El arte y la técnica en tantos proyectos
Conocí a Fernando Toussaint por Sacbé, la banda que tenía con sus hermanos, y como ingeniero, trabajamos juntos en el disco Trovadicción, de Tania Libertad. Hicimos muchas más grabaciones juntos y pasaron cosas muy curiosas, como el hecho de encontrarnos de casualidad en un cierto periodo de tiempo, en diferentes partes del mundo: en un restaurante en Madrid, en una tienda de audio en Nueva York, en Los Angeles, en Chicago.
En estudio, trabajamos en los estudios Polygram, en CBS y en Estudio 19, grabando o mezclando el material del Festival de Jazz de la Riviera Maya y a su última banda, Aguamala, que también grabé en vivo.
Fernando siempre nos sorprendía, ya sea en la ejecución o su sonido como baterista. Usaba tantos tambores y platillos tan cerca, que era difícil microfonearlo. Era un revolucionario musical y nuestras discusiones siempre fueron por la mejora del sonido del proyecto en cuestión. A él, como a sus hermanos, Eugenio y Enrique, la parte de expresarse en sus instrumentos, desde el color de ellos, era lo que más les interesaba.
Había cosas que no le gustaban, como la compresión en su batería; sin embargo, también respetaba mi decisión cuando escuchaba que lo que yo hacía se oía bien. Sus preferencias, como el efecto “almohadita” en el bombo y de “balazo” en la tarola, de alguna forma tenían que ser traducidos por mí, pero siempre nos dejaba hacer nuestro trabajo. Platicábamos mucho acerca de sus trabajos con todos los músicos con los que había tocado y con Aguamala no hacían falta más que dos tomas de grabación, pero ese era el concepto que tenía Fernando: quería expresar lo que ellos tenían en ese tiempo, de manera espontánea.
Fernando Toussaint vivió para la música, ya sea como baterista o director artístico del Festival de Jazz de la Riviera Maya y así lo vamos a recordar. Por eso es un grande.