REBAÑO SIN CABEZA
Rayados nulificó a Chivas, que no muestra jerarquía de campeón y, en plena goleada, Almeyda fue expulsado
Chivas había atravesado la tormenta sin mojarse, hasta ayer. Monterrey y su renovado futbol gourmet aleccionaron al Rebaño con una goleada pulverizadora de esperanzas rojiblancas.
“Sólo hay tres minutos repartidos en fragmentos durante todo el encuentro, en los que todo se decide”, lo decía Johan Cruyff desde su condición de filósofo asertivo del futbol. Lo confirmaron Chivas y Monterrey, que en los primeros instantes del juego estallaron imprevistamente con par de anotaciones.
En la primera jugada del encuentro, un tiro de esquina tuvo un error multiplicado por dos. Hugo González no gobernó ni el área chica ni su primer poste; en consecuencia, Jair Pereira remató de cabeza y encontró la red. La pelota tenía prisa de gol.
Acto seguido, Celso Ortiz consumó lo inesperado. La respuesta rayada fue instantánea. Con un disparo colocado al poste izquierdo, Monterrey supo que hay revanchas para las voluntades arrojadas.
Rogelio Funes Mori ratificó que, a veces, la pelota es caprichosa y toma desprotegidas a las concentraciones enemigas; en una catapulta en forma de ataque, el argentino protegió el balón de espaldas, como quien cuida a la novia de la lluvia, y descargó para Dorlan Pabón, que midió los tiempos, como con regla, para asistir a un Funes Mori contundentemente intratable.
Chivas sintió el golpe; como quien juega a no perder, generalmente pierde, el Rebaño se quitó las cadenas con la incursión de Isaac Brizuela y la ‘Chofis’ López. Pero la ejecución no era proporcional a la intención.
Monterrey siempre fue más. Pero Dorlan Pabón supo que la dicha requiere escalas, cuando Rodolfo Cota le atajó un penalti; sin embargo, el arquero rechazó el esférico al centro. Fue así como Pabón hizo de aquella segunda oportunidad la consumación de la felicidad.
Matías Almeyda era expulsado y se iba del campo enfadado y abucheado. Si el líder es el espejo en el que se reflejan los demás, los jugadores de Chivas lo confirmaban en un tiro de esquina en el que hicieron de la aplicación, una anécdota.
Avilés Hurtado apareció en el aire como quien aparece en la sala de su casa; con todas las facilidades de una retaguardia estupefacta, las Chivas eran víctimas del abandono de su técnico. Almeyda contagió de impotencia a toda su defensa.
Rayados ganó, goleó y gustó; Chivas fue una calca del Campeón. Fue, en todo caso, un equipo que se presentó en Monterrey y jugaron con él.