EL Castillo DE Saint-Tropez
¿Qué hacen los reyes sin reino? Ofrecer fiestas memorables en sus exóticos palacios. Así viven los duques de Castro, Carlos y Camilla de Borbón-dos Sicilias cuando están en su propiedad en la Riviera Francesa.
Éstos no son los típicos royals y el suyo no es el típico reino. Bueno, en el estricto sentido, el reino aún ni les pertenece a los duques de Castro, Carlos y Camilla. La cabeza de la casa real de las Dos Sicilias, en Italia, está en disputa desde hace varias décadas (el primo del príncipe Carlos, el príncipe Pedro de Borbón es el otro contendiente al trono). Eso no ha impedido que esta pareja, que celebra 20 años de matrimonio, se coloque en la cima de la escena social en uno de los puertos más exclusivos, Saint-tropez.
Durante el verano y el bendito período de las regatas en septiembre, los huéspedes se suceden unos a otros sin parar en las espléndidas fiestas que su alteza real la duquesa de Castro ofrece año tras año. La lista de invitados es un resumen de quién es quién. Así, Estefanía de Mónaco es de las asistentes regulares, a tal punto que el tema de una de las últimas fiestas fue idea suya y superó las expectativas dando una reunión aún más extravagante de lo usual inspirada en el circo. El príncipe y la princesa son grandes anfitriones y su casa, en este paraíso francés, es reflejo de ello con su sala de billar, su cine y sus terrazas sombreadas que cobijan a los privilegiados huéspedes de la pareja principesca.
UN PALACIO DIGNO DE UN REY
Los superlativos son insuficientes para describir esta propiedad escondida en una tranquila isla interior, a sólo unos metros de la emblemática y concurrida Place des Lys. Desde aquí, toma sólo unos minutos llegar al antiguo distrito de La Ponche y a la marina donde flota plácido el imponente velero del príncipe, un apasionado de la navegación y entusiasta participante en las regatas.
Un callejón bordeado de cipreses conduce al ahora tranquilo jardín que despliega, en el fondo, una fachada blanca de estilo colonial. No por nada la princesa cayó bajo su encanto, pero convencer al dueño original de vender no fue fácil. Eventualmente, la perseverancia de la princesa triunfó y la familia se mudó a principios del verano de 2015, justo a tiempo para celebrar, el 23 de junio, el cumpleaños de su hija mayor, la princesa heredera María Carolina.
Ésa sería la primera ocasión para recibir familiares e invitados, pero desde entonces las excusas para dar las mejores fiestas no han parado. Y es que la pareja conoce
mucha gente en esta zona. Al final, el príncipe Carlos creció cerca, a menos de una hora en coche, en San Rafael, mientras que la princesa, hija de la actriz Edoarda Crociani mejor conocida como Edy Vessel, solía venir a menudo con el jet set del cine italiano de los años 50 y 60.
Si bien el reconocido arquitecto francés Jacques Garcia le ayudó a decorar su penthouse en París, la duquesa de Castro se encargó personalmente del asunto en esta dirección. El blanco es predominante, a veces enfrentado al negro o realzado por toques de colores muy vivos. Obras de arte, pinturas, esculturas u objetos caracterizan un interior y un exterior contemporáneo que materializa el buen humor de la señora de la casa. Por ejemplo, la alberca está rodeada de ranas divertidas a escala humana mientras un pulpo imaginado por su madre Edoarda disfruta de la temperatura del agua.
Enfrente, un árbol protege del sol ardiente una larga mesa que a Camilla le gusta decorar basándose en el tema del océano, no por nada Saint-tropez también es sinónimo de relajación y escapadas al mar. Un cojín en forma de cangrejo para vestir las sillas, por ahí un pez de cristal de Murano sobre un mantel bordado con hilos color coral, en vez de paneras, unas grandes conchas aperladas y una vajilla de Alberto Pinto es como la duquesa agasaja a sus comensales.
Atenta a los detalles más pequeños, se asegura de que todo sea perfecto en la casa principal, pero también en aquella reservada para los huéspedes, ubicada cerca de la entrada. Además de este espacio, los invitados tienen otras muchas áreas para disfrutar su estancia. Cerca de un velo blanco, un olivo centenario ocupa el centro de un parterre cerca del cual otra terraza sombreada invita a pasar un momento de relajación. Del mismo modo, los numerosos sofás con cojines blancos en franjas negras dispuestos a lo largo del frente del castillo crean innumerables rincones adecuados para la conversación. El frente de un Bugatti funciona como un bar, ideal para contrarrestar la humedad. Éste es un refinamiento que los príncipes de Borbón-dos Sicilias cultivan como algo más que un arte para recibir a sus amigos. Para ellos es una forma de vida.