Cambios estéticos o refundación
En su última asamblea nacional el prd determinó que las corrientes internas debían desaparecer para dar paso a la unidad, sin embargo, al interior del partido aún chocan dos grupos: quienes buscan renovar la institución desde cero y quienes optan por hace
Si por algo se ha caracterizado el PRD es por reunir en una misma organización diversas formas de pensar en torno a la política del país.
Su nacimiento fue el resultado de la fusión del Partido Socialista Unificado de México (PSUM) -del cual tomó el registro y que tuvo su origen en el Partido Comunista Mexicano-, del Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT), del Partido Patriótico Revolucionario (PPR) y del Movimiento Revolucionario del Pueblo, entre otros.
Esa pluralidad le dio por muchos años la fama de ser un partido diferente de los demás, pero también le ha llevado a generar tribus en su interior que han consumido su popularidad y credibilidad.
Después de la derrota en las urnas el 1 de julio el PRD quedó rezagado como una fuerza política terciaria en el Congreso Federal. Es por ello que en noviembre pasado, durante su última asamblea nacional determinaron que las corrientes internas debían desaparecer y dar paso a la unidad.
Con esta filosofía llega el partido amarillo a su nuevo Congreso Nacional, pero con dos ideas opuestas entre sus principales líderes.
Una de las posturas busca modificar el nombre y el emblema del partido, es decir, una metamorfosis casi total; la otra considera que esto significaría reiniciar la historia que ha construido el PRD durante sus 30 años de vida y dejar atrás la imagen del instituto que se ha quedado en la memoria colectiva de los ciudadanos, por eso pretende que el cambio sea menos radical.
“Hay una postura que plantea mantener el espacio, el nombre y el logo como un tema de raíz histórica que nos da identidad. Yo me consideraría en la segunda, yo creo que el PRD en la próxima elección del 2021 cometería un error al hacer un cambio de nombre o de siglas, porque creo que algo de lo que ha logrado hacer es instalarse en la opinión pública nacional.
En algunos casos con mejores resultados que otros, evidentemente, pero como marca política está ahí”, explica Ángel Ávila, dirigente nacional del PRD, en entrevista con Reporte Indigo.
El líder perredista afirma que independientemente de cuál sea la decisión final, el PRD deberá adaptarse a la nueva forma de hacer política.
“Debemos seguir manteniéndonos pero ahora en una circunstancia social totalmente diferente. Hoy el tema de las redes sociales y de la incursión de los jóvenes en la política está presente en todos los partidos políticos y nos tiene que llevar a conformar un modelo de instituto distinto.
Ya no visto solamente como ese partido de masas que en algún momento se creó con organizaciones sociales, sino un PRD de ciudadanos en donde se pueda transmitir un mensaje ciudadano y la gente se pueda identificar con el nombre del PRD”, agrega Ávila.
Guadalupe Acosta Naranjo, exdirigente nacional del PRD, coincide en que este instituto político debe de estar al servicio de los ciudadanos e incluir a líderes sociales, académicos y expertos en derechos humanos que refuercen el cambio generacional que se avecina; pero no comparte la postura de Ángel Ávila, debido a que él considera que para adaptarse al nuevo ambiente social del país, es necesario modificar a profundidad el partido.
“El PRD debe hacer un análisis muy serio de qué fue lo que pasó en las elecciones pasadas y que los cambios que vayamos a hacer no sean problemáticos. También que se comprenda el sentimiento del ciudadano y saber lo que no quiere ya de la clase política mexicana y borrarlo.
Deberíamos de tener un nuevo nombre, un nuevo lema, un nuevo programa, poner todo esto a disposición de la gente que no se siente representada hoy (…) yo creo que no le vamos a mandar un mensaje fuerte a la sociedad de que estamos cambiando si al final son las mismas caras, el mismo emblema y los mismos modos de dirección”, señala Acosta Naranjo.
Los malos resultados que el prd obtuvo en las urnas el pasado 1 de julio lo convirtieron en la séptima fuerza política en el Senado de la república