Los 10 pecados del 'Tata'
La trágica novela en la era Gerardo Martino la podemos dividir en 10 pecados:
1. Engaño. Nos mostró una doble cara. Al inicio fue congruente, ecuánime, sensato. Algo pasó en la pandemia que se perdió, cambió radicalmente, modificó la esencia con que se manejaba.
2. Favoritismo. Nunca negó, ni ocultó su preferencia por ciertos jugadores. Hizo dos grupos: sus consentidos y el resto. Dejó de importar el nivel en sus clubes, si jugaban o no.
3. Lejanía. La pandemia lo hizo dejar México y refugiarse en su finca de Rosario. Perdió sensibilidad del futbol mexicano, se alejó día a día.
4. Involución. Nunca logró un plan alterno, dominó el sistema 1-4-3-3 y nunca consiguió tener un plan B.
5. Hartazgo. Finalizó su ciclo como terminan todos los técnicos nacionales. Enojado por cómo se maneja la Selección, aburrido de las decisiones de la Liga MX, que no cooperan para el desarrollo de jugadores, molesto con la prensa y recriminándole al aficionado la falta de apoyo.
6. Irracional. Perdió la capacidad de medir de la misma forma a los jugadores, siempre utilizó distintos parámetros. Cuando le convenía tomaba en cuenta la actualidad y cuando no, se refugiaba en la historia del jugador, era imposible entender su metodología.
7. Necedad. Se hundió en sus pensamientos, nunca tuvo un contrapeso. Al final todo dependía de acciones que tomaba unilateralmente.
8. Procrastinación. Decidió no sembrar para mañana, dejó fuera de la convocatoria a jugadores que son el futuro de nuestro futbol.
Dejar fuera a Lainez, Giménez y Sánchez fue un duro golpe para el próximo ciclo mundialista.
9. Autoritario. El planteamiento ante Argentina sólo vivió en la cabeza del entrenador, los jugadores nunca entendieron el motivo de la propuesta tan defensiva.
10. División. Finalizó con un vestidor partido. Las decisiones que tomó siempre dividieron, nunca logró unificar.
La era de Martino terminó muy lejana a lo que esperábamos, el proceso fue de más a menos, en algún momento comenzó a pudrirse y finalizó con uno de los capítulos más tristes de la historia moderna de la Selección, con el resultado más pobre en 34 años.