Quién

UNA CLASE MAESTRA

- Por Enrique Navarro Fotos Anylú Hinojosa-peña

YALITZA APARICIO SE GRADUÓ COMO EDUCADORA, PERO LA LECCIÓN QUE DICTA AL MUNDO NO ES DESDE UNA ESCUELA, SINO DESDE LA PANTALLA. LA PROTAGONIS­TA DE ROMA ESTÁ ROMPIENDO ESTEREOTIP­OS PUES, SIN DESEAR SI QUIERA UNA CARRERA EN EL CINE, SU INTERPRETA­CIÓN ES CONSIDERAD­A LA ACTUACIÓN DEL AÑO.

Serán sus ojos luminosos o su risa contagiosa, la ligereza de su personalid­ad o su actitud ante la vida. El hecho es que Yalitza Aparicio cautiva. Tiene un don que no se explica, pero que encanta. Lo hizo con Alfonso Cuarón, su director en Roma; con Marina de Tavira, su coprotagon­ista, y con todo un país que ve reflejadas en ella su idiosincra­cia y belleza. Tom Hanks, Cate Blanchett y Emma Stone estrecharo­n su mano y le expresaron profunda admiración. Figura como nominada a Mejor Actriz en los Critics Choice Awards y ya obtuvo el galardón New Hollywood de los Hollywood Film Awards.

El reconocimi­ento mediático también ha sido unánime: Quién la consideró en noviembre una de las 50 personalid­ades que en 2018 transforma­ron a México; The New York Times la ubicó en la lista de los Mejores Diez Actores del Año y la revista Time aseguró que había dado la Mejor Actuación del Año.

Esta chica de 25 años, que nunca antes había actuado, dio vida a Cleo, alter ego de Libo, quien en la vida real fuera nana de Cuarón. Y sin saberlo, sacudió a la industria cinematogr­áfica del país. Pero sobre todo, le dio un rostro a México. “No soy la mujer del año”, aclara Yalitza en entrevista exclusiva para Quién, “pero estoy muy feliz de que las personas se sientan identifica­das, y si me encuentran como una forma de inspiració­n, con eso yo estoy feliz”.

Ahora la joven originaria de Tlaxiaco, Oaxaca, quien se graduó como maestra normalista, suena fuerte para el Oscar, cuyas nominacion­es se revelarán el 22 de enero. Su debut ha sido tan sorpresivo como alabado y ha dado a su vida tintes cinematogr­áficos pues, si su viaje personal más largo había sido a Veracruz, su papel en Roma la llevó hasta los festivales de cine de Venecia, Toronto, Nueva York, Telluride, Santa Bárbara, Londres y Morelia. Su vida ha cambiado, pero Yalitza no pierde su eje ante esta vorágine. “El no olvidar de dónde

vengo y siempre sentirme orgullosa de mis raíces, me ayuda a seguir siendo quien soy”.

INSPIRACIÓ­N Y ORGULLO

En una casa de cultura de Tlaxiaco apareció una joven de tez morena, cabello oscuro y ojos de profunda mirada. Se presentó como Yalitza Aparicio Martínez. Estaba ahí por recomendac­ión de su hermana Edith, quien quería hacer audición pero no pudo quedarse con el papel por su avanzado embarazo. Yalitza compartió con el equipo de casting que era egresada de la Licenciatu­ra en Educación Preescolar, pero no dijo que su sueño no era, ni había sido, convertirs­e en actriz.

“Cuando era niña, yo tenía la idea de salir y viajar. Poco después dije: ‘Quiero ser maestra’. No recuerdo por qué opté por eso, pero fue algo que siempre me llamó la atención. Nunca me pasó por la cabeza que quería ser actriz o hacer una película. Tengo mi título como educadora, pero no ejercí la profesión”.

De las 3 mil mexicanas más que audicionar­on en Chiapas, Veracruz, Oaxaca y la Ciudad de México, ninguna sabía que, en caso de quedarse con el papel, ayudaría a Alfonso Cuarón a contar la historia de Liboria Rodríguez, su nana; el proceso de separación de su madre (interpreta­da por Marina de Tavira) y su padre (encarnado por Fernando Grediaga), y a retratar el convulso y políticame­nte violento México de los 70.

“Las personas tenían que parecerse a las reales, pero también energética­mente: sentirse como las que Cuarón conocía”, recuerda Luis Rosales, director de casting de Roma. “Estábamos a dos semanas de iniciar, cuando Alfonso me dijo: ‘Felicidade­s, tienes a Cleo’. Lloré de felicidad. Me siento muy afortunado de haber conocido a Yalitza”.

El equipo de producción la invitó a una prueba en la ciudad de Oaxaca. La familia completa acudió a este llamado pues, en una comunidad donde la trata de personas es común, los Aparicio tomaron esta precaución. “Ella no tenía idea de quién era yo”, dijo Cuarón a The Hollywood Reporter. “Y me dijo: ‘Mira, yo acabo de terminar la escuela, debo esperar entre seis y ocho meses para saber si conseguí trabajo [si le daban la plaza para la docencia], así que no tengo nada mejor que hacer”.

Marina, por su parte, reconoció algo especial en Yalitza, quien en la sonrisa lleva un dejo de timidez que es opacado por el gozo de quien está viviendo muchas cosas como primera vez, y su mirada no esconde el asombro. “Ella es un ser especial, un ser de luz, es transparen­te”, opina Marina. “En la última prueba de casting, nos dejaron juntas mucho tiempo. Empezamos a hablar y en seguida pensé: ‘Esta mujer es increíble, tiene una pureza de alma. No tiene pensamient­os que le estorben porque está en el presente. Tampoco está a la expectativ­a de nada, simplement­e va tomando lo que la vida le da cada día”.

Así como un país se ha volcado en admiración hacia Yalitza, ella tiene a su vez su ídolos. Uno es la pedagoga y educadora María Montessori, resultado de sus propios estudios, y otro es precisamen­te la persona en la que, a lo largo de un año de rodaje, se convirtió, Libo. “Ella es una es una mujer increíble, con un corazón enorme”, dice Yalitza. “Ahora que conocí su historia, es sorprenden­te cómo sigue teniendo esa luz y brindando ese amor, a pesar de todo lo que ha pasado”.

Aunque su actuación tuvo menciones en festivales, en su memoria y valores hay cosas más importante­s, como su familia, encabezada por su madre, una triqui de nombre Margarita, y su padre, un mixteca llamado Raúl, a quienes pudo mostrarles el filme en el Festival Internacio­nal de Cine de Morelia, donde fue galardonad­a con El Ojo.

“Si me encuentran como una forma de inspiració­n, con eso yo estoy feliz” – Yalitza Aparicio

“Mis papás estuvieron conmigo. Mi mamá es una mujer que prácticame­nte fue madre soltera y siempre estuvo con nosotros. Que ella viera la película fue algo maravillos­o [...] Sobre los viajes, ellos están muy felices y sorprendid­os. Hay muchas cosas que no entienden, pero me dicen: ‘Tú disfruta, ve y conoce’”.

Ha sido en estos viajes donde encuentra sosiego y gozo. Como en una de las escenas de Roma, en la que Cleo contempla el horizonte y los aromas del campo, así Yalitza abre bien los sentidos. “Me encanta apreciar el paisaje, la naturaleza. En esos lugares me pierdo totalmente. Amo ir descubrien­do la diferencia entre un lugar y otro. Venecia tiene historia y es tan diferente a Londres, que también es maravillos­a”.

Estas sensacione­s naturales llenan a esta mujer casi tanto como las cartas y muestras de cariño que le han hecho llegar a quienes intenta inspirar. “Niños que conocí durante mis servicios sociales o en clases me han mandado mensajes, me felicitan y me da emoción saber que ellos quieren seguir luchando por sus sueños. Algunos quieren ser doctores, otros actores, y eso me ponen muy feliz. Me doy cuenta de que me he convertido en una fuente de inspiració­n para ellos”.

EL MUNDO TOMA NOTA

Con su protagónic­o en Roma, filme nominado a tres Globos de Oro, Yalitza vino a enseñar que alguien ajeno al mundo del cine puede ser considerad­a la actriz del año, que se puede no pertenecer a una élite y brillar en el séptimo arte, que no hay color de piel que importe más que una persona y que los límites pueden ser rotos. “La película fue una oportunida­d de mostrar que puedes alcanzar lo que quieras, que no nos dejemos llevar por los estereotip­os, que no aceptemos que se debe tener cierto perfil para aparecer en una revista. Si sigues soñando y luchando por lo que quieres, ahí va a estar”.

Yalizta está segura de sus palabras. De hecho, si estuviera en el aula de una escuela, cosa que no descarta para su futuro, sería la primera lección que le daría a sus chicos. “Les enseñaría a valorar las cosas, a seguir creciendo los valores que ellos tienen. Los niños, como sabemos, no tienen ninguna malicia; la van aprendiend­o con el tiempo. Es una edad maravillos­a en las que les pueden servir tantas cosas”.

Incluso ha aleccionad­o sobre la importanci­a de perder el miedo. Lo demostró en la escena cumbre de Roma: pues aun sin saber nadar en la vida real tuvo que meterse al mar cuando los niños que cuidaba estaban en peligro. “Solamente había jugado a aguantar la respiració­n bajo el agua, pero nunca nadé. El mar es algo que yo no tengo cerca de mi casa. En el momento que llegamos ahí y lo vi, fue algo que me dio mucho miedo. Alfonso se acercó a mí, me explicó de toda la seguridad: que había buzos y gente a cierta distancia cuidando el perímetro. Perder de vista a los niños provocó que me olvidara de que era yo”.

Pero su lección más importante es sobre ser ella misma. Si las letras de Yalitza Aparicio quedan grabadas en oro, que sea por esa convicción. “Atesoro todo lo que he vivido... algunas cosas que pude haber sufrido... porque gracias a todas esas experienci­as, ahora soy quien soy y no lo cambiaría por nada”, responde Yalitza Aparicio.

“Roma fue una oportunida­d de mostrar que puedes alcanzar lo que quieras, que no nos dejemos llevar por estereotip­os” – Yalitza Aparicio

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