Sí, EU también interviene en las elecciones extranjeras
Al igual que la supuesta intromisión de Rusia en 2016, EU, a través de la CIA, ha intervenido elecciones con resultados dudosos
La intervención rusa a las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2016 sigue siendo tema contingente en el país del norte. Con la investigación del fiscal especial Robert Mueller en curso, ya son varios miembros del círculo cercano de Donald Trump que están siendo investigados por sus lazos con la mafia rusa. Pero lo cierto es que, esta vez, Estados Unidos recibió una cucharada de su propia medicina.
Con las elecciones de medio término a la vuelta de la esquina (octubre de 2018), existe la preocupación en Estados Unidos por una operación rusa a escala mayor para influenciar los resultados. Y pareciera que se les olvidó qué es lo que ellos han estado haciendo por décadas.
Rubert Allason, un historiador militar y ex político conservador británico, ha escrito libros sobre espionaje y operaciones encubiertas bajo el pseudónimo de Nigel West.
“La CIA ha intentado influenciar en elecciones, como las de Italia y Grecia, para evitar que esos países elijan a administraciones comunistas que, como Checoslovaquia, se podían volver vulnerables a un golpe comunista”, dice Allason a Publi metro.
Según Allason, habría un componente ideológico detrás que, en una época en la que el capitalismo y el comunismo dividían al mundo en dos polos opuestos, justificaría las operaciones.
Opinión parecida tiene el profesor Loch K. Johnson, del Departamento de Asuntos Internacionales de la Universidad de Georgia, en Estados Unidos. Johnson, autor de varios libros sobre inteligencia, seguridad nacional y política extranjera estadounidense, cree que las intervenciones de Estados Unidos siempre fueron en busca de la universalidad de los valores democráticos. Aunque los resultados no siempre fueron los esperados.
El problema es que, con el gran pretexto de combatir el comunismo, Estados Unidos apoyó golpes de Estado que terminaron en dictaduras sangrientas. Por ejemplo, la de Guatemala en 1954, organizada por la CIA para derrocar a Jacobo Arbenz Guzmán por estar en contra de los intereses de la United Fruit Company, y por darle espacio al Partido Guatemalteco del Trabajo en la toma de decisiones del gobierno.
O el golpe de Estado en Chile, en 1973, que terminó con la vida de Salvador Allende, el presidente democráticamente electo. Tras esto, el comandante en jefe del Ejército, Augusto Pinochet, dirigiría al país de forma dictatorial durante 17 años, en uno de los regímenes más sangrientos y brutales de Latinoamérica.
Intervención en el siglo XXI
Si bien las formas fueron distintas, lo de Rusia en las elecciones del 2016, de confirmarse, sería algo así como una vuelta de mano.
“Aunque la evidencia de interferencia pareciera limitarse a la desinformación (o fake news), sí hubo un gasto en fábricas de noticias falsas y en cuentas de redes sociales que las difundían”, dice Allason.
“Fue lo novedoso de la técnica lo que tomó por sorpresa a los estadounidenses”, agrega.
Pero el fondo es el mismo que lo hecho por ambas potencias durante el siglo XX. Según un estudio realizado por un profesor de la Universidad Carnegie Mellon, Dov H. Levin, entre 1946 y el 2000 Estados Unidos realizó 81 operaciones de influencia e intervención de elecciones. La Unión Soviética, y después Rusia, lo hizo en 36 ocasiones.
Pero para Loch K. Johnson, hay una diferencia clave. “A diferencia de las intervenciones de Estados Unidos, que (en sus mejores casos) fueron en pro de la democracia, las intervenciones de Rusia fueron para debilitar democracias”.