CARTA EDITORIAL
El diseñador Héctor Esrawe ha sido reconocido por The American Institute of Architects como Honorary AIA Fellows por su trabajo y sus contribuciones a la arquitectura y la sociedad a nivel internacional. Es el último reconocimiento que recibe en una carrera jalonada de premios, que lo han llevado a ser uno de los embajadores del talento y la pasión creativa de un país con una cultura, una tradición y un legado únicos en el mundo. Con motivo del especial sobre diseño mexicano que presentamos en esta edición, he podido al fin cumplir un deseo que abrigaba desde hace años: entrevistar a un creador que admiro por atrapar en su obra lo que, considero, es la esencia del carácter mexicano: la paradoja. Su trabajo es profundamente personal, pero parte de una tradición colectiva, la destreza artesanal de México. Su visión del diseño también se basa en una contradicción: no busca la respuesta válida a un problema, sino hallar la mejor solución entre todas las posibles después de aplicar el proceso correcto. Por eso jamás se repite. Porque no se plantea el diseño —o la creación— como una cuestión de estilo, sino de metodología. México es exactamente igual. Por eso siempre logra sorprender al mundo con una nueva versión de sí mismo, más allá del cliché, que desafía la lógica de la originalidad pues nace justo de lo opuesto: de la fidelidad a sus raíces. El diseño mexicano ha conquistado el mundo con una propuesta estética radicalmente moderna que, sin embargo, se basa en una ética eterna que apuesta por un lujo hecho a mano que huye de la perfección y abraza el accidente. El lujo de equivocarse.
“México diseña su futuro a partir de un legado que compendia lo mejor de su pasado: su destreza artesanal”