Frustrazul
La frustración en Cruz Azul es máxima porque el club parece tenerlo todo para mantener etapa gloriosa; sin embargo, falta algo que damos por hecho: criterio, el que pone en orden las prioridades y que la actual directiva de la cementera extravió rápido.
La Novena trajo la calma tras más de dos décadas de fracasos y desilusiones, de manejos turbios encabezados por Billy Álvarez, de comprar y vender al por mayor, de jugar con la esperanza de una afición que no dejó de creer y mantuvo por su enorme cantidad la grandeza azul. Entendimos que nunca debimos subestimar a La Máquina.
La Nación Azul mantuvo la fe en lograr el título por tanto tiempo y cuando llegó, con un plantel excelso, un técnico identificado con los valores de casa, una directiva brillante y una institución con poder y solidez, la cosecha de más estrellas lucía inevitable; sin embargo, el ego lo impidió.
Para quitar a Billy, el gobierno federal trazó el camino, lo hizo posible y después propuso a Álvaro Dávila como dirigente del equipo; Víctor Velázquez, el mandamás de Cruz Azul, tuvo que aceptar a pesar de que había depositado su confianza en Jaime Ordiales. El nuevo presidente deportivo ganó el campeonato y mayor reflector, al titular de la empresa no le gustó y prefirió removerlo junto a quienes construyeron la corona en mayo de 2021. El maldito ego. Se perdió el criterio.
Hoy está hundido ese gran equipo que era capaz de mantener una etapa de gloria como en antaño. Cortarán al Potro Gutiérrez y vendrá Paco Palencia, cuarto técnico en ocho meses. Y poco cambiará si no se ataca de raíz del problema: el criterio de Velázquez, gran culpable de la crisis.