Quién

CELINA Y MARÍA

Con el pretexto de celebrar el Día de las Madres platicamos con Celina del Villar, orgullosa de sus 50 años, y María Ibarra, de 21, feliz en su nueva vida en Londres.

- POR RENATA GONZÁLEZ / FOTOS JESÚS SOTO

Los años 2017 y 2018 fueron tiempos llenos de retos y lecciones que lejos de amedrentar a Celina del Villar y su familia les ha brindado una lección de vida de la cual salieron fortalecid­os y más unidos que nunca.

Celina, Benny, María y Mateo, de 16 años, siguen siendo un equipo que siempre apuesta por el amor. Ellos forman una familia cuyo único objetivo es poder seguir juntos.

Celina es el punto de encuentro de la tribu y, a la vez, no ha dejado de ser esa persona que busca el equilibrio entre ser mamá, esposa y mujer independie­nte. Entre estos malabares tampoco ha borrado a esa modelo que hace 20 años decidió retirarse de las pasarelas, justo el día que desfiló para Hugo Boss en compañía de dos seres muy importante­s en su vida: su esposo, el cantante Benny Ibarra, quien caminó junto a ella, y su hija María, a quien llevaba en el vientre.

Curiosidad­es de la vida, dos décadas después, a principios de abril de este año, regresó a un desfile, ahora para acompañar a María en su debut como modelo durante la presentaci­ón de la colección Otoño-invierno 2019 de Benito Santos en el Mercedes Fashion Week México.

CELINA ¿Quién de las dos estaba más ilusionada con el debut de María en el Fashion Week?

Las dos. Ella decía que estaba súper nerviosa, pero al final, cuando yo salí a la pasarela, pensé que se me iba a notar cómo me temblaban las piernas. La última vez que me subí a una pasarela fue en un desfile de Hugo Boss. Yo era la única mujer y le pidieron a Benny que participar­a conmigo. Absolutame­nte nadie más que él y yo sabíamos que María ya venía en camino y estuvimos los tres en la pasarela.

¿Cómo te dijo María que quería seguir tus pasos?

María sacó el mundo de ambos padres, los apellidos corregidos y aumentados. Canta increíble, trae la música en los poros y también el mundo de la moda, pero estar

BENNY Y YO NOS CONOCIMOS HACE CASI 31 AÑOS EN EL MAGIC. RUBÍN” NOS PRESENTÓ ERIK

frente a las cámaras y en la pasarela no lo decidió ella. La verdad es que fue (la agencia) Paragon que la descubrió. Un día estaba haciendo un shooting de fotos como para tener un portafolio y al día siguiente se le llenó la agenda del Fashion Week.

Te retiraste de las pasarelas a los 12 años de carrera, aunque seguiste modelando para revistas y otros medios. ¿Estabas segura de tu decisión?

Absolutame­nte. Cuando me embaracé de María, dije: “Es momento, no quiero estar arañando las pasarelas ni pidiendo trabajo”. Me retiré en un buen momento, cuando estaba muy en alto, con la agenda llena.

¿Qué satisfacci­ones te ha dado la maternidad?

Tuve unos papás muy presentes, muy tradiciona­les. Todos los días se cocinaba casero, se ponía una mesa muy linda, mi mamá nos atendía con mucho cariño y yo quería eso para mi familia. Entonces consciente­mente decidí convertirm­e en mamá al cien por ciento. Luego llegó un momento en que mis hijos María y Mateo empezaron a tener su propia agenda, yo empecé a tener más tiempo libre y me entró el gusanito de regresar.

En febrero cumpliste 50 años. ¿Cómo vives el quinto piso?

¡Increíble!, me dio mucha pila. Me dicen que los 50 son los nuevos 40 y yo digo, ¿por qué me quieren quitar 10 años? Los 50 son mis 50 y los vivo plena. Son cinco décadas de experienci­a, trabajo y diversión. La mayor parte de mi vida ha sido increíble y muy plena y estoy muy agradecida, inclusive de las cosas no muy buenas, como las enfermedad­es y los momentos difíciles a nivel familiar.

En 2017 te quitaron parte de un pulmón por una bacteria. ¿Qué pasó por tu mente antes de entrar al quirófano?

Muchísimas cosas. De entrada, la pregunta fue: ¿Cómo yo, que corro todos los días, que tengo los pulmones fortalecid­os, que no fumo desde hace mil años, que no me meto nada, voy a entrar al quirófano para que me quiten un cacho de pulmón? A nadie le he confesado que había un 75 por ciento de probabilid­ades de que fuera cáncer y que si era positivo, me quedarían seis meses de vida. Entré al quirófano con ese panorama y cuando desperté, me dijeron: “Bienvenida a la vida, no fue cáncer, vamos a ver qué es, en 10 días te entregamos los resultados”, y resultó que era una bacteria.

¿Qué sacaste de positivo con esto?

Pasaron cosas muy buenas y otras que me dieron lecciones muy fuertes: me di cuenta de mi fortaleza interna y física. Cuatro días antes de cumplir seis meses de la operación crucé la meta del Maratón de Washington. Esa operación no cambió mis planes. Por otro lado, aprendí también que me bloqueé tanto y quise proteger a mi gente para que no sufriera que nunca dije: “Me duele, necesito ayuda”. Lloré mucho en silencio, encerrada, sola, y luego me di cuenta de que fue un error porque necesitamo­s de la gente, de los nuestros para apoyarnos, recargarno­s. Y la lección está aprendida: bájale dos rayitas, no eres perfecta, no eres la más fuerte del mundo y ser vulnerable está bien. Sí fue una gran lección que la traigo de aquí al resto de mi vida y es parte de lo que quiero enseñar a mis hijos.

El año pasado tu matrimonio estuvo en medio de la polémica por una relación extramarit­al que tuvo Benny hace tiempo…

Mandamos un comunicado donde decía que no íbamos a hablar más del tema y eso hemos hecho. Lo que pasa

dentro de las cuatro paredes de nuestra casa, a partir de ese momento, se convirtió en algo muy nuestro. Lo que puedo decir es que el equipo de familia es una cosa que no va a modificars­e nunca, que el amor que nos tenemos es infinito entre los cuatro. Que esto se filtrara a la prensa nos movió mucho, a pesar de que eran cosas que nosotros ya teníamos asimiladas. Cuando salió esa noticia, no nos sorprendió, pero sí nos hizo recapitula­r y decir: “hasta aquí con los medios”.

¿Cómo conociste a Benny?

Fue en el verano de 1988, hace casi 31 años, en el Magic. Nos presentó Erik Rubín, a quien yo ya conocía. Empezamos un romance que sabíamos que tenía una caducidad porque él vivía Boston, pero que nos la podíamos pasar bien literalmen­te en un romance de verano y ¡sorpresa!, nos enganchamo­s.

¿Qué te enamoró de él?

Su sensibilid­ad, su manera distinta de ver la vida, su musicalida­d que por supuesto me tiene atrapada desde el día uno. Tiene una personalid­ad que me parece muy enigmática y eso me enamora, me hace admirarlo.

¿Cuál es la fórmula para estar juntos luego de casi 31 años?

Necesito ser muy independie­nte. Suelo irme de viaje sola de vez en vez y por lo mismo no me cuesta pensar que cada quien vive su propia vida dentro de esta familia, Benny viajando, Mateo en Boston, María en Londres y yo aquí. Nos extrañamos mucho pero aprendimos que extrañar está bien, está rico, y que cuando regresa el que está fuera o lo vas a visitar es una delicia. Ésa es parte de la fórmula. También el respeto a la relación, y que cuando no todo es al cien por ciento perfecto dentro de ella, no hay que resolverlo de manera superficia­l, sino escabarle y encontrar por qué y cómo se llegó a ese punto.

MARÍA

María Ibarra vive fuera de México desde hace cinco años. Primero estuvo en Boston, done terminó la prepa en una escuela enfocada a las artes, y desde hace un año radica en Londres, donde estudia estilismo y producción de moda en el London College of Fashion. Lejos de sus padres ha aprendido a valorar no sólo su independen­cia, sino también la linda familia que la espera en casa.

¿Cómo te sentiste en tu primer desfile?

Tengo pánico escénico, pero desfilar con mi mamá fue muy divertido; no estaba preparada ni física ni mentalment­e para ello, pero con tanto apoyo se me hizo especial.

¿Algún consejo que te haya dado tu mamá?

En la pasarela me costó relajarme, caminaba muy tiesa y mi mamá me dijo: “Escucha la música”. Ese consejo me ayudó bastante.

¿Y tú a ella?

Cuando me estaba enseñando a caminar, movía las caderas y yo le decía: “Ma, ya no son los noventa, ahora la caminada es un poco más estática”. Pero lo básico sí lo trae, es una máster.

¿Cómo fue crecer con Benny y Celina?

Normal. A mi mamá casi no la acompañaba a sus shoots de moda, pero me la vivía en los estudios de grabación con mi papá, en los conciertos, en backstage. Todo eso, creo, me quitó el nervio de estar en Fashion Week.

¿Quién era el barco y quién el estricto?

Mi papá es por mucho el más relajado y mi mamá es la cuadrada milimétric­a; se ha relajado últimament­e, ya que los hijos volamos del nido y cada vez que nos ve ya nos consiente más.

La peor travesura que hayas hecho…

Cuando tenía 17 me fui a Nueva York a un par de eventos de drag queens. Mis papás sabían que me iba, pero no a qué ni que los eventos eran en antros para mayores de edad. Casi nos arrestan… en fin. Pero sí se enteraron y no pasó nada.

MI PAPÁ ES POR MUCHO EL MÁS RELAJADO Y MI MAMÁ ES LA CUADRADA MILIMÉTRIC­A; SE HA RELAJADO ÚLTIMAMENT­E...”

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