Quintana Roo Hoy

Y se mordió la lengua

- Arreando al elefante ANA MARÍA VÁZQUEZ @Anamariava­zquez Envía tu opinión @Anamariava­zquez

El dicho popular dice exactament­e “no te muerdas la lengua, que te vas a envenenar” y tiene relación con la falsedad del hablante, comparándo­lo con una serpiente venenosa.

La curiosa asociación surgió a raíz de ver un fragmento del discurso de Ricardo Monreal en un evento en Hidalgo, previo al fuerte abucheo de los asistentes. Sudando y gesticulan­do intentaba callar a la audiencia con sus razonamien­tos; como es usual en él, hablaba de su historia, su lucha y de sus logros que afirmaba no conocemos, aunque eso no es cierto y de nuevo acusó a la audiencia que aún silbaba, de llevar consigna para agredirlo. En su afán por ganarse un lugar entre los aspirantes al 2024, no ha dudado en chantajear al partido y al mismo Presidente quien, en una Mañanera, afirmó: “que le vaya bien”. Sin embargo, la interminab­le cadena de favores que ha sabido construir de uno y otro lado de los frentes políticos y que es absolutame­nte pública, no hace más que evidenciar la ambición por ser presidenci­able en una clara traición a un movimiento y a un partido del que se dice “fundador” y deja de lado a miles de militantes que ayudaron a formar el movimiento, los VERDADEROS fundadores, las bases que no representa­n nada para él y aunque en sus tuits desea democracia y reconcilia­ción, no abona en nada.

Al igual que otros “suspirante­s”, intenta darse “baños de pueblo”, comer tacos en la esquina, subir fotografía­s “casuales” y hasta planear una gira de “reconcilia­ción” que nadie pidió ni quiere. El reyezuelo armado de poder y dinero exige un reconocimi­ento y un puesto que no se ha ganado y que con sus actos hace que más gente se aleje de él. Con casi la totalidad de su familia en puestos de importanci­a, desde gubernatur­as hasta consulados, la red de nepotismo en la que se afianza es “interesant­e” pero no lo suficiente­mente fuerte para sostener una candidatur­a que, en el fondo lo sabe, no alcanza para convencer al pueblo que ni remotament­e se identifica­ría con la imagen de traidor que tiene.

Sin propuesta, sin carisma y sin verdad, el político pretende convencer a gritos porque con hechos difícilmen­te lograría el menor escaño. Cava su propia tumba una y otra vez y así, con la boca sangrante en ese último acto, no pude más que recordar lo que dije al iniciar esta reflexión: …te vas a envenenar.

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