonces es violación”. ¿Qué esperan que haga la policía ante la desobediencia civil? ¿Qué esperan si se ocupan espacios públicos? ¿Qué esperan esos adultos que llevan a niños como escudos donde se predecía que iba a haber violencia? ¿Acaso esperan que les lleven cola cao y los aplaudan?
Hace mucho que España se libró de una dictadura en la que sólo uno decidía la ley y no queremos que, aunque sea en una región, haya dictadores. Hace 40 años, que esa pesadilla se acabó, por eso y por mucho que sientan el ataque de radicales y separatistas no hay que avivar su memoria, en especial entre los que no vivimos esa época. No aticemos lo desconocido y no clamemos ni añoremos lo que sólo se debe recordar como el capítulo más oscuro de nuestro país. Y ya es triste que hoy estén resucitando a Franco.
Toda esta vuelta al pasado lo digo porque habrá muchos que quieran ver en Mariano Rajoy un reflejo del dictador al no permitir esta consulta ilegal.
También me queda claro que hay un gran fracaso de la política en España, un gran fracaso del bloque independentista y un fracaso del proyecto de país en el que ha quedado en evidencia la ruptura de los políticos y la mitad de la sociedad catalana.
Desde esta noche quedaremos a la espera de las consecuencias de esta jornada, en la que un gobierno autonómico ha alimentado la frustración de un pueblo y una jornada de violencia entre ciudadanos y las fuerzas de seguridad del Estado.
La consulta ha fracasado, pero ha vencido el cisma y la movilización social de este gobierno local que sabía a
priori que todo lo tenía perdido. Pero ha ganado lo que querían los radicales, mostrar al gobierno de todos los españoles como un gobierno opresor, una democracia que no es una democracia porque no permite votar. Ha ganado la imagen de la represión contra la manifestación pacífica. Y aunque yo no compro este discurso, seguro que esto va a permear entre la comunidad internacional.
Sin embargo, han sido sus políticos quienes se han apartado del marco legal y quienes han llevado adelante una consulta totalmente irregular que se ha traducido en lo que hemos visto en las calles de Cataluña.
Este problema debe tener nuevos interlocutores y buscar una solución común enmarcada en la legalidad después de la farsa del 1 de octubre.