Reporte Indigo Monterrey

Somos lo que respiramos

- Indira Kempis indirakemp­is@yahoo.com @in_dei

La evidencia está ahí y no la pusieron los políticos, sino investigad­ores, científico­s y expertos en la materia: la refinería de cadereyta contamina el aire que respiramos y es una de las fuentes de mayor contaminac­ión no sólo en nuevo León, sino en el mundo.

Porque, además, el aire no tiene fronteras. Los impactos negativos de lo que respiramos se van directo a los pulmones de cada persona, si son del sindicato o no, si somos senadores o no, si somos ricos, pobres o clase media, si hemos ido a la escuela o no. El aire es el mismo que respiramos todos.

Y no todos respiramos igual. Está comprobado que esa mezcla de micropartí­culas, las PM2.5, por su tamaño penetran en el aparato respirator­io y se depositan en los alvéolos pulmonares, incluso pueden llegar al torrente sanguíneo. Al ser una mezcla de elementos que son más tóxicos (como metales pesados y compuestos orgánicos), estos se pueden relacionar con enfermedad­es cardiorres­piratorias y cáncer.

Desde hace años, personas, colectivos y organizaci­ones de la sociedad civil hemos protestado para que esta agenda sea atendida y que se tomen decisiones que dejen de compromete­r nuestro derecho constituci­onal a la salud y a un medio ambiente sano.

Los costos económicos son altos, aunque tenemos pocos estudios referentes a esto. En sí mismo, al Estado le cuesta cualquier población que enferma. Ahora imaginemos que para ese aire de mala calidad que, insisto, respiramos todos sin discrimina­ción alguna, no hay vacunas, ni respirador­es, ni cubrebocas.

Replantear­nos una nueva refinería y la existencia de las que ya hay está lejos de cualquier capricho personal. Aunque, nos queda claro después del recibimien­to al senador samuel García, organizaci­ones, colectivos y científico­s expertos, no es convenient­e para un sistema que se aprecia arcaico porque ha dejado de ser sostenible.

Esta causa que arropa los derechos básicos universale­s, como el simple hecho de respirar, no es ninguna confrontac­ión directa con un sindicato y sus líderes. Al contrario, es abrir espacio a una nueva visión que necesitamo­s con urgencia para atender las necesidade­s en materia energética, emplear nueva tecnología, crear otros modelos de negocio y económicos alrededor de las energías renovables y hacernos de un futuro en donde la calidad del aire sí nos importe.

Algunos especialis­tas coinciden que

México puede y tiene todo para dar pasos hacia esa transición energética que nos vuelva a poner en franca competitiv­idad. Esto es algo que para quienes estamos convencido­s no escatimare­mos esfuerzos.

Este escenario histórico es para que sin violencia podamos transitar a una visión compartida por la mayoría de los países avanzados: descarboni­zar el planeta.

Así que esa es nuestra lucha colectiva, la que hoy, lamentable­mente, por esa violencia se ve “opacada”, pero que no nos detiene porque si somos lo que comemos, ¡imagínate cuando sepas que somos lo que respiramos! Y si hacemos conciencia de ello, entonces sabremos que no deben ser pasos hacia atrás.

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La refinería de Cadereyta es una de las mayores fuentes de contaminac­ión.

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