FUE MUCHO AMERICA
LAS ÁGUILAS HUMILLARON A PUMAS Y VAN POR LA 13 EN LA FINAL ANTE CRUZ AZUL
AÁguilas ocasión, que le con en mérica y Cruz más gustan una por jugará La contenderán Azul, última veces Máquina, lo pulverizó las que la porque se simetrías. instancia. será Final haya por por a el al Pumas contra cuarta disputado partido el destino Las título
porque incontables. Pumas contar hay no y cosas En otras sabrá el que que primer nada no resultan se de quieren caso, eso, los nunca, humillación. universitarios desde En la el presunción, segundo, no contarán sus su aficionados no podran usar los dedos de una mano para contar los goles que recibieron en una noche trágica.
Lo será por siempre para el americanista, porque si las Águilas visten de amarillo, la humillación lo hace de azul y oro, deslavado en la impotencia.
Lo sabe Saldívar, que ayer no se puso dedos en los guantes, cuando Ibarra le envió un balón de lunes y lo convirtio en fies de viernes con ritmos de gol. Pero Pumas encontró en González a un rematador, que taladró con un cabezazo la puerta.
Pero los partidos se juegan en dos canchas: en el pasto y en el aire, donde pilota Valdez, el defensa que se aburre de la destruccion para cambiarla por la edificacion Y con un cabezazo a primer palo, construyó la anotación.
La sintonía anímica también visita los campos. Pumas seguía necesitando sólo un gol, pero con aquel recibido, la moral se desvaneció, como lo hace alguien cuando recibe una mala noticia.
Y los felinos desfallecieron, cuando Saldívar tampoco se ató bien los cordones y falló en una salida, que Ibarra reconfiguro con un centro rematado, de tijera por Roger Martínez, que colgó una hamaca en el aire y se tiró sobre ella para recostarse en lo eterno.
Pumas era un zumbido en el oído, de esos que te aturden y te desorientan. Sólo conocía una cosa: el camino hacia su portería, de donde sacó el cuarto balón, disparado por Guido Rodríguez.
Después, Diego Lainez cerró la pinza para el quinto y Emanuel Aguilera hizo, de penalti, el sexto. América jugará la Final contra Cruz Azul, porque las revanchas saben chutar.
Para ese entonces, ya con un Azteca volcánico, los americanistas rugieron el triunfo con voz de fuego; instalados en el fracaso, los universitarios ya no podían contar los goles, porque hay cosas incontables y otras, como esta estrepitosa derrota, que jamás se quieren contar.