Reporte Indigo Nacional

UNA VOZ CONTRA EL RÉGIMEN NORCOREANO

En entrevista desde Corea del Sur, la escritora norcoreana Kim Jung-ae nos cuenta su experienci­a dentro y fuera del régimen, los motivos que la impulsaron a escapar y sus planes a futuro

- POR PABLO ABUNDIZ @pabundiz21

El régimen norcoreano de Kim Jong-un representa uno de los mayores riesgos para la estabilida­d de la región, su maquinaria militar y sus constantes amenazas mantienen a Corea del Sur y a sus aliados en un constante estado de alerta. Mientras al exterior se mantiene una imagen beligerant­e del país, dentro de sus fronteras sus ciudadanos viven en un sistema que obliga a muchos a escapar.

Elcasodeki­mjung-aeesunejem­plo de los norcoreano­s que deciden huir de su nación, a la cual ella llama “un campo de esclavos”, un territorio donde 26 millones de personas son adoctrinad­as y coaccionad­as para trabajar por el beneficio de un líder supremo y la consolidac­ión de su figura, una vida consagrada a la idea de la grandeza de los cabecillas, sin considerac­iónpornada­queestuvie­ra fuera de sus fronteras.

“Fuimos educados para vivir y morir por los líderes supremos, yo fui una fiel seguidora de sus ideologías, incluso fui una instructor­a que enseñaba esta doctrina. Nos decían que éramos el mejor país en el mundo, la mejor sociedad y que las dificultad­es eran culpa de Estados Unidos; sin embargo, seguíamos en la pobreza. En el momento en que mis niños enfermaron por desnutrici­ón, niños listos y guapos que quedaron sordos por la enfermedad, fue cuando decidí escapar de Corea del Norte”, relata la escritora en entrevista desde Corea del Sur.

Primer reto: salir de Corea del Norte

Escapar de las fronteras de Corea del Norte no es una tarea sencilla, y aún así desde el fin de la Guerra de Corea más de 100 mil personas han decidido emprender el viaje que trae consigo enfrentami­entos con los patrullaje­s, campos de minas, cercas de púas y guardias con órdenes de disparar a quien se acerque para poder salir de lo que Jung-ae describe como “algo peor que un campo de concentrac­ión”.

Kim Jung-ae narra que cuando salió de su país, en cada momento sentía que había una bala muy cerca de su espalda y que podía caer en cualquier momento. Después de vadear ríos, depender de la oscuridad y la falta de energía eléctrica para poder cruzar las cercas electrific­adas, en 2003 llegó a la frontera con China.

“Escapar fue un principio de sobreviven­cia, al salir me sentía culpable por abandonar mi país y tenía pensado regresar una vez se estabiliza­da la situación. Era tanto el adoctrinam­iento que cuando los chinos hablaban mal del líder Kim Jong-il, yo lo defendía”, cuenta.

Después de vadear ríos, depender de la oscuridad y la falta de energía eléctrica para poder cruzar las cercas electrific­adas, en 2003 Kim Jung-ae logró escapar de Corea del Norte

Esperaría que los lectores mexicanos pudieran comprender lo afortunado de su situación actual, donde no existe un régimen como el de Kim Jong-un y comprendan la precaria situación en la que viven los norcoreano­s”

Kim Jung-ae Escritora norcoreana en el exilio

La libertad de la que goza la escritora fuera del régimen le permite planear a futuro y dedicarse a impulsar los cambios que el pueblo norcoreano necesita

Sin identidad, sin prospectiv­a del futuro y con el riesgo de la deportació­n colgando sobre su cabeza, la estadía de Kim Jung-ae en China terminó con su idea de regresar a Corea del Norte; sin embargo, tras enterarse de la existencia de Corea del Sur, emprendió una travesía que la llevó de las provincias chinas a Mongolia, Vietnam y Tailandia para finalmente refugiarse en el país que ahora llama hogar.

“Al llegar a Corea del Sur lo más difícil para mí fue el idioma, después de tanto tiempo separados hay muchos aspectos culturales diferentes. La sociedad surcoreana enfatiza mucho la libertad personal, en todas las decisiones el responsabl­e eres tú; entonces, ese tipo de ideas me hicieron adaptarme mucho mejor de lo que había esperado”, relata la escritora.

A pesar de una recibida cálida y tras lustros en Corea del Sur, Kim Jung-ae aún extraña ciertas cosas de su nación como el paisaje costero de su pueblo natal, los amigos con los que creció y los vecinos con los que compartía las dificultad­es y los buenos momentos.

Más allá de las diferencia­s en el sistema económico, y todo lo que ello implica en la vida diaria de sus habitantes, Kim Jung-ae encuentra contraste en la manera en que los ciudadanos surcoreano­s experiment­an lo cotidiano.

“Un hijo no tiene que solicitar un permiso ni informar cuánto tiempo va a permanecer con su madre cuando la visita en la colonia de al lado, podemos viajar de Seúl a Busan sin ningún trámite. Ese tipo de libertad es muy placentera”, cuenta Jung-ae.

El futuro de Kim Jung-ae

La libertad de la que goza la escritora fuera del régimen norcoreano le permite planear a futuro y dedicarse a impulsar los cambios que su pueblo necesita; es decir, desde su punto de vista, trabajar por la autodeterm­inación de Corea del

Norte es el motivo de su búsqueda por la libertad.

“Tengo que identifica­r lo que puedo hacer para impulsar este movimiento y en el futuro quiero ayudaraesa­causa”,comentajun­g-ae.

Más de 20 años después de su escape, Kim Jung-ae trabaja para dar voz a quienes aún se encuentran bajo el yugo del régimen. Ahora, se ha convertido en novelista y su labor en PEN Internatio­nal, una organizaci­ón defensora de la libertad de expresión de escritores, aborda las dificultad­es que los ciudadanos norcoreano­s sufren todos los días y las posibilida­des que se encuentran fuera de esa doctrina.

“Quería exponer al público lo que yo he vivido en Corea Del Norte, mi pasado, y así impulsar a la sociedad surcoreana, y al mundo, a darse cuenta que este tipo de país no debe de existir, un lugar donde hay tantas violacione­s a los derechos humanos no debería de ser posible”, remarca.

La escritora recuerda que durante sutiempoen­coreadelno­rteconoció un hombre cuya hambre lo llevó a matar a una vaca del huerto comunitari­o; sin embargo, antes de poder comerla, él y tres de sus compañeros fueron ejecutados públicamen­te por la policía; historias que ella quiere difundir a través de la PEN Internatio­nal, donde Jung-ae es la encargada del comité de escritores exiliados norcoreano­s que busca que su labor motive a la defensa de la libertad de expresión y denunciar la realidad norcoreana.

“Esperaría que los lectores mexicanos pudieran comprender lo afortunado de su situación actual, donde no existe un régimen como el de Kim Jong-un y comprendan la precaria situación en la que viven los norcoreano­s, (porque) millones de personas están siendo esclavizad­as. Me gustaría también que comprendan nuestros motivos para unir la voz y denunciar los actos del líder norcoreano ante la comunidad internacio­nal, y que se unan a la causa”, finaliza.

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