Reporte Indigo Nacional

VOLVERSE A LEVANTAR

El primer reto que enfrentan las personas con discapacid­ad es con la sociedad que debe entender que se trata de una condición y no de una enfermedad. Los siguientes retos vienen con el sector salud que muchas veces tarda en los diagnóstic­os o niega los tr

- POR ROBERTO HERNÁNDEZ @Elrobher

Joaquina Gil es mamá y cuidadora de Brenda, Alfredo y Joaquín Torres Gil, tres hermanos que viven con síndrome de Morquio, un padecimien­to que impide el desarrollo adecuado de huesos y cartílagos y por el cual les daban una esperanza de vida de 15 años, hoy tienen 38, 24 y 20, respectiva­mente, y dos de ellos llevan años trabajando.

De acuerdo con la Comisión Nacional de Protección Social en Salud, el síndrome de Morquio o mucopolisa­caridosis tipo IV es un trastorno hereditari­o que se presenta en uno de cada 200 mil nacimiento­s, el padecimien­to se debe a unas sustancias llamadas mucopolisa­cáridos o glicosamin­oglicanos que se acumulan en las células interfirie­ndo con su adecuado funcionami­ento.

A partir de los 18 o 24 meses, los menores de edad tienen una marcada reducción en su tasa de crecimient­o y comienzan a su

Joaquina Gil

Mamá y cuidadora de personas con discapacid­ad frir caídas frecuentes. También pueden presentar un agrandamie­nto de la cabeza y opacidad de la córnea.

El día que cambió la vida de Joaquina fue cuando se sometió a una cirugía de retina, estuvo internada un día y medio y tuvo que dejar solos a sus hijos y romper con la rutina de cuidarlos todo el tiempo y atender sus necesidade­s. Ahora ella dependía de ellos.

“Ellos me sacaron adelante, me cuidaron, empezaron a desenvolve­rse y ser más independie­ntes”, algo que la sorprendió porque notó que ya podían valerse por sí mismos.

Joaquina considera que uno de los primeros obstáculos para que las personas con discapacid­ad se desarrolle­n es la sobreprote­cción de las familias.

“Muchas veces pensamos que no pueden hacer las cosas, pero sí pueden”.

Las autoridade­s deberían tener conciencia de que en algún momento todos tendremos alguna discapacid­ad, por lo que deberían poner más atención para arreglar las calles y sensibiliz­ar a la población sobre el trato hacia las personas con discapacid­ad”

Recuperar la movilidad

Brenda Torres descarta que la situación de ella y sus hermanos sea un milagro, “es constancia,

disciplina, es tener hábitos, es que mi mamá haya estado al pendiente y cada semana acudamos a nuestra terapia”.

Señala que la limitante más fuerte está en la mente. “Si tú te consideras una persona que no se puede mover no te vas a mover. Tienes que hacerte valer por ti misma aunque luches contra quien sea porque las personas (cuidadoras) son las que luego no te dejan hacer cosas”, afirma.

En el caso de Brenda, dar con el diagnóstic­o llevó aproximada­mente ocho años. En la etapa de crecimient­o fue cuando empezó a notar diferencia­s. “Veía que mis compañeros crecían más, corrían más y tenían más habilidade­s”.

La terapia de reemplazo de enzimas que recibe cada semana se ha visto amenazada porque muchos médicos no creen que personas mayores de 10 años obtienen beneficios.

Brenda tiene actualment­e 38 años, le gusta leer, escribir, tejer, bordar y el cine de terror. Confiesa que haber sobrepasad­o la esperanza de vida se lo debe a su mamá.

“Hay ocasiones que no tengo ganas de salir a hacer mis cosas, pero ella nos impulsa, nos motiva y hace que nos levantemos a hacer nuestras actividade­s”.

Por su parte, Alfredo afirma

La importanci­a de la medicina preventiva y predictiva radica en lograr que cuando un bebé nace, si se detecta algún padecimien­to, pueda ser tratado a la brevedad”

que aunque su padecimien­to es una carga, nada en su día se le dificulta.

Alfredo Torres vive con Síndrome de Morquio y aunque señala que es una carga, afirma que nada de su día a día se le dificulta. Actualment­e trabaja en la Casa del Adulto Mayor en la alcaldía Álvaro Obregón, donde entró como personal de apoyo administra­tivo y ahora también imparte clases de computació­n.

A sus 24 años, ya rebasó por nueve la esperanza de vida que le dieron en un inicio. “Con esta nueva oportunida­d me siento de maravilla. No hay nada imposible para una persona con discapacid­ad, como yo”.

A Alfredo le gusta escuchar música y ver televisión, y afirma que cuando iba a la escuela lo veían como un compañero más. Para lograr un trato más inclusivo propone que las personas que no tienen una discapacid­ad ayuden a alguien que sí, para que vean cómo vive esa persona y se sensibilic­en.

Diagnóstic­o difícil

El doctor Luis Carbajal Rodríguez, jefe de la Clínica de Enfermedad­es Lisosomale­s Raras y Degenerati­vas del Instituto Nacional de Pediatría, señala que la mucopolisa­caridosis IV tiene como principal caracterís­tica que se adquiere a través de un gen defectuoso y afecta músculos, tendones, piel, articulaci­ones y estructura­s como el corazón, hígado y a los pulmones.

El médico confirma que las enfermedad­es raras son subdiagnos­ticadas y asegura que entre más pronto se diagnostiq­uen se

puede ofrecer una mejor calidad de vida.

Por otra parte, critica la falta de infraestru­ctura para atender a pacientes adultos en los institutos nacionales de salud y de hospitales de alta especialid­ad.

“No es lo mismo cuando son derechohab­ientes del IMSS, del ISSSTE, de Sedena o de Pemex, donde sí hay hospitales de adultos”.

La terapia de reemplazo enzimático que se aplica a pacientes como Brenda y Alfredo cuenta con todos los permisos nacionales e internacio­nales para aplicarse en México, sin embargo, en el IMSS, aún no se utiliza el tratamient­o.

Según cálculos del médico, en México habría alrededor de mil pacientes con síndrome de Morquio, sin embargo, solamente existen solo alrededor de 25 personas diagnostic­adas y en tratamient­o.

El tratamient­o aumenta la esperanza de vida en alrededor de 50 por ciento y no solo aporta calidad de vida física y biológica, también social y psicológic­a.

“Porque estos pacientes no pierden su talante, son pacientes que van a la escuela, y aunque tienen una degeneraci­ón anatómica importante, por lo menos se mejora bastante.

“Cada frasco que se administra semanalmen­te cuesta aproximada­mente 20 mil pesos y a veces hay que poner hasta 18 frascos por sesión, que lo cubre alguna institució­n de seguridad (social) pública, sería imposible pagar eso cada ocho días, además, el 50 por ciento de lo que los padres ganan lo gastan en estos niños: sillas de ruedas, muletas, estudios, traslados, en fin”, finaliza.

Luis Carbajal Rodríguez Jefe de la Clínica de Enfermedad­es Lisosomale­s Raras y Degenerati­vas del Instituto Nacional de Pediatría

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Para sus hijos, Joaquina Gil es la causa de que hayan sobrepasad­o la esperanza de vida.

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