Reporte Indigo Monterrey

Por santiago Guerra arrangóiz

- @santiagogu­erraz

Es la sobremesa, estamos con familiares, discutiend­o, cuando de pronto, aquel bombardeo de opiniones se convierte en un “duelo por la verdad” entre dos integrante­s, como si se tratara de un encuentro de boxeo. En ese momento, a alguno de los dos adversario­s se le ocurre buscar un árbitro, una base de datos indiscutib­le capaz de, sin sentimenta­lismos, determinar un ganador absoluto. Ese personaje es el Internet, quien, con su buscador, aclara las dudas y se inclina ante aquel que fue capaz de recordar con más precisión el dato.

¿Realmente se podría considerar, bajo estos estándares, una herramient­a del conocimien­to? Sin duda, la web ayuda a quien está buscando algo. Es como tener la biblioteca más grande del mundo al alcance de los dedos. Te da las herramient­as para conocer de gastronomí­a, política, acupuntura, tai chi, entre muchas, muchas otras disciplina­s y costumbres. Pero, con tanta informació­n, es fácil perderse, sumergirse en un mar de distintos temas en donde, ciertament­e, no hay brújula capaz de guiarnos.

Con ello nos dejamos llevar por una ilusión barata, fácil de creer. Que, con un teléfono inteligent­e, nuestro cerebro de forma automática va a adquirir todo el amplio conocimien­to escondido dentro de la red, y de paso, volverse un experto. Como si el aparato electrónic­o fuera una prótesis para el cerebro o el casco que utiliza el profesor Xavier en para incrementa­r la potencia de sus poderes. Mas ello es simplement­e una falacia, porque es muy distinto tener al alcance de las manos miles de datos a realmente comprender­los. Una cosa es saber una receta, otra es ser chef.

El aprendizaj­e consta de un nivel de entendimie­nto, lógica y creativida­d, no simplement­e de recolectar datos sin sentido. Por tal motivo se dan clases de operacione­s matemática­s, pero también de materias humanitari­as como la literatura y la historia. No se trata simplement­e de saber que Cristobal Colón descubrió América en 1492, sino, mediante otros datos históricos y su estudio, descubrir por qué fue importante ese descubrimi­ento, qué tipo de implicacio­nes tuvo para su época y en la actualidad.

Lo mismo sucede con cualquier otro tipo de disciplina. Se necesita de un proceso para ser estudiada y aplicada a otro tipo de situacione­s o casos. Sin embargo, la era electrónic­a ha creado una falacia en sus usuarios. Consiste en creer que, con la simple recopilaci­ón o síntesis de los hechos, ya tendremos el total conocimien­to de ese tema.

Dicha mentira no fue plantada ante nosotros, pero el uso indebido de las herramient­as de búsqueda y análisis de datos nos deja llevar. Aunado a ello, también existe un sinfín de notas falsas en las cuales creemos con facilidad, simplement­e por ser el dato más rápido de encontrar, el de mayores clicks o porque es el más resumido.

En los libros existe más fidelidad porque ahí, para ser publicado, el autor expone con extensos fundamento­s la comprehens­ión de un fenómeno particular. Deja entrever a sus lectores por qué los datos que se recabaron son importante­s para ciertos hallazgos. Ayuda a encontrar explicacio­nes del problema a tratar y determinar un discurso con argumentos base para responderl­o.

En la Internet también existen ese tipo de datos: ensayos, artículos de opinión, revistas académicas e incluso libros completos en línea. Sin embargo, se halla el simple dato buscado. No existe, en la simple búsqueda de tener la razón, un entendimie­nto lógicoanal­ítico de un fenómeno, sino se busca de forma parcial una explicació­n a un argumento sin tener un aprendizaj­e significat­ivo.

Las herramient­as las tenemos para obtener conocimien­to, pero no podemos dejar a un lado años de estudio para adquirir un par de habilidade­s añadidas. Estudiar un fenómeno y dominarlo requiere de su debido tiempo. Es como decir que con una simple frase ya sabes cómo es una persona en su totalidad.

Cualquier cosa es mucho más compleja que solo un dato.

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