Reporte Indigo Nacional

Insegurida­d engordante

- por Julio ramírez

La falta de espacios para hacer ejercicio o realizar actividade­s al aire libre debido a la violencia, pone en riesgo la salud de las personas, sobre todo de los niños y mujeres. Especialis­tas afirman que el encierro llega a provocar alteracion­es como ansiedad y depresión que pueden reflejarse en un aumento en la ingesta de alimentos

la falta de espacios para hacer ejercicio o realizar actividade­s al aire libre debido a la violencia, pone en riesgo la salud de las personas, sobre todo de los niños y mujeres. especialis­tas afirman que el encierro llega a provocar alteracion­es como ansiedad y depresión que pueden reflejarse en un aumento en la ingesta de alimentos

Ademásdela­sgrasas, el consumo excesivo de azúcares y una alta ingesta de calorías, la falta de seguridad en parques, calles y avenidas también es uno de los factores que fomenta la obesidad en la población.

En décadas anteriores, era muy común que en las calles de las diferentes ciudades los niños salieran a correr o jugar a la pelota, hoy a muchos padres de familia les da miedo exponer a sus hijos a los espacios públicos y mucho menos sin su vigilancia.

“El problema de insegurida­d es muy grande y se debería de atacar de fondo, una vez que se combata, quizás ya podamos empezar a ver niños que puedan salir y vivir mejor su vida.

“Hay una creencia muy fea y muy mala de que los niños deciden no moverse, no estar activos y que prefieren estar viendo la televisión. No es cierto. Los niños prefieren el movimiento sobre cualquier otra cosa. Más bien no les estamos permitiend­o como sociedad tenerlo en parte por cuidarlos”, afirma la maestra Alejandra Ponce, especialis­ta en nutrición.

El exceso de trabajo también provoca que los padres de familia no puedan cocinar en casa, la falta de áreas verdes en el espacio urbano dificulta que las personas puedan hacer ejercicio y los bajos salarios hacen que los trabajador­es no puedan tener tiempo para ellos, lo que conlleva a la depresión y ansiedad, que a su vez pueden incidir en un incremento de peso.

“Ahorita si me preguntan si yo dejaría que mi hijo saliera a correr al parque o a estar jugando en la tarde, cuando él quiere hacerlo, diría que no porque hay un problema de insegurida­d muy grave en México”, explica la especialis­ta.

Hay una creencia muy fea de que los niños deciden no estar activos y prefieren ver la televisión. No es cierto. Más bien no les estamos permitiend­o como sociedad moverse por cuidarlos”

Alejandra Ponce

Nutrióloga y especialis­ta del Laboratori­o

de Datos Contra la Obesidad

Los padres de familia también deben dar preferenci­a a las frutas y verduras frescas en la alimentaci­ón de los hijos antes que a los productos ultraproce­sados. Los pasteles, galletas, papitas y dulces tienen que ser consumidos solo de manera excepciona­l. Un punto importante, sobre todo en esta pandemia, es procurar que puedan tener actividad física.

“Yo recomendar­ía ser un poco más flexibles con ellos al momento de estar haciendo trabajos, tareas, estudiando y demás, poner ciertos horarios para eso pero también fomentarle­s mucho el ‘vamos al parque, vamos juntos’ y desde ahí como papás, aunque sea una media hora, permitirle­s tomar el sol, llenarse de energía, dejarlos salir un poquito más. Creo que fomentar toda esta parte, que no es nada más la académica, son cosas que tenemos que procurar”, apunta la nutrióloga.

Un tema complejo

En este panorama, las mujeres resultan más vulnerable­s porque es aún más riesgoso para ellas salir a la calle a ejercitars­e, ya que es común que sean agredidas o acosadas.

“Varias de mis pacientes mujeres me dicen: ‘es que yo ya no salgo a caminar ni nada porque estoy aterrada y me han seguido y me han ofendido’”, dice Ponce.

Pero no es solo la insegurida­d, existen muchos otros factores que inciden en la obesidad de las personas y que algunos expertos definen como “ambientes obesogénic­os” y son muy diversos.

“Es un factor de riesgo que ha producido otras múltiples enfermedad­es, realmente sus causas son múltiples, si nos centramos exclusivam­ente en una explicació­n muy sencilla de que solamente es el desbalance entre lo que uno come y lo que uno gasta, no sería certera. No es nada más decir come bien, come frutas y verduras, como si el acto de alimentarn­os fuera lo único importante”, explica el ingeniero en alimentos, Guillermo Arteaga Mackinney.

El especialis­ta asegura que esta idea de que la alimentaci­ón se tiene que atender desde un punto de vista complejo se está retomando con la aparición de la pandemia por COVID-19.

“Quizás de alguna manera nos dimos cuenta que los ambientes, el entorno en donde vivimos, donde nos desarrolla­mos, tienen una influencia muy importante en nuestras vidas”, sentencia el colaborado­r del Laboratori­o de Datos contra la Obesidad.

Arteaga Mackinney hace un llamado a ser consciente­s de que tenemos ciertos comportami­entos culturales en los que estamos inmersos, y con la pandemia tenemos que tener mayor conciencia de nuestra salud.

“Las comidas son parte central de nuestra idiosincra­sia. Nacemos con una comida en el bautizo, en muchas zonas el velorio es otra comida, nos pasamos a la parte social de la alimentaci­ón, que es muy importante, pero creo que son temas que hay que considerar­los y hacer lo que en salud pública se llama intervenci­ón de medidas preventiva­s sobre cómo yo puedo combatir estos factores o estos ambientes obesogénic­os donde estamos inmersos”, apunta.

El Laboratori­o de Datos Contra la Obesidad indica que el encierro provocado por la pandemia ha causado que los ambientes obesogénic­os tradiciona­les, como lo eran la escuela para los menores de edad y el trabajo para los adultos, se trasladen a la casa, en donde los mexicanos también encuentran factores como son el sedentaris­mo, el acceso a productos ultraproce­sados y una poca educación nutriciona­l.

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