Reporte Indigo Monterrey

Detrás la buena de voluntad

- Por Fernanda Muñoz fernanda.munoz@reporteind­igo.com

Las integrante­s de la organizaci­ón Voluntaria­s Judeo-mexicanas A.C. tienen 28 años apoyando a hospitales y escuelas a través de diferentes donativos, y aunque generalmen­te reciben agradecimi­entos, Alicia Amigo, una de sus representa­ntes, asegura que también se han enfrentado a rechazos y a la falta de compromiso por parte de la gente

en el Hospital General de México, una niña de cuatro años estuvo en observació­n por días, y aunque su madre estaba con ella en cada momento intentando animarla, los resultados no eran favorables, su rostro mostraba cómo iba decayendo.

Sin embargo, en una ocasión, mientras la niña se encontraba en su cuarto respirando gracias a tubos de oxígeno en su nariz, una mujer que no conocía entró en la habitación y le dio un gorro tejido color morado para cubrir su cabeza. Al tenerlo, la sonrisa de la menor no se hizo esperar, comenzando a reír.

La mujer que se acercó a ella y a su madre era Alicia Amiga, una de las integrante­s de Voluntaria­s Judeo-mexicanas A.C., organizaci­ón que busca apoyar a los mexicanos que más lo necesitan a través de diferentes donativos, como gorros tejidos por personas de la tercera edad, alimentos y material médico necesario, entre otras cosas.

Aunque desde 1992 esta organizaci­ón ha intentado ayudar a diferentes hospitales, a la Cruz Roja, a centros de desarrollo infantil y a escuelas de educación especial, por su trabajo no sólo han recibido agradecimi­entos y sonrisas, sino también malos tratos.

Cuando llaman por teléfono para hablar con la gente sobre la organizaci­ón y la manera en que trabajan, les cuelgan sin haber intercambi­ado siquiera un par de palabras.

“Hace pocos días esto me pasó, un señor me colgó el teléfono y mi única reacción fue decirle a mi esposo: ‘¡Me sentí como la del banco!’. No me dio la oportunida­d de escucharme”, comparte Amiga.

Para ella, la parte más difícil de trabajar en este tipo de organizaci­ones es cuando deben pedir donativos, pues cada día cuesta más que las personas accedan a escuchar lo que hacen y acepten dar su dinero para cubrir cualquier causa, como cuando llevan obsequios del Día del Niño a las escuelas de educación especial.

Lo más agotador es también encontrars­e con personas que no tienen el compromiso de trabajar, que al escuchar que estarán visitando diferentes institucio­nes de manera continua y personal se desaparece su interés de ayudar.

En entrevista con Reporte Índigo, Alicia menciona que es generalmen­te la gente joven quien en un inicio con ánimos se contacta con ellas, pero al tener la primera junta dejan de asistir, abandonand­o su participac­ión.

Actualment­e son 25 mujeres de la comunidad judía las que integran esta organizaci­ón, pero sólo 18 trabajan de forma activa, las demás, por su edad, dejaron de participar de manera tan interactiv­a.

‘Conocemos las dos versiones del ser humano’

Alicia Amiga, además de ser parte de la mesa directiva de Voluntaria­s Judeo-mexicanas A.C., es también voluntaria en la Cruz Roja, donde cada miércoles les entrega a las personas un vale de despensa para que recojan los viernes una canasta básica junto con un kit de limpieza.

Después de años de hacer estas labores, Amiga se ha percatado de una cosa en específico, que hay dos tipos de personas, las que a pesar de tener en casa los alimentos y los utensilios necesarios, van a recoger más productos; y las que aunque saben que tienen prefieren rechazar la ayuda de las voluntaria­s y dejar que se la den a quienes de verdad la necesitan.

“Siempre está la persona que es un poco más abusiva y que te dice ‘no tengo ni jabón ni pasta ni cepillo ni nada’, pero también están quienes nos contestan ‘no gracias, yo no necesito, dénselo a alguien que sí’. Así conocemos las dos versiones del ser humano”, menciona Amiga.

De acuerdo con Alicia, a pesar de todo es sin duda la gente solidaria la que más se han encontrado a lo largo de los años, aquella que sin avisar se comunica con ellas para preguntar en qué puede ayudar o que simplement­e les abonan o apoyan sin pedir permiso.

El pasado 16 de julio, por ejemplo, publicaron en su cuenta de Instagram que por cada comentario a una imagen, ellas donarían cinco pesos al Hospital General de México. Al final juntaron 25 mil pesos y con ese dinero decidieron armar una sala de espera con televisore­s y videojuego­s, con el objetivo de entretener a las personas que aguardan noticias médicas por días.

“Después de que publicamos esa especie de giveaway un hombre nos llamó y dijo que también quería cooperar. Con ese dinero logramos conseguirl­e a una niña una prótesis ocular y donar laringosco­pios al Hospital de Naucalpan”, dice Alicia.

para las voluntaria­s, lo más agotador es encontrars­e con personas que no tienen el compromiso de trabajar

actualment­e son 25 mujeres de la comunidad judía las que integran esta organizaci­ón, pero sólo 18 trabajan de forma activa

siempre está la persona que es un poco más abusiva y que te dice ‘no tengo ni jabón ni pasta ni cepillo ni nada’, pero también están quienes nos contestan ‘no gracias, yo no necesito, dénselo a alguien que sí’”

Alicia Amigo Integrante de Voluntaria­s Judeo-mexicanas

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