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EL DÍA QUE VIVIANA CORCUERA FUE ANFITRIONA DE FELIPE DE EDIMBURGO EN MÉXICO

- Por Erika Roa

A las 12:15 del día en punto, se estacionó un auto sobre la calle de Campos Elíseos en la colonia Polanco. Al abrirse la puerta bajó Su Alteza Real Felipe de Edimburgo, vestido con uniforme deportivo. Venía de jugar polo en el Campo Marte, que se encuentra a unas cuadras de la entonces casa de sus anfitrione­s.

Enrique y Viviana Corcuera recibieron al consorte real, y esa tarde ofrecieron una comida en honor del esposo de la reina Isabel II de Inglaterra.

“Su Alteza Real el Duque de Edimburgo era gran amigo de Jaime y Pablo Rincón Gallardo (padre e hijo), quienes lo invitaron a jugar polo a México en marzo de 1970”.

Los Rincón Gallardo eran los amigos mexicanos del esposo de la monarca y su hijo, el príncipe Carlos. Ellos tenían títulos de la nobleza que fueron heredados por sus antepasado­s, fueron educados en los mejores colegios del Reino Unido, por lo que les resultaba muy fácil convivir con la aristocrac­ia de aquel país.

“Me contaba Pablo Rincón Gallardo, mi sobrino, que él fue invitado varias veces a jugar polo en Windsor por el príncipe Carlos y por el príncipe Felipe. Pablo jugaba allá con ellos y convivían con la reina Isabel II, comían y cenaban con la reina. Me contaba que las conversaci­ones eran encantador­as porque ella tiene un gran carisma. Además, es una persona que sabe mucho de caballos de carreras y, por lo tanto, le fascina todo lo que tiene que ver con el polo”, recuerda Viviana, en exclusiva para la revista Quién.

Se había planeado que después de jugar en Campo Marte a mediodía, Felipe llegara a casa de Viviana para bañarse y después bajara al jardín de los Corcuera para una comida con 70 personas organizada en su honor. Felipe iba acompañado por su ayudante de cámara, que era la única persona que podía vestirlo.

A las 3 de la tarde en punto el esposo de la reina de Inglaterra bajó. “Apareció trajeado, alegre, muy simpático, bronceado… Estaban todas las señoras encantadas con él”, nos cuenta Viviana.

Esa tarde Banquetes Mayita Orvañanos sirvió una espectacul­ar comida: “era una maravilla la presentaci­ón de todo el buffet, con muy buenos vinos y champagne francés”. Mayita era la mejor amiga de Enrique Corcuera, así que no defraudó la confianza que le brindó su amigo para servir a la realeza. Además, para ese viaje los Rincón Gallardo Corcuera también ofrecieron un espectacul­ar baile para Su Alteza Real.

Viviana nos sorprende al revelarnos que Felipe de Edimburgo era un hombre muy culto y que dominaba la historia de México. “Conocía la historia de México de maravilla, tenía plática para todos los mexicanos cultos. Los dejaba helados porque sabía todo sobre la historia de México. Era un gran conversado­r”.

La comida en su casa fue todo un éxito, pero, días después, los Corcuera se volvieron encontrar con el Duque de Edimburgo en el rancho de Don Juan Sánchez-navarro, muy cerca de Teotihuacá­n, en donde Felipe sorprendió a todos vistiéndos­e de charro. Un charro rubio. “Se veía extraordin­ario, elegantísi­mo. Con esa altura, era guapísimo”.

La muerte de Felipe se sintió no sólo en Inglaterra, sino en todo el mundo y en México también. Todas las personas que tuvieron la oportunida­d de conocerlo más de cerca, como Viviana Corcuera, lo recuerdan con mucho cariño: “Su alteza Real el Duque de Edimburgo fue una figura excepciona­l. Él continuará influyendo como símbolo con tanta o más fuerza que en los instantes estelares de su existencia. Descanse en paz su Alteza Real, extrañarem­os mucho su elegancia, su luz, su alegría de vivir y su estilo”, finalizó un tanto nostálgica Viviana.

 ??  ?? Viviana recuerda cuando conoció a Isabel II en marzo de 1975 en su visita México: “me pareció una persona con un carisma extraordin­ario. Una verdadera reina, un porte estupendo, una alegría y una sonrisa preciosa, natural. Siempre muy en su lugar. Es una monarca estupenda”.
Viviana recuerda cuando conoció a Isabel II en marzo de 1975 en su visita México: “me pareció una persona con un carisma extraordin­ario. Una verdadera reina, un porte estupendo, una alegría y una sonrisa preciosa, natural. Siempre muy en su lugar. Es una monarca estupenda”.
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Viviana y Enrique Corcuera, recibiendo afuera de su casa al Duque de Edimburgo.

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