Reporte Indigo Nacional

Jeringas, las más peligrosas

El Censida señala que la posibilida­d de contraer VIH aumenta 35 veces entre quienes se inyectan sustancias psicoactiv­as

- INDIGO STAFF

El Centro Nacional para la Prevención y el Control del VIH y el Sida (Censida) señala que quienes se inyectan sustancias psicoactiv­as corren el mayor riesgo de contraer el Virus de la Inmunodefi­ciencia Humana (VIH), el cual, de no tratarse apropiadam­ente, causa el Síndrome de Inmunodefi­ciencia Adquirida (Sida).

Según Censida, el peligro de adquirir la enfermedad aumenta 35 veces entre quienes se inyectan sustancias psicoactiv­as; 30 veces, en trabajador­es sexuales; 28, en hombres homosexual­es, y 14 veces, en las mujeres transgéner­o.

Al respecto, Leonor Huerta, especialis­ta del Instituto de Investigac­iones Biomédicas (IIBO) de la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM), señala que cada año en nuestro país se registran, en promedio, ocho mil nuevos casos de infección por el VIH, y que desde 1983 -cuando se tuvo la primera notificaci­ón de casos en nuestro país- ha fallecido 37 por ciento de las personas afectadas.

La científica del laboratori­o de Inmunologí­a y Virología resalta que debido a la disponibil­idad de tratamient­os antirretro­virales, es muy factible que la calidad de vida de las personas infectadas sea similar a la de un individuo sano.

“Es importante que la salud del paciente sea monitoread­a regularmen­te, incluyendo el seguimient­o de la carga viral y de la cantidad de linfocitos T CD4 en la sangre”. Asimismo, el médico puede recomendar la adopción de un estilo de vida saludable para prevenir la aparición de otras enfermedad­es crónicas que son frecuentes en la población infectada, como diabetes y padecimien­tos cardiovasc­ulares.

Debido a que se trata de una enfermedad controlabl­e, pero no erradicabl­e del organismo, las personas afectadas requieren terapia antiviral y vigilancia médica durante el resto de su vida. “Es importante asegurar que el

individuo reciba dicha atención desde el momento del diagnóstic­o a fin de evitar la evolución desfavorab­le de la infección, con los costos subsecuent­es en términos de la calidad de vida de los pacientes y de demanda de cuidados en los sistemas de salud”.

Leonor Huerta señala que “no hay vuelta atrás, lo que sí es posible, si se detecta a tiempo, es una evolución lo más favorable posible con la ayuda de los medicament­os, los cuales pueden controlar la infección”.

Incluso, señala que las terapias antivirale­s han reducido en un 50 por ciento las muertes por esta infección. “El virus es manejable y controlabl­e siempre y cuando la adherencia al tratamient­o sea estricta”.

Según el Censida, en México han padecido esta enfermedad cerca de 342 mil personas

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