Quién

Mood navideño

¿Qué mood manejan en Navidad? Pareciera que hay dos opciones: ser casi Mrs. Claus y traer hasta el coche disfrazado de Rodolfo, el reno o competirle al Grinch y quejarnos desde el primero de diciembre hasta el Día de Reyes.

- según ANNIE BARRIOS @annie−barrios · annie-barrios.com

Nuestra columnista Annie Barrios habla de los diferentes moods con los que vivimos la temporada navideña. Y tú, ¿eres Mrs. Claus o Grinch?

Sin pena les confieso que me inclino más por la primera opción; todavía no llego a decorar mi mamavan, pero soy fan declarada de esta época. Mi entusiasmo es palpable cuando es hora de sacar los adornos y podría jurar que en otra vida fui un duendecill­o de Santa Claus. Aun así, con el paso de los años me he ido topando con la polaridad navideña. Esas dos caras de la moneda en nuestras actitudes y humores, contradicc­iones que se pueden ver y sentir durante todo el mes.

Ejemplo: llega diciembre y el nervio por los kilitos de más está en boca de todos.“¡uff cómo se engorda en navidad!” diría mi amiga Vane desde un mes antes; aun así, ahí vamos emocionado­s por probar cada platillo –y bebida– en las 42 posadas y eventos que llenan el calendario. El “no quiero subir de peso” se opaca rápidament­e por un “¡Mmm, romeritos!”.

Lo mismo con las decoracion­es. Poner el árbol en mi casa es todo un evento: galletas, chocolate caliente, oímos villancico­s (pero los cool, tipo Michael Bublé) y empezamos a adornar. Pasa una hora y ya me dejaron sola, acomodando esferas al ritmo de “Adeste Fideles” y pensando: “¡El próximo año compro un árbol ya decorado!” ¡Es súper tedioso! Claro, se me olvida cuando llega diciembre otra vez y el Christmas spirit me invade.

Otra: las compras. ¿Si o no? Quieres dar regalos llenos de detalle, te lanzas al centro comercial imaginando el ambiente, “Jingle Bells” a todo lo que da y tú cual película disfrutand­o el momento. Pero no. Te topas con un gentío y el aroma de estrés de todos los que tenían el mismo plan. Las filas eternas y el caos sacan al Grinch que llevas dentro. Los “regalos personaliz­ados” se van a la basura. ¿Venden unas toallas beige en la caja? ¡Perfecto! ¡Me llevo siete! Peor aún, si fuiste precavida comprando a tiempo, suele suceder lo siguiente: llegas orgullosa con tu regalo y ¿qué te toca en el intercambi­o? ¡El roperazo! #típico

Y ahí vamos hacia la cena, arreglados, perfumados, corriendo con prisas a un convivio donde va a desbordar armonía y felicidad ¿no? Y ¿cómo vamos en el coche? Histéricos quejándono­s por el “trafical”. Obvio. Llegamos con la expectativ­a de un gran convivio familiar mezclada con la tensión inevitable que suele haber entre algunos miembros y que se disimula con rompope. ¡A verdad! ¿Quién toma rompope?

Así sean de los orgullosos portadores de los ugly Christmas sweaters o de los que no pueden con las pijamas navideñas, es indudable que este mes tiene un sabor especial, que se vive casi de manera universal superando religiones y contextos, en que aunque bailemos entre los dos polos del espíritu navideño, al final del día ganan las caritas llenas de ilusión en los niños, el abrazo al abuelo, la sonrisa del prójimo y el sabor del rompope. ¡Ja, ja, ja! Mis mejores deseos. ¡Felices Fiestas!

“Y tú, ¿eres de los que aman los ugly Christmas sweaters o de los que odian las pijamas navideñas?”

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