POR LA LIBRE, IMPERAN LAS MÁQUINAS TRAGAMONEDAS EN NL
A plena luz del día y hasta cerca de escuelas se ubican las maquinitas tragamonedas
En Monterrey y su zona metropolitana abundan las máquinas tragamonedas, aunque están prohibidas por la ley federal. Es posible encontrarlas en el exterior de negocios de diversos giros como tiendas de abarrotes, papelerías, barberías e, incluso, cerca de planteles educativos.
El colmo es que estos mini casinos se hallan instalados en pleno centro de Monterrey, como en la entrada principal del mercado Juárez, ante la mirada cómplice de las autoridades. En ese sitio hay aproximadamente 10 maquinitas y la gente a plena luz del día se divierte retando a la suerte.
A nivel nacional, la Segob realiza esfuerzos por el combate al juego ilegal con las maquinitas; según sus últimos datos publicados, Nuevo León se encuentra en el séptimo lugar en decomisos.
Apenas en marzo del año pasado se clausuró en General Bravo un casino clandestino en el que operaban 51 maquinitas, según datos de la propia Fiscalía General de la República (FGR).
Por su parte, un grupo de especialistas de la UANL encabezados por Rita Martínez Jáuregui, realizó un estudio entre estudiantes universitarios que determinó que ocho de cada 100 jóvenes son ludópatas.
Se analizó a dos mil 161 alumnos de seis universidades y se encontró que el 7.4% tiene problemas patológicos con el juego.
El psicólogo Eduardo Lara estableció que los juegos de azar permiten conseguir dinero sin gran esfuerzo y por eso se convierte en adicción.
La dirección general de Juegos y Sorteos de la Secretaría de Gobernación publicó que las máquinas tragamonedas son una fuente de corrupción de menores, pero además la Segob resaltó que detrás del uso e instalación de ese tipo de máquinas existe una amplia red de delincuencia.
La misma dependencia informó que a nivel nacional estas máquinas generan un ingreso aproximado de 600 millones de pesos semanales.
Incluso estudios afirman que representan un peligro latente para la sociedad porque generan una adicción al nivel de la cocaína-crack.
En el caso de los menores de edad, la adicción por las maquinitas implica la deserción escolar y actos de violencia para poder obtener dinero, para lo que caen en actos de robo y pandillerismo.