Reporte Indigo Nacional

Y mundos infinitos

Dos niños reconocen, a través del juego y la imaginació­n, su espacio cotidiano. El escritor Adolfo Córdova invita a que los lectores los acompañen por este viaje en su nuevo libro

- POR KARINA CORONA

Abrir los ojos y desun mundo distinto, un espacio donde los colores son más intensos y brillantes; voltear alrededor y descubrir que la casa que se habita es distinta, que todo cobra vida, porque es una especie de nave que te transporta desde un bosque hasta una selva; en este mundo todo es posible, hasta la idea de que el ser humano puede ser infinito.

Durante la infancia, la imaginació­n puede trazar el camino a muchos pasadizos, así como rutas oníricas y lúdicas, bajo esa idea, el escritor Adolfo Córdova voltea a ver a su niño interior para compartir, a través del libro un recorrido que parte desde reconocer el mismo cuerpo humano, hasta la exploració­n de lo cotidiano y de los múltiples universos que se pueden habitar.

“Me interesaba ver a nuestro cuerpo como nuestra primera casa, el primer lugar de exploració­n y cómo, a partir de éste, uno puede imaginar otros mundos y otras sensacione­s y aventuras. Hay también una declaració­n de principios del juego como una manera de estar en el mundo y el primer lugar donde podemos jugar es nuestra mente, imaginando­conloquete­nemosmás cerca de nosotros, como nuestros dedos, la espalda y la cabeza, así como la importanci­a del dibujo y la creación”, reafirma Córdova a Reporte Índigo.

es el primer libro que el autor le dedica a la primera infancia, situación que le emociona pues fue su manera de celebrar, junto con ellos, la posibilida­d de habitar un mundo sin etiquetas, de ser libres a través de la creación, de reinventar­se, de tener mundos propios y hacer muchas cosas más allá del género, sin dejar cerrada la puerta a los adultos.

Infinitos

Fondo de Cultura Económica (FCE)

Por unos instantes, la mirada de los niños permite al lector adentrarse en espacios imaginario­s, un gato amarillo que, conforme avanzan las páginas, crece, se vuelve gigante, y acompaña a los infantes, junto con otros animales, a este recorrido. Todo ello fue posible gracias a las ilustracio­nes de Cristina Sitja, quien trabajó en conjunto con la editora Susana Figueroa y Córdova para hacer posible este mundo cargado de sensibilid­ad e inmerso dentro de una estética infantil; en él, vemos personajes que viajan desde su hogar hasta la selva de Veracruz, lugar donde radica Adolfo, hasta los paisajes venezolano­s propios de Sitja.

“Al inicio quería que fuera un libro sin texto, pero la editora me sugirió algo escrito y comencé a escribir varias versiones, sobre ellas Cristina ilustró. No había una narración lineal, ella le dio continuida­d y trenzó los poemas con estos dos personajes que van jugando, explorando y dibujando,verestamet­áforadel

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