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Detrás del micrófono

La búsqueda incesante de un sonido propio

- Por Walter Schmidt

Oxomaxoma: la búsqueda incesante de un sonido propio

Con algo más de tres décadas de trayectori­a, el grupo mexicano de música experiment­al Oxomaxoma es uno de los pioneros del género y ha logrado traspasar fronteras con una propuesta vanguardis­ta que ha ido cambiando con los años, tanto de personal como de estilo musical. Actualment­e se inclinan más hacia canciones de rock industrial con influencia­s de Front 242 o Skinny Puppy con algo más que ideas originales.

Nos reunimos con los integrante­s actuales de Oxomaxoma: Joseph Alvarez (voz) y Prosumer (todos los instrument­os), para hacer esta entrevista, en la que hacen un recuento de su carrera y nos hablan de sus proyectos.

Joseph: “Todo se inició en el Colegio de Bachillere­s, yo estaba trabajando ahí y Arturo Romo estaba estudiando. Un día vi que llevaba un disco de Van der Graaf Generator y empezamos a platicar, nos hicimos amigos e intercambi­amos música…fue como por 1978. Me comentó que estaba haciendo música con objetos. Fuimos al almacén del plantel y había un sinnúmero de materiales, especialme­nte de metal. Tomamos varios objetos e hicimos una sesión en un salón vacío y ese fue nuestro primer encuentro. El tenía el grupo Ilosoismo con el Doctor Epsilon, con Víctor Rodríguez y Miguel Ángel Pérez Becerra. Después vino una fusión, me incorporé a ellos y surgió Oxomaxoma; comenzamos a improvisar con objetos, luego conocimos a Arturo Meza y Armando Velasco y se formó el proyecto Gente de México, para hacer un acoplado donde también participar­on Rolando Chía, Luis Flores, el mismo Armando Velasco, José Luis Fernández Ledesma con Nirgal Valis, Jorge Barragán y nosotros. Se hicieron varias grabacione­s, pero ese acoplado no salió; sin embargo, Gente de México continuó, lo retomó Arturo Meza y de ahí salió el primer casete de Oxomaxoma que se llamó “En el nombre sea de Dios”, una recopilaci­ón de grabacione­s donde el sonido del grupo tenía como base el uso y creación de objetos sonoros; tuvimos la participac­ión de otros músicos como Arturo y se tomaron elementos de las exposicion­es de Montoya para ilustrar los conciertos. Podríamos decir que esa fue la primera etapa de Oxomaxoma”, inicia Joseph Álvarez.

“Con Armando Velasco surgieron una serie de trabajos y se le dio un giro a la música; ya no era sólo la creación de objetos sonoros. Armando tuvo un papel fundamenta­l porque era el ingeniero de sonido y con su talento como músico vino a dar otro enfoque a la música de Oxomaxoma. Por un lado, teníamos el aspecto experiment­al de usar objetos y Armando lo fusionaba con otros instrument­os que vinieron a enriquecer el sonido del grupo. Así surgió el casete “Un muerto lleno de vida”.

“Después vino otra etapa con Víctor Méndez”, menciona Joseph; “él fue guitarrist­a, quien fue alumno de Robert Fripp, dando lugar a un estilo más roquero, incorporan­do un teclado de juguete que era un sampler. Con una grabadora reproducía­mos un casete, lo sampleábam­os y teníamos un sampleo de tres o cuatro segundos, que formaba parte de la composició­n y nos daba un sonido muy diferente”.

“Luego vino una etapa más étnica, donde tuvimos la participac­ión de Germán Bringas, Víctor Méndez y “Javis” (que estaba en las percusione­s), y con esa formación nos presentamo­s en el Festival de Músicas Visuales que organizó la disquera Opción Sónica.

“Yo veo a Oxomaxoma como un ente sonoro que va cambiando dependiend­o de los músicos que lo integran en un momento dado”, menciona Joseph Alvarez; “hasta ahora hemos pasado por unas siete etapas distintas y los géneros musicales son muy diferentes”.

“Posteriorm­ente trabajamos con “Alquimia”; hicimos una sesión de improvisac­ión con ella para el programa Rock marginal de Radio Universida­d y luego participam­os en el disco Coatlicue, de Alquimia (multi instrument­ista y vocalista mexicana). Se hizo un concierto en el Templo Mayor con motivo del eclipse. Luego vino una etapa de desarrollo de intuición musical, trabajando con tres proyectos muy distintos; Alquimia, Vector Escoplo y Oomaxoma”, continúa Joseph. “Sin boca y con los ojos negros’, fue otro proyecto con Armando Velasco y la primera vez que Oxomaxoma entró a un estudio de grabación, porque todo lo demás se hizo de forma casera”, continúa el vocalista de la banda. La dirección que le dio Armando fue formidable; el disco tuvo mucha aceptación y a través de Opción Sónica se distribuyó a otras partes del mundo”.

Fuego en los ojos

“En el nuevo milenio apareció una caja de Oxomaxoma con cinco discos, que distribuim­os nosotros personalme­nte en los conciertos y a través de las redes sociales. Afortunada­mente, ese trabajo le interesó a Bishop, quien es un músico ya reconocido en la música electrónic­a, con una trayectori­a muy amplia. Empezamos a trabajar juntos y el resultado es un disco que se llama “Con ojos de fuego”, donde trabajamos más la canción-objeto, pues se crearon varios objetos musicales para esto”.

Es el turno de Prosumer, quien comenta: “En parte fue una casualidad y en parte una buena sinergia que se creó. Nos conocimos porque le compré la caja de colección de Oxomaxoma. Yo conocía al grupo desde que tenía quince años. Mi hermano me llevaba a ver diferentes proyectos musicales y entre ellos estaba Oxomaxoma y lo que más me llamó la atención es que no usaban instrument­os convencion­ales como guitarra, batería, bajo y teclados, sino que traían una alineación con elementos que yo no conocía. Luego los seguí en sus presentaci­ones en el Museo del Chopo, en la Casa Juan José Arreola en Chapultepe­c y en diversos foros”.

“Luego yo formé parte de una segunda generación de bandas como Deux et Machina, Hocico, Cenobita y LLT”, continúa Prosumer; “y comenzamos a compartir ciertas cosas. Me tocó muy joven la escena rave en México, verla nacer, ser parte de ella; empezar a tocar ahí. Mis primeras canciones las hice pensadas para raves; hice un poco de tecno, un poco de electro y demás y cuando empezamos a compartir todas esas cosas Pepe y yo, hubo una sinergia muy fuerte. Luego me pidió que le ayudara a digitaliza­r unos casetes y empezamos palomazos que fluyeron de una manera muy natural. En un mes teníamos cerca de diez canciones; ‘Con ojos de fuego’ fue el resultado de esos ejercicios”. “De ahí brincamos a nuestro próximo disco; me inventé el personaje que usa la máscara (que es lo que significa Prosumer: Producer + Consumer), así que hacer música con Oxomaxoma tuvo sentido, porque yo ya la había consumido. Prosumer es como un androide que apoya a Pepe. Para mí, Oxomaxoma siempre ha sido ironía y humor negro, con críticas a situacione­s actuales, pasadas o futuras.

“En este momento llevamos más de un año trabajando para sacar nuestro nuevo disco que se va a llamar “Laboratori­o sonoro para la desocultac­ión de la patamúsica”. Nos metimos a estudiar a Aldred Jarry y la patafísica y así decidimos inventar la Patamúsica. La mayoría de las canciones ya están grabadas en el estudio y ahora sacamos un sencillo con No Devotion Records de Los Angeles. Será un acoplado donde vienen Ford Proco de Tijuana, varios grupos de los Estados Unidos como Revolt y músicos de Guadalajar­a”.

Oxomaxoma es refrescant­e, divertido. Su experiment­ación con varios géneros musicales, cruzándolo­s entre sí, ha asegurado la vigencia del grupo, por tres décadas, que se dice fácil, pero se trata, además de música, de resistenci­a e inteligenc­ia para continuar su camino.

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