Quién

Refrescan las subastas artísticas

CUANDO EL ARTE IMPORTA MÁS QUE LA FIRMA

- por DOMÉNICA DÍAZ / fotos CARLOS RUIZC

Anónimo ha roto con los cánones tradiciona­les de las subastas y propone una nueva manera de pujar apostando por la estética de la pieza, más que por el autor. En esta edición, colaboran con la Fundación Olga y Rufinotama­yo.

ANÓNIMO LLEGÓ A REIMAGINAR LA SUBASTA ARTÍSTICA. AQUÍ, LOS COMPRADORE­S ELIGEN PUJAR POR UNA PIEZA EN PARTICULAR CON BASE EN LO QUE VEN, SIN CONOCER EL NOMBRE DEL AUTOR. ASÍ, EL PROYECTO APUESTA POR EL VALOR DE LA ESTÉTICA Y LO QUE ÉSTA PUEDE COMUNICAR.

SSea por morbo, mera curiosidad o simplement­e ganas de romper con el protocolo, Anónimo llegó a la escena artística internacio­nal para tirar paradigmas y refrescar los cánones instaurado­s. La dinámica es sencilla, Anónimo crea subastas en las que los compradore­s eligen pujar por una pieza sin conocer el nombre del autor. Y es sólo hasta que se produce la compra que éste es revelado. Así, el proyecto de Alejandra Martínez promueve la riqueza estética de una pieza más allá del valor que puede agregar su autor.

La relación de Alejandra Martínez con el universo del arte podría definirse como una historia de amor que empezó mucho antes de lo que ella recuerda. Teniendo siempre como propósito acercar el arte contemporá­neo a la sociedad, fundó, en 2010, Arte Careyes. Allí utilizó el arte como una herramient­a para que los residentes internacio­nales vieran a México como algo más que la tierra del tequila, el mariachi y la artesanía. “Lo que más me gustó fue cómo permeó la relación de los careyenses con los artistas contemporá­neos”, recuerda. “Se hicieron amigos, se volvieron más que sus coleccioni­stas y muchos de ellos se convirtier­on en sus mecenas, dedicados a recorrer las ferias internacio­nales y comisionar­les piezas para sus casas en México y en el extranjero”.

Cinco años después de su creación, Alejandra vendió su parte y decidió crear un proyecto que ofreciera el mismo valor que su ópera prima; que trascendie­ra más allá de la noche del evento. Entonces, surgió la idea de Anónimo.

“En Miami tuve mi primer contacto con el arte contemporá­neo. Estudiando ahí, acudí a la primera edición de Art Basel y me sorprendió el estímulo que sentí. Por eso, para mí hizo mucho sentido tener la primera edición de Anónimo ahí y, además, me parecía que era una fórmula tan arriesgada que si funcionaba en Miami, significab­a que podía existir en el resto del mundo”.

PRIMERAS EDICIONES

El proceso comenzó con exploracio­nes continuas en Miami para encontrar el edificio ideal en donde montarían la primera exhibición. Sin poderlo creer, Alejandra se encontró en un antiguo edificio de la ciudad, compartien­do espacios con dos artistas reconocido­s a nivel mundial; uno de ellos fue Daniel Buren. Al evento llegaron más de 600 personas y fue un éxito rotundo. “Nunca nos imaginamos que nos fuera como nos fue”. La segunda edición se llevó a cabo en South Beach y la tercera, en el Bass Museum. “Esta edición fue especial porque el museo llevaba dos años remodelánd­ose y necesitaba hacer

muchísimo ruido sobre su reapertura”. Repitiendo la fórmula, el proyecto de Alejandra Martínez volvió a ser sold out. Y fue en ese momento que la Ciudad de México la contactó para celebrar una nueva edición en la capital mexicana.

ANÓNIMO LLEGA AL TAMAYO

Tan pronto recibió la propuesta de un evento en México, Alejandra habló con Juan Gaitán, director del Museo Tamayo, y Aimée Servitje, de la Fundación Olga y Rufino Tamayo. El último proceso fue alinear el proyecto con las peticiones del INBA. Para Aimée, fue una fortuna para la fundación que Anónimo la volteara a ver. “No lo pensamos dos veces. Teníamos todo que ganar. Desde el principio estuvimos muy agradecido­s de que pensara en favor de la fundación”. La edición en el Tamayo tuvo un par de cambios en relación con las ediciones pasadas. Esta fue la primera Collectors Edition, que contó con donaciones de varias coleccione­s privadas, juntando un total de 23 obras. La otra modificaci­ón tuvo que ver con el concepto mismo de Anónimo. En las primeras ediciones de Miami, Anónimo revelaba la lista de artistas participan­tes, sin decir a quién pertenecía cada pieza. Aquí no hubo lista. Y al ser artistas internacio­nales, el ejercicio de adivinar al autor –que se ha convertido en un juego entre los asistentes habituales– fue extremadam­ente difícil.

NUEVOS PROYECTOS, NUEVOS VENUES

Cuando surge un nuevo proyecto, el proceso de elección del lugar es definido por el dónde y el por qué. Alejandra busca que “el espacio sea coherente con el tipo de artistas que van a exhibir; que sea un lugar que entusiasme, que sea positivo para los asistentes y que apoye a una fundación pertenecie­nte al mundo artístico y cultural”. Además, a partir de la presentaci­ón del Tamayo, Alejandra está apostando por las ediciones temáticas pues, para ella, en estas hay más riqueza

en la curaduría; hay una experienci­a más enriqueced­ora para el público y permite arriesgars­e un poco más. En esta línea, la siguiente edición se celebrará en Miami, una vez más en el marco de Art Basel, y tendrá como tema el arte y el diseño. El año que viene celebrarán una más en Los Ángeles, en compañía de Desert X, una fundación dueña de un lote en pleno desierto que comisiona a distintos artistas. La próxima exhibición será de un artista mexicano y Anónimo será el vehículo para reunir los fondos que posibilite­n dicha instalació­n. Una vez más, esta edición tendrá una alteración a la fórmula original. Aquí, los asistentes sabrán quién es el artista de la pieza, pero esta permanecer­á oculta hasta terminar la puja. La única informació­n que se revelará es el medio de la pieza, es decir, si es pintura, escultura, video o fotografía. Los siguientes proyectos son dos ediciones mexicanas que celebrarán al arte textil, en Oaxaca, y a la botánica, en la Ciudad de México.

LA CONTRIBUCI­ÓN DE ANÓNIMO AL ARTE

Para Aimée Servitje, Anónimo llegó para atraer a los jóvenes a la escena del arte y el coleccioni­smo. Cree que el primer obstáculo para que esto suceda es la dinámica de una subasta clásica, así como los altos precios de las piezas. “En el ambiente que genera Anónimo, los jóvenes se sienten más cómodos y se atreven”. Aimée defiende el coleccioni­smo como un factor que promueve la actividad artística en un país y ayuda a que crezca la producción. Para Alejandra, “de repente olvidamos que es nuestra responsabi­lidad apoyar a las institucio­nes culturales que nos reflejan como sociedad y como individuos”. Y es aquí donde reside la principal riqueza de Anónimo. “A estos eventos uno no va a comprar una pieza y, de paso, contribuye. Más bien, va a visitar el museo de su ciudad a apoyar y, encima, se lleva una pieza”. Para la mente detrás del proyecto, “en México, estamos muy poco acostumbra­dos a sentir estos apoyos como una responsabi­lidad. Estamos aún lejos de ver a la cultura filantrópi­ca como una práctica normal, pero este cambio de mentalidad puede suceder en cualquier momento si seguimos fomentando este tipo de iniciativa­s”. Aimée tiene una idea positiva del futuro cultural de México, pues ha visto un crecimient­o importante en los últimos 20 años. “Si algo funciona en este país, es el arte. Podemos estar orgullosos de lo que se genera aquí”. Para ella, cada vez hay más personas involucrad­as y los museos están cada vez más fuertes. Y son las propuestas innovadora­s como la de Anónimo las que fortalecen la escena artística del país, pues consiguen generar ruido a nivel global y, así, “los ojos de muchas partes del mundo nos voltean a ver”.

“Si algo funciona en este país, es el arte. Podemos estar orgullosos de lo que se genera aquí”. – Aimée Servitje / Directora de la Fundación Olga y Rufino Tamayo

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AIMÉE•SERVITJE•Y•ALEJANDRA•MARTÍNEZ
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