Qué poco vale lo que vale de verdad
Un hombre vale lo que su palabra. Y por lo que profesa Gastón en relación a sus acciones, como persona vale poco. “Soy un hombre y yo decido dónde jugar”, escribía ayer indignado el uruguayo, exaltando una libertad ficticia, pues en realidad está encadenado a sus caprichos, a su conveniencia. La libertad significa responsabilidad, y este jugador la perdió.
Silva entregó su palabra a Pumas, se dijo “contento” por la oportunidad y se comprometió a jugar con ellos, al grado que viajó a Madrid para realizar con éxito el trámite para obtener la visa que le permitiría laborar en México. Está comprobado. Torino también lo comprendió así y anunció de forma oficial el fichaje con los felinos.
Pero el valor de la palabra de Gastón es endeble, le bastó al Diablo de Avellaneda agitar sus monedas para que el sonido lo derrumbara. Independiente se metió, lo sedujo fácilmente, lo incitó a pedir al club italiano anular el compromiso adquirido con los mexicanos para emigrar a Argentina.
El equipo de Turín también cayó, se deslumbró con la mejor oferta que arribó desde Argentina; después comprendió que faltó a su acuerdo inicial, se dio cuenta de que cometió un error y llegó a ofrecer a Pumas una compensación por devaluar su palabra. El Club Universidad no lo aceptó, por supuesto, pues la justicia no espera premio.
El cuadro de Avellaneda hoy también entendió que lo que hizo no estuvo bien, que no es tan fácil romper el compromiso adquirido de terceros y ayer frenó la contratación de Silva, no lo ha firmado, pues analiza detenidamente la situación legal. Lo que creyeron que podían deshacer con la mano en la cintura, no es tal, gracias a la postura que asumió Pumas. El Diablo argentino ahora anda de puntitas en el Infierno, con mucho cuidado de no quemarse más de lo que ya está.
El tiempo será bondadoso con los que traicionaron sus principios: Gastón jugará en Independiente, Torino tendrá el dinero de la venta, Independiente ganará un defensa destacado. Y Pumas no dejará de buscar justicia, que su palabra mantenga su valor. Al final de todas, ésa será la mejor recompensa.