Animación mexicana rompe con mitos
La película Ana y Bruno aborda temas como las enfermedades mentales o la pérdida de un ser querido, con un lenguaje sencillo para que los niños puedan entender experiencias de la vida
más de una década tardó que la película animada más cara en la historia de México llegara a las salas. Ana y Bruno, en su primer fin de semana, se colocó en el sexto lugar de la taquilla, pero logró generar polémica alrededor de los temas que trata, entre los que están la esquizofrenia y el duelo.
Algunos usuarios en redes sociales comentaron que el filme no es apto para niños, aunque su clasificación es A. También hubo quienes defendieron a la producción, dirigida por Carlos Carrera, al asegurar que no se debe subestimar la inteligencia de los niños frente a estas temáticas.
“Es un tema difícil, sobre todo en México, no existe la costumbre en algunas familias de hablar de estos temas con sus hijos y creo que es lo que estamos viendo en las redes, esta polémica que se da entre los papás que van con sus hijos pequeños, que la disfrutan mucho y la agradecen y los papás que no se la pasan bien, que les incomoda y que prefieren salirse. Hemos visto las dos cosas, considero que los papás están en su derecho de educar a sus hijos como quieran”, opina Pablo Baksht, productor del filme.
La premisa del largometraje es que Ana y su madre toman unas supuestas vacaciones en un lugar alejado de la ciudad, ahí, la infante se encuentra con Bruno, el amigo imaginario de otro huésped y pronto descubrirá que no todo es como ella esperaba.
“Desde el inicio consultamos a una psicóloga infantil, porque dijimos ‘está buenísima esta historia, pero tampoco queremos traumar niños’, para ver a que target la encausábamos, hacia qué público dirigíamos el guión y la película, la psicóloga nos dijo que lo veía padrísimo para los niños, que era una gran oportunidad para que los papás hablaran con sus hijos de estos temas que son tabú en las películas infantiles”, argumenta Baksht.
Ana y Bruno tendrá un lanzamiento paulatino en Latinoamérica el resto del año y llegará a España el 21 de septiembre. Se prevé que pueda llegar también a China y Rusia, donde es posible que tenga la oportunidad de recuperar su inversión.
“Que cueste lo que tenga que costar”
Baksht no rehuye al tema de cómo es que Ana y Bruno es el largometraje animado más costoso de México, justifica que el proyecto fue ambicioso para poder competir con el nivel de calidad de producciones que se realizan actualmente en otras partes del mundo, aunque al inicio sí tenían contemplado un costo mucho más bajo.
“La animación es mucho del tiempo que le dedicas a los personajes, escenarios y demás, es igual a calidad y el tiempo pues es dinero. Entonces, mientras más calidad busques, necesitas mayor presupuesto. Después, cuando ya me dijeron que no iba a ser eso (el costo), dijimos ‘bueno que cueste lo que tenga que costar’, no nos importaba ser la más cara, sino hacer una película que llenara los cines”, precisa.
Fueron 104 millones de pesos la inversión que se tuvo para hacer Ana y Bruno, de la cual, un 80 por ciento proviene de fondos privados. Baksht admite que es una labor titánica el poder juntar esa suma, además de tener una ganancia, que hasta ahora
ante la polémica, usuarios de redes sociales opinaron que no se debe subestimar la inteligencia de los niños frente a estas temáticas