Machismo, el problema
El feminicidio y cualquier tipo de violencia en contra de un mujer por su género proviene de una mal heredada tradición machista y por diversos factores que llegan a propiciar un clima de inseguridad, impunidad autoasumida y una falta de justicia estructural, explica María Gabriela Castellanos Abundiz, catedrática de la FES Acatlán de la UNAM.
“Aunque todos los feminicidios son diferentes y ninguno debe generalizarse, los perpetrados por parejas o exparejas suelen ocurrir porque el agresor llega a desarrollar un sentido de pertenencia en todos los ámbitos, incluido el personal y ello muchas veces termina en asesinato por celos, despecho u otra causa”, sostiene.
El recrudecimiento de estos crímenes no sólo se da en relación a las condiciones de violencia en que ocurren, sino también en la exposición de los cuerpos, explica la especialista, ya que el abandono en vía pública viene representar un mensaje simbólico de “advertencia o castigo”, sumado la naturalización de la violencia y la revictimización que muchas veces se da para desacreditar el hecho.
“Para frenar esta problemática e incentivar la prevención de la misma, se deben implementar políticas públicas en sensibilización de violencia de género y de no discriminación, además de reestructurar las instancias de seguridad y justicia, con la intención de revertir la deshumanización y la pérdida del tejido social”, señala.
La negativa de activar la alerta de género se da por motivos políticos y supuestamente económicos en determinadas regiones, sostiene la también coordinadora de la Comisión de Género de la UNAM, “aunque para una justicia siempre será necesario voltear a ver el trabajos de las organizaciones especializadas en el tema, ya que las mismas suelen brindar más apoyo y lucha”.