EL ÚLTIMO ADIÓS AL DUQUE DE EDIMBURGO
El adiós a Felipe de Edimburgo se llevó a cabo en Windsor el pasado 17 de abril con gran expectación. Seguro que otras monarquías europeas tomaron nota porque dar un adiós después del Covid será diferente.
La familia real británica despidió a Felipe con un funeral íntimo. ¿Quiénes estuvieron ahí y cuáles fueron los momentos clave?
Los Windsor también lloran. Lo comprobamos hace unas semanas en el funeral del patriarca de la familia real. A Felipe de Edimburgo le faltaron sólo dos meses para cumplir 100 años: ya no pudo, no tenía fuerzas. Sin querer y sin saberlo, el esposo de la reina protagonizó el primer funeral real post Covid-19. También a la realeza los golpeó la crisis sanitaria y, a pesar de que Felipe nunca quiso un funeral de estado, el protocolo se tuvo que modificar, resultando en un adiós más intimo.
Solo 30 familiares acompañaron a la monarca a dar el adiós al que fuera su esposo por 73 años, 4 meses y 20 días: sus cuatro hijos; ocho nietos, de los que sólo cinco asistieron acompañados; los hijos de la princesa Margarita (q.e.p.d.), hermana de la reina; el príncipe de Kent y la princesa Alexandra; y una gran novedad, los sobrinos nietos de Felipe: se trata de los nietos de sus hermanas, aquellos griegos con sangre alemana a los que tanto se les rechazó por la enemistad nacida entre Gran Bretaña y Alemania en la Segunda Guerra Mundial. Isabel II quiso reivindicar ese lazo invitándolos.
Tampoco podía faltar Lady Penny, la compañera inseparable de Felipe “autorizada” por la reina. Es hija del fundador de los restaurantes Angus Steak y estuvo casada con el sobrino de Felipe, pero tras un matrimonio muy complicado se divorció y se convirtió en dama de compañía del príncipe. Felipe y Lady Penny pasaban largas temporadas en Sandringham desde el retiro de la vida pública del duque en 2017, pero debido a la pandemia se le recordó que su lugar tenía que ser junto a la monarca. Después de siete décadas juntos, este último año Felipe e Isabel vivieron una dinámica lo más parecida a la de un matrimonio como nunca antes lo hicieron: juntos, sin hijos, solo ellos dos. A pesar de todo, este confinamiento fue un gran regalo para la reina.
Por eso, verla en el funeral de luto riguroso, con un cubrebocas con el que ocultaba su dolor, derramando algunas lágrimas y respetando una sana distancia, hizo más evidente lo sola que se queda.
A pesar del carácter agrio de Felipe, el mundo se pudo dar cuenta qué tan querido era por los británicos y lo cercano que estaba a sus hijos, nietos y bisnietos. Todos estaban inconsolables. El propio Carlos, con el que tuvo una relación muy complicada, no pudo evitar llorar.
Se fue el consorte real más longevo de la historia, el gran apoyo de la reina, a solo dos semanas del cumpleaños 95 de la soberana: sin duda el más triste que le ha tocado vivir. La familia real se prepara para vivir una nueva era, la última en el reinado de Isabel II.
Sana distancia entre William y Harry
Isabel II no quería dramas en el funeral de su esposo y, sabiendo que Harry venía desde Los Ángeles, pidió que él y su hermano William caminaran separados por su primo Peter Phillips en el cortejo.
Fue hasta saliendo de la Capilla que se produjo un acercamiento provocado por Kate, quien buscó platicar con Harry. Mientras los tres se dirigían caminando a los jardines de Frogmore para el entierro, Kate de pronto disminuyó el paso, dejando a los dos hijos de Diana solos; entonces a William no le quedó de más que platicar con su hermano. Difícil una reconciliación real, pero dicen que el tiempo lo cura todo.