La herida abierta del exilio español
Refugiados del franquismo en México califican como un acto de justicia la exhumación de los restos de Franco en España
Alrededor de 20 mil españoles atravesaron el mar para resguardarse en México de la Guerra Civil y la dictadura franquista hace 80 años. Hoy, los exiliados narran sus experiencias sobre su huida de la persecución ideológica y afirman que la exhumación de los restos de Franco significa un acto de justicia
La huella de la guerra civil española y la dictadura franquista se encuentra en territorio mexicano. El rastro de ese periodo de la historia del país ibérico llega hasta una oficina no tan lejos del Ángel de la Independencia en Ciudad de México.
En los despachos principales de la firma constructora Grupo Rodim, la historia de España alcanza el presente y es narrada desde las experiencias de Fernando Rodríguez Miaja, presidente de esta compañía y exiliado español que en 1939 atraviesa el Atlántico para huir de Francisco Franco.
Durante la guerra y la inmediata posguerra, miles de españoles al igual que Fernando abandonan su tierra natal y se desplazan a otros países por temor a las represalias de Franco.
A sus 101 años de edad, el exiliado recuerda su vida previa a la migración mediante los periódicos que lee cotidianamente y considera tienen línea editorial de “izquierdas”.
Gracias a un diario se entera de que el actual gobierno español aprueba la exhumación de los restos de Franco del Valle de los Caídos a partir de un real decreto el pasado 24 de agosto.
Después de esa noticia, Fernando recuerda sus experiencias como teniente de ingenieros en la guerra civil española, su huida a territorio mexicano e incluso su regreso a un país que ya no sentía como propio.
“Soy de ideología izquierdista y estuve siempre en contra del levantamiento de Franco, entonces al final de la guerra sólo me quedaba que me fusilaran, metieran a la cárcel o salir del país”, narra Fernando.
Al saber sobre la peligrosidad de sus ideas y su uniforme, el presidente de la constructora decide salir de España y refugiarse en el país que es su hogar en la actualidad.
“Tuve la enorme suerte de llegar a México donde gracias al presidente Cárdenas y la generosidad del pueblo mexicano fuimos acogidos con cariño y pu- dimos rehacer la vida”, comparte el hombre exiliado.
Fernando arriba al puerto de Veracruz el 24 de mayo de 1939. Cuenta que pasa momentos difíciles al principio de su exilio porque no tiene dinero. Comparte que cuando llega a México recibe ayuda de asociaciones que apoyan a refugiados y poco a poco logra recuperar su vida.
En su camino hacia la estabilidad económica decide asentarse en Ciudad de México. El exiliado español empieza a trabajar muy pronto con un arquitecto. Primero como empleado y luego logra fundar su propia compañía constructora.
Ochenta años después de su llegada a México, Fernando no se desapega de sus raíces españolas y menos de ese periodo bélico que da forma a su carácter.
Las fotografías que decoran su oficina demuestran el valor que brinda el exiliado a la historia. En un librero resalta una imagen en las que se observa a un joven de poco más de 20 años que porta un traje militar.
El retrato refleja cuando Fernando participa en la guerra al lado de su tío, el general José Miaja Menant, quien es conocido por su papel en la defensa de Madrid.
Fernando ve con nostalgia la fotografía, pero también sabe que estuvo en riesgo por su uniforme, las ideas de izquierda y el apoyo que le brinda en su momento a su tío general.
“Fui muy romántico porque siempre pensé que mientras viviera Franco y mientras hubiera una dictadura presidida por él yo no volvería a España y regresé un año después de que murió”, comenta el español.
El regreso no fue fácil para ningún exiliado aunque Franco ya había muerto. Cuando visita España por primera vez después de la migración a México, Fernando se encuentra con que sus padres habían fallecido y muchos lugares de su país le recuerdan las persecuciones contra a quienes consideraba sus amigos.
Es un acto de justicia elemental que quiten de ahí a Franco porque es duro estar premiando a un hombre que presidió una sublevación contra un gobierno” Fernando Rodríguez Miaja Exiliado español
El Valle de los Caídos es para el exiliado de 101 años el peor símbolo del franquismo por la historia que hay detrás de su construcción y es por eso que nunca quiso visitar este recinto. El Valle de los Caídos es un conjunto monumental construido entre 1940 y 1958 como un homenaje a los franquistas que lucharon y murieron durante la Guerra Civil, de acuerdo con una orden firmada por Franco en 1940.
En este lugar hay una iglesia que se llama la basílica del Valle de los Caídos. En ese espacio están enterrados en diferentes criptas y pisos 33 mil 833 cadáveres, de los cuales 12 mil 410 son de personas desconocidas, según un informe realizado durante el gobierno del expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero.
“El Valle de los Caídos fue construido por prisioneros nuestros. Es un disparate porque ahí enterraron a miles de personas nuestras y gente franquista”, dice Fernando.
El exiliado se siente sorprendido porque un lugar como el Valle de los Caídos permanece intacto después de que la democracia es posible en territorio español.
“Es absurdo que en un país
con organización democrática como es España haya un monumento erigido para ensalzar la figura de un dictador. En ninguno de los países de Europa se ha hecho un homenaje a las personas que lucharon contra las democracias”, opina Fernando.
Ante esta circunstancia, una de las primeras promesas del actual presidente del gobierno español Pedro Sánchez fue exhumar los restos de Franco. A partir de la aprobación del real decreto, el dictador será trasladado fuera del Valle de los Caídos antes de que termine el año.
“Es un acto de justicia elemental que quiten de ahí a Franco porque es un poco duro estar premiando a un hombre que presidió una sublevación contra un gobierno”, concluye Fernando.
un proceso de reparación
Clara E. Lida, profesora investigadora del Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México, considera que la exhumación de Franco abre un proceso de reparación para las víctimas.
“La exhumación no sólo es una reparación histórica teniendo en cuenta que el alzamiento militar de 1933 se hizo contra un Estado legítimamente constituído, sino una reparación contra la violencia que desató el Estado franquista a partir del final de la guerra civil contra sus propios connacionales, tanto dentro de España como contra aquellos que salieron exiliados debido a la opresión”, comenta la profesora.
La investigadora especializada en exilio español agrega que esta decisión del actual gobierno es una manifestación del cambio de los tiempos.
“Esto se debió hacer durante la transición española, pero ha tardado muchos años consolidarse algo que era una deuda pendiente de los gobiernos democráticos con la historia y con las víctimas”, considera la experta.
La investigadora añade que la exhumación de los restos es una forma de justicia, pero también de obligación moral y ética.
“Era moralmente necesario que se acabara con esta situación. España quedó como el único país que mantuvo a su dictador enterrado en un monumento”, comenta Lida.
La exhumación cierra un capítulo de la historia española, no obstante, la profesora considera que todavía existe una deuda de justicia con las víctimas.
“Todavía hay muchas víctimas del franquismo que no han sido reconocidas y los restos yacen en fosas comunes. Hasta que no se haga una verdadera reparación a los deudos y a las víctimas la historia no habrá concluído”, finaliza la especialista.