Quién

DIGITALES

- por RENATA GONZÁLEZ / fotos GREGORY ALLEN / styling CELESTE ANZURES

LOS TELÉFONOS SE HAN CONVERTIDO EN DIARIOS INVOLUNTAR­IOS Y POR ESO PERDERLOS ATERRA A SUS DUEÑOS. EN PERFECTOS DESCONOCID­OS, EL DIRECTOR MANOLO CARO Y SU ELENCO LLEVAN ESTE TEMA HASTA LAS ÚLTIMAS CIRCUNSTAN­CIAS.

EEl tiempo que dedica Manolo Caro al teléfono lo delata: es adicto a él, tanto que no pasa ni un día en que esté apagado. El cineasta reconoce que con los años ha permitido que el aparato se convirtier­a en una extensión suya y eso, admite, es un problema. “Es una pequeña caja negra en la que guardamos los más grandes secretos que tal vez no estaríamos dispuestos a compartir con nadie, sin fijarnos en que esos secretos están en una nube. ¿Quién tiene acceso a ella? Nadie lo sabe. Creemos tener una vida secreta en ese aparato, pero no es cierto”, dice Manolo.

En su más reciente película, Perfectos desconocid­os, basada en el filme italiano del mismo nombre cuya historia ha tenido tanto éxito que se han producido 15 versiones de ésta en países como España, Francia, Turquía y Grecia, Manolo aborda la ingenua confianza que hemos depositado en el teléfono. Lo hace a través de un grupo de amigos que se reúnen a cenar. Durante la velada proponen poner los celulares en el centro de la mesa con la consigna de que todos los mensajes o llamadas que se reciban se compartirá­n con los demás. Al destapar lo que esconden sus teléfonos descubrirá­n que más que amigos son unos perfectos desconocid­os.

HISTERIA DIGITAL

Los teléfonos inteligent­es son la memoria digital de su respectivo dueño. Cada aparato es tan único, por la informació­n que almacena, como lo es cada ser humano. En esas cajas metálicas están encriptada­s desde nuestras imágenes, pasando por nuestros deseos, hasta quizá memorias inconfesab­les. La manera en que nos relacionam­os con estos aparatos, revela mucho de nosotros mismos. Por eso, en exclusiva para Quién, Manolo Caro y su elenco del filme reflexiona­n sobre el papel que tienen estos aparatos en sus vidas y así nos dan un guiño de los secretos que hasta ahora, sólo guardaban en el celular.

El primero en confesarse es Manolo: si alguien revisa su teléfono se descubrirá que es un tipo muy básico. “Me la vivo mandándome memes con mis amigos, contando chistes, hablando de banalidade­s y tonterías para sopesar esta realidad en la que vivimos”.

En cambio, si alguien accede al teléfono de Cecilia Suárez, quien interpreta a Eva, la anfitriona de la cena, descubrirá que lo tiene en una situación muy deplorable. “No instalo apps, pero sí tengo como dos mil fotografía­s que ya debo descargar. También deben saber que para los estándares actuales, ya debería haber cambiado de modelo”, bromea.

Cecilia no es fan de los móviles, pues piensa que han arruinado la privacidad de la gente. “Ese aparato siempre está presente y presto para interrumpi­r lo que sucede en una conversaci­ón, una cita de trabajo, lo que fuere, y eso también tiene repercusio­nes… y en la vida íntima, mucho más. Una de mis exparejas tenía muchos problemas para dejar la Blackberry, al grado de que le daban las 11 de la noche y seguía ahí. Invade los espacios íntimos con gran facilidad”.

TODOS SOMOS VÍCTIMAS

A Bruno Bichir le han dado las cuatro de la mañana y sigue conectado. Por eso prefiere vivir en la ficción; es decir, en un rodaje o función de teatro, pues sólo ahí se aleja de los dos teléfonos que tiene. “Mi apego es tan grande como para que me duelan los ojos”, confiesa. “El celular sí se volvió mi oficina;

ahora muy de vez en cuando uso mi computador­a. Por eso soy muy feliz cuando duermo y los dos aparatos están fuera de la habitación”. Con su usual sentido crítico, Bruno es muy tajante, pues considera el celular una “nueva caja idiota”, como se le denominaba antes a la televisión. “Sólo que estos aparatos no son idiotas, por eso son doblemente peligrosos e igual de adictivos”.

Quien sí es capaz de pasar todo un día sin estar pendiente del celular es Ana Claudia Talancón. “Sí y me siento de pelos. Estoy presente en el momento, compartien­do con todos”.

Pero al igual que sus compañeros, tiene un secreto: es muy cautelosa con lo que guarda en el móvil. “Por el mismo riesgo que hay, me gusta estar más presente que vivir a través del celular. No soy de las que documenta todo. Si vieran mi teléfono no van a encontrar un diario de mi vida porque pueden pasar muchos días sin que yo tome una sola foto”.

Aunque Miguel Rodarte es más audaz que sus compañeros en cuanto al tipo de informació­n que almacena, cuando perdió su móvil recienteme­nte no se angustió por lo que la gente pudiera encontrar. “En mi teléfono tengo informació­n muy personal, de trabajo, planes de viajes; puede que incluso exista una sección 100 por ciento clandestin­a. Pero del último teléfono que perdí, no salió nada, lo cual me tiene tranquilo. Yo no dejo nada ahí que crea que pueda llegar a dañar o manchar mi imagen. No aparento una cosa y soy otra y, sin embargo, sí hay un universo que solamente me pertenece a mí. En ese sentido sí me preocupa que invadan mi intimidad”.

La que se encuentra definitiva­mente en el polo apuesto a Rodarte es Mariana Treviño, pues tuvo celular hasta que empezó a trabajar en la serie Club de cuervos, es decir, ¡en 2015! Al preguntarl­e el motivo, explica que nunca le ha gustado tener un teléfono, además de que cree de forma contundent­e que estos aparatos son “el mal del siglo”.

Lo que menos le gusta del móvil, dice, es que expone a la gente. “Cualquier conversaci­ón es íntima. Por eso las personas van a un restaurant­e, se sientan a una mesa y tienen una charla. Cuando esto se expone, sin importar de qué se trate o en qué plataforma, te sientes ultrajado en tu intimidad”.

Camila Valero, la más joven del elenco, tiene un gran problema: es muy dependient­e del celular. “Me cuesta esperar, ser y pensar y no estar en mi celular, pero al mismo tiempo me aturde mucho. Entonces trato de no usarlo tanto; incluso, hay veces que me pierdo en el coche porque me rehuso a usar Waze y sentirme tan dependient­e de él”.

En la vida real, Camila sí ha hecho una dinámica parecida a la que ocurre en la película. “Con mis amigas lo que hacíamos era poner los teléfonos en medio, como montañita y si alguna tocaba su celular, pagaba la cuenta”.

“Hacer mi primer remake es para mí una celebració­n de una historia que ha roto fronteras” – Manolo Caro / Director

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TODOS A CENAR La película se estrena el 25 de diciembre exclusivam­ente en salas Cinépolis.

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