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Nrmal, sin formatos a seguir

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Por sexto año consecutiv­o, el festival Nrmal congregó a más de cuatro mil asistentes en el Deportivo Lomas Altas del Distrito Federal, gracias a que su cartel, como siempre, lució ecléctico y propositiv­o. Alfonso Muriendas, la cabeza más visible en su lista de artífices, recapitula la historia de una idea que nació en Monterrey para mudarse al Distrito Federal: “es difícil medir cuánto hemos crecido a lo largo de seis ediciones; debido a que el formato del festival no es usual, cada edición ha sido diferente a la previa. Los dos primeros años de Nrmal fueron en una escuela norteña, la Alianza Francesa Monterrey, y fuimos creciendo, dejando poco a poco los pequeños sistemas de audio para usar sistemas más grandes. Fue en la cuarta edición que nos movimos al Parque Ferrocarri­lero, y la quinta edición repitió en ese sitio, pero también en la Ciudad de México; en 2015 sólo fue hecho ahí, pero duró, por vez primera, dos días”.

Alfonso considera que Nrmal posee una programaci­ón de talento muy diversa porque su intención es mezclar audiencias: “El cartel no tiene un perfil definido, pero una vez que estás ahí, escuchando a los artistas, descubres que todo tiene sentido. No apostamos a que la gente conozca a todos los músicos que se presentan debido a que no pretendemo­s jalar público con

grupos principale­s de gran renombre; preferimos que la gente confíe más en el nombre del festival, en primer lugar, porque hemos ganado cierto prestigio creando un sello personal, y esto es lo que impulsa al público a asistir, pues descubre que hemos conseguido acertar en cuanto a sus gustos y búsqueda”. Nrmal cuenta con tres escenarios, uno de ellos es doble, gemelo; esta situación provoca que nunca haya tiempos muertos: apenas termina un artista el otro arranca.

“El PA fue el mismo para los dos escenarios, “explica Alfonso Muriendas; “ocupamos el mismo left y right, pero hubo dos consolas. Respecto a las luces, hicimos el mismo diseño escenográf­ico. Hubo diferencia­s pequeñas entre los dos escenarios, pero a nivel técnico fueron idénticos. Cabe acotar que este año usamos un front fill del mismo tamaño que los left y right, entonces tuvimos tres torres de sonido sonando todo el tiempo”. La sensación de que se trata de dos escenarios, pero que a la vez pareciera que sólo es uno, se consiguió con una carátula de layer compuesta por dos soportes; “el layer cargó el audio que estuvo forrado con nuestro diseño y esto fue lo que aparentó que se trataba de un solo cuadro con dos pantallas”, remata Alfonso.

“Los escenarios midieron diez por diez metros, el templete midió metro y medio de altura y los soportes fueron de once metros de altura. Pusimos especial atención al monitoreo, por ejemplo, y eso lo aprendimos tomando en cuenta la edición anterior”, prosigue Alfonso. “En este punto fue determinan­te hacer el cambio en el escenario doble oportuname­nte. La consola fue más grande para ese escenario porque el input de ambos escenarios tuvo que entrar en una sola mesa. Lo costoso, en alguna medida, fue contar con dos soportes, es decir, todo tuvo que ser doble, pero valió la pena la inversión por la vivencia que la gente tuvo, todo un lujo. Y es que no nos gusta que se corte la continuida­d entre artista y artista”.

En su edición 2015, Nrmal puso acento en el asunto gastronómi­co, invitando a chefs que con micrófono en mano hicieron cocina gourmet, se plantearon duelos entre ellos, la gente pagó por verlos y tuvo acceso a probar los platillos y votar por alguno. También hubo cine, una galería- tienda gigante y eventos alternos, como NODO, “un encuentro entre personas que tienen qué ver con la música”. Es

Bego Echeverría quien detalla cómo fue el montaje de los escenarios: “entramos a montar el jueves 26 a las cero horas (este año el festival tuvo más elementos de andamiaje, entonces nos tomamos más tiempo del común para hacer el montaje), ese día distribuim­os iluminació­n y por la noche recibimos el backline y las pantallas. Digamos que dejamos los huesos del festival listos, para el viernes dejar pasar a patrocinad­ores y distribuir corriente eléctrica e iluminació­n ambiental. Por la noche arrancaron las pruebas de audio, lo mismo que las mañanas del sábado y el domingo. Los conciertos comenzaron a la dos de la tarde, el primer día acabaron a las dos de la mañana y el domingo a las once. Desmontamo­s el domingo a las once de la noche, apenas la gente empezó a salir”.

El fest tuvo lugar en un sitio que cuenta con los requerimie­ntos necesarios para una fiesta de tal magnitud. Con una zona con pasto para los escenarios principale­s y un terreno con piso de tierra al cual se le aplicó un proceso de compactaci­ón que hizo que quedase como una losa de concreto. “El espacio era pequeño”, apunta Bego; “así que vivimos el festival sin agotarnos; algo que nos permitió vivir todas las actividade­s, además de las musicales, con mayor atención”. Finalmente, es Alfonso quien visualiza cómo luce el futuro para Nrmal: “tenemos muy claros algunos objetivos, pero me parece que estamos aún determinan­do las cosas que funcionan y cuáles no. Esto es algo sano, encontrarn­os en un punto de definición; no establecer­nos en un plano nos ayuda a buscar opciones de producción y la verdad, de paso nos sirve a nosotros, al equipo de producción, porque nos divertimos más. En realidad, nos encanta eludir formatos establecid­os”. Nrmal y Bahidorá. Dos perspectiv­as distintas sobre cómo abordar un festival en el nuevo siglo. Dos alternativ­as para públicos diferentes que, cada vez más, exigen un grado mayor de riesgo en los carteles musicales y, por supuesto, solicitan una mejor producción, un show –con todos los aspectos que éste conlleva- a la altura del costo que pagan con sus carteras. Será en 2016 que este par de citas se repita y los modelos que hoy lucen innovadore­s demuestren que sostienen su trote al mostrar sus renovacion­es. Hasta entonces nos encontrare­mos de nuevo.

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Bego Echeverría y Alfonso Muriendas

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