BFF: (BRIDEZILLA'S FRIEND FOREVER)
Llega el día, y ahí viene, guapísima entrando a la fiesta de la mano de su ahora esposo. Aplaudes eufóricamente mientras notas tener un nudo en la garganta ¡es la boda de tu mejor amiga y las emociones están a flor de piel!
“Una mezcla de nostalgia y felicidad invade al ver a tu mejor amiga vestida de novia ¡y ahí agradeces que tu rímel sea a prueba de agua!” – ANNIE BARRIOS
Vamos hacia atrás, al momento en que sonó el teléfono y oíste un agudísimo “¡me caso!” seguido de gritos de alegría de ambas. Cualquier boda es emocionante, pero la de tu mejor amiga es otra onda. El grupo se ilusiona por la diversión que se avecina. ¡Despedida de soltera! ¡Bodorrio y fiesta! Pero sólo las mejores amigas ven ese momento como lo que realmente es: la nueva vida que va a empezar y la felicidad que genuinamente le deseas. Empieza sus preparativos y todo va bien pero los novios nada más no se ponen de acuerdo en una fecha. Por fin encuentran la ideal pero ahora el lugar de sus sueños no está disponible; la lista de invitados empieza a abrumarla y tener que decidir el color de las flores la hace llorar de estrés. ¡Bridezilla se ha apoderado de tu amiga y te necesita urgentemente! Le haces de mediadora con su mamá, de asistente personal, de árbitro con la wedding planner [pero no con el novio, mejor que ellos resuelvan sus rollos]. Y claro, puede ser agotador. Lo sé porque “Bridezilla Annie” llegó con todo en su momento y sé que, sin querer, también di mucha lata. Fui la primera en casarme y, como ya les estoy agarrando confianza adoradas lectoras, les voy a confesar que mi entusiasmo era digno de un reality show, no me quité el velo de las despedidas ni para dormir y sentía que el mundo giraba a mi alrededor. ¿Suena familiar? Ahora he notado que, aunque unas lo escondan mejor que otras ¡esto del bridezillismo es contagioso! Pero parte de ser amigas es acompañarse en el proceso. ¡Y se pasa volando! De repente ya está bailando con el novio esa canción que analizaron 80 veces pero que ahora se oye mejor. El vestido que tanto te describió y viste en fotos, es hoy todavía más perfecto. Gozas lo increíble que le quedó la boda y lo felices que se ven. Te entra el efecto “dama de honor”, intentas contener las lágrimas, eres una mezcla de sentimientos y mejor buscas un drink. Y justo así brindando es como empiezan historias como la de Fátima, que le dejó el ojo morado [sin querer] a la mamá del novio a la hora del ramo [no es broma]. Camila tiró a la novia al piso con un abrazo [se cayeron en cámara lenta y por suerte hay video]. María se quedó dormida en la mesa, Lau jugó al DJ y voló una bocina, Xaviera lloró desconsoladamente cuando se fueron los novios, y yo no solté a Paula en su boda ni un segundo, la seguía como su sombra y creo que salgo en todas sus fotos. [Aparte de que rompimos nuestros vestidos intentando un baile “cool”] Lo increíble es que esas historias son las que te guardas porque aparte de que te hacen reír, llevan entre líneas otro mensaje: la inmensa alegría que da ver a tu amiga ser feliz. Eso es una amistad verdadera.