Las niñas bien
Guadalupe Loaeza, autora de la novela y las protagonistas de la película nos revelan lo que es ser o no ser “niña bien”.
Si algo odiaba Ilse Salas cuando estudiaba teatro era que la llamaran “niña bien”. Pero su físico —piel blanca, rasgos finos y ojos claros— no le ayudaba mucho.
“Se me juzgaba como la ‘güerita bonita’ que seguro era niña bien porque tenía coche. Pero nadie fue a mi casa a ver que era un departamentito chiquitito. Existía el prejuicio de que la ojiverde con coche era ‘hija de papi’. Somos muy clasistas. Tenemos que acabar con esa polarización ya”, dice con firmeza.
Ha tenido este tema más presente que nunca desde que filmó la película Las niñas
bien ( basada en el libro de Guadalupe Loaeza), que se estrena el 22 de marzo. Y algo similar les sucede a sus coprotagonistas, Johanna Murillo y Cassandra Ciangherotti, quienes también han sido estereotipadas por la misma razón.
“¡Claro!, para los demás yo era la fresa mamona nomás por ser güera”, se lamenta Johanna. “De chavita eso me podía mucho porque soy de Pachuca, vivía en una sociedad chiquita donde estas dinámicas se vuelven más tóxicas. Y a la fecha me pasa que me hablan solamente para un tipo de papeles, me definen en algo que perciben sin preguntarme, sin conocerme. Eso me limita mucho”.
Cassandra acepta que tiene algunos rasgos de niña bien con los que se ha tenido que enfrentar. “Sentir que el mundo se te viene encima por tonterías es muy de niña bien. Esas cosas las he tratado de romper, me he hecho fuerte”.
La autora Guadalupe Loaeza ha dedicado casi cuatro décadas a analizar y criticar a las mujeres de la alta burguesía mexicana. Pero al contrario de las actrices, ella no sólo se asume como una niña bien, sino que no quiere dejar de serlo.
“Me encanta. Uno no puede ocultar la cruz de su parroquia. El día que deje de ser niña bien imagínese, quién sabe qué voy a hacer, a dónde voy a ir, de qué escribiría; perdería parte de mi identidad. Soy una niña bien atípica, inusual, pero tengo mis atavismos también. Sigo poniendo atención en cosas frívolas como que las flores queden bien con el resto de la vajilla. Me gusta vivir bonito”.
Ilse Salas, Johanna Murillo, Cassandra Ciangherotti y la escritora Guadalupe Loaeza reflexionan sobre lo que significa ser niña bien. El concepto parece no caducar, ahora es tema de una película que las actrices protagonizan.
ABOLENGO NO, APARIENCIA SÍ
Las niñas bien está basada en el primer libro que publicó Loaeza, un compendio de sus columnas en el diario Unomásuno en las que criticaba a la clase alta mexicana y la manera en la que ésta enfrentó la crisis económica de 1982 con la Nacionalización de la Banca.
Han pasado 38 años desde que se publicó el libro, crisis han ido y venido y las niñas bien no han desaparecido; más bien se han transformado.
“Hay niñas bien en todas partes del mundo y siempre las va a haber”, advierte Loaeza. “Pero han cambiado mucho los valores. Antes, lo que contaba eran los buenos modales, el buen gusto, la cultura. Con Miguel de la Madrid surgió otra clase social: la del dinero, que viene a reemplazar a esta gente bien, pero que no por eso son gente bien, sino que son los nuevos ricos que no tienen educación ni buen gusto, que no tienen idea cuando van al museo o no les importa”.
A Ilse Salas, el término “niña bien” le sigue pareciendo espantoso por dos cosas: infantiliza a la mujer y la muestra como un ser dependiente de su familia o marido, con ningún interés por lo que sucede en su entorno. “Eran mujeres leídas, pero con pretensiones
A la par del estreno del filme, el 22 de marzo Guadalupe Loaeza lanzará también el libro Las niñas bien, la película, una ficción basada en la cinta. “Me inspiré en los personajes del filme, no en los míos. Está dedicado a Miguel Ángel Granados Chapa, que fue mi maestro y también mi compañero durante 15 años”, nos dijo la escritora en exclusiva.
muy superficiales también. Venían de cuna, el apellido era súper importante, no podías ser una nueva rica y pasar por niña bien así de fácil, para nada. Las niñas bien de ahora son muy distintas. Dice Guadalupe que hasta votan por AMLO y se divorcian”, opina Ilse.
Actrices y escritora coinciden en que las niñas bien de hoy en día son generalmente (y no únicamente en México) las fashion bloggers o las influencers. “Veo muchas chavas ricas que traen ropa o accesorios con la marca enfrente para que se vea la lana que tienen. Siento que las niñas bien de esa época no eran tan así”, comenta Cassandra. “Sí usaban cosas bien, pero no in your face. No creo que hubieran sido capaces de subir la cantidad de selfies que se publican hoy en día”.
DESERTORA
Niña bien o no tanto, lo cierto es que cuando salió a la venta el libro, a Loaeza le llovieron los reclamos porque su crítica no cayó bien en su círculo social. “Me decían traidora de clase, tuve muchísimos problemas, me dejaron de invitar, de hablar, porque a ellas nadie nunca las había tocado ni con el pétalo de una rosa. Decían: ‘¿Y ésta a título de qué nos va a criticar, si también es como nosotros?’. Y eso me podía mucho y pensaba: ‘A lo mejor exagero o quizá no soy tan solidaria como debería’. Ahora me tiene verdaderamente sin cuidado, ya me curé”.
“No sé por qué, pero yo siempre quise ser independiente, siempre tuve esta cosa andrógina y esta búsqueda constante de rebeldía. Entonces para mí, ser ‘niña bien’ era todo de lo que quería estar lejos” – Ilse Salas / Actriz