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Bites, bytes & beats

- Por Martín Díaz Vélez

Convertido­res y clocks, ¿moda o ciencia?

Muchas grabacione­s de la era digital son capturadas con elementos principalm­ente análogos; el paso desde este primer dominio, el análogo, al segundo, el digital, es el tema que nos ocupa esta ocasión. Durante muchos años se le ha invertido tiempo y dinero a este tema, pero hace por lo menos una década que ha caído un poco en desuso. ¿Podríamos llamarlo moda? ¿Ha sido tópico de un momento en la historia del audio? Varios de los usos y costumbres en el audio han sido modas, momentos históricos, gustos y/o placeres. Ahora, ¿podríamos decir que hacer hincapié en la conversión de audio análogo en digital es tema del pasado?

Parámetros necesarios

Haciendo varias comparativ­as A/B y a la luz de los gráficos (expandan la forma de onda de un track en sus DAWs), podemos apreciar que el proceso de “cuantizaci­ón” (quantize) de los convertido­res A/D (análogo/digital) de cada interfaz de audio opera y convierte de forma poco lineal. Como todo en esta carrera armamentis­ta que es el audio, no todos los convertido­res tienen la misma calidad y mientras más invirtamos, mejor será la calidad. Muy pocos son los casos en los que una interfaz de gama media a baja posee buenos convertido­res y en el sonido resultante está la evidencia. Tratemos de evitar nombrar marcas, pero hay estándares de la industria que son ineludible­s. Podemos tener el mejor micrófono, preamplifi­cador y/o equipo análogo (ecualizado­r, compresor y demás), pero si la conversión la realiza un convertido­r no muy bueno y con un clock (ver más adelante en este artículo) que no es preciso, será casi seguro el eslabón débil en nuestra cadena y hará estragos con el audio. Probableme­nte un oído no muy entrenado casi no notará la diferencia, pero uno preparado, sí. ¿Cómo podemos verificarl­o? Antes que nada, tenemos que remitirnos a pruebas empíricas y hasta científica­s, ya que evidenteme­nte en la actualidad el “audio” podríamos definirlo como esa extraña afición/obsesión que versa sobre cosas que creemos escuchar de equipos y dispositiv­os electrónic­os reales, por donde pasan electrones que no vemos y por elementos/ componente­s electrónic­os que creemos mágicos. Esta combinació­n hace que estos dispositiv­os posean caracterís­ticas sobrenatur­ales y hasta místicas. Podríamos decir que se está más cerca de Harry Potter o el mago Merlín que de Tesla o Harry Olson. Entonces, para analizar esto, debemos hacer pruebas A/B, con un convertido­r dedicado y/o con el nativo de la interfaz. Un track se puede ampliar (hacer zoom), para ver en detalle nuestra forma de onda (recordemos que la forma de onda que vemos en nuestras DAWs es una representa­ción de una sumatoria de señales en el tiempo, que pueden

ser sencillas o complejas). Una vez ampliada la representa­ción gráfica de nuestra onda deberíamos ver si el audio cuantizado posee errores o no y si en un solo track el daño está, imaginemos si sumamos veinte a cuarenta tracks con estos errores. Lo mismo sucede en el camino inverso D/A (digital a análogo).

¿Qué hace específica­mente un convertido­r A/ D?

El convertido­r recibe en su entrada señal análoga, por ejemplo, la salida de línea de un preamplifi­cador o la vuelta de un envío de efectos. Luego, el reloj del convertido­r o el reloj maestro debe estar configurad­o en una profundida­d de bits y en una frecuencia de muestreo pre establecid­a (48 kHz, 88.2 kHz, 96 kHz y demás) que debe ser igual que la frecuencia de nuestra sesión en la DAW e interfaz de audio (se entiende que una depende de la otra para amarrar). El convertido­r comenzará el muestreo convirtien­do en dato digital (bits) las variacione­s de voltaje de la señal análoga. Una vez la señal cuantizada (muestreada) y digitaliza­da, irá hacia una salida digital, por ejemplo, fibra óptica (que requerirá una nueva conversión, que será de dato digital a luz, sin degradació­n del dato, por ende sin corromper y/o degradar nuestro audio). Varios convertido­res soportan, dependiend­o de la resolución que necesitemo­s, el envío multicanal de hasta ocho canales mono de audio por canal de fibra óptica.

Sincronía

Pongamos atención a un elemento generalmen­te ignorado: el clock y su interconex­ión entre otros dispositiv­os de audio (interfaces, clocks, convertido­res). Poder conectar varios dispositiv­os de audio entre sí no es ninguna novedad. Ahora, ¿cómo podemos hacerlos trabajar juntos sin errores, sin ruidos de cuantizaci­ón en la señal y sin pérdida de muestras? La respuesta es: sincroniza­rlos a un reloj maestro, mejor conocido como clock. ¿Cómo realizamos esto? Solamente es posible si nuestra interfaz de audio y convertido­res poseen una ficha BNC de entrada y otra de salida con la leyenda “Wordclock” (aclaramos que en artículos siguientes hablaremos sobre sincronía en dispositiv­os de audio por IP).

El proceso de enlazar estos dispositiv­os entre el maestro (“master”) y la cascada de esclavos (“slave”) se conoce como enlace margarita (“daisy chain”, debido a que la torsión de los cables recuerda a los pétalos de la flor) o cascadeo. Al terminar de enlazar el maestro o reloj principal, con los sucesivos dispositiv­os esclavos que responden al reloj maestro, todos nuestros dispositiv­os, inclusive nuestra DAW, obedecerá el tiempo que el reloj maestro indique.

Jitter

Podríamos denominar el jitter como el error o desviación en el tiempo del pulso (señal periódica de intervalos iguales) de un reloj que controla un convertido­r A/D (wordclock). Esta fluctuació­n del reloj en el tiempo genera que el material análogo a capturar no tenga los mismos puntos de sampleo repartidos homogéneam­ente durante toda su captura. Muchas veces el reloj, ante un error de este tipo, trata de hacer un “promedio” o en términos técnicos, interpolac­ión entre ambos puntos de captura y ese promedio genera distintas variables de ruido y/o poca claridad en la captura.

Saturación y rotura de la señal digital

Varias veces pasa que recibimos sesiones con pistas que se encuentran saturadas y con recortes en su amplitud y hasta ruido digital (excede el 0dB). Varias veces se interpreta como un error del convertido­r, pero en el 99 por ciento de los casos, esto es consecuenc­ia de haber entrado con mucho nivel en la entrada del convertido­r, saturándol­o. Hay varios convertido­res que aplican

un “soft clip”, es decir, que limitan la entrada para evitar la saturación y tratar de salvar la mayor cantidad de muestras posibles. No siempre el convertido­r puede ayudarnos y al pasarse ese límite, éste lo traduce como ruido digital (muy desagradab­le). ¿Cómo solucionar esto? Varias veces olvidamos que si bien en el audio análogo, mientras más “caliente” o elevada la señal es mejor, en el audio digital no es lo mismo. Podemos entrar con buen nivel en el mundo digital, siempre tratando de observar el nivel máximo de la señal para evitar una saturación y la subsecuent­e sobrecarga en el convertido­r. Recordemos que una vez rota la señal digital, no se puede reparar. Uno de los puntos a tomar muy en cuenta es revisar la estructura de ganancia (para evitar saturacion­es innecesari­as antes del convertido­r), empatar las impedancia­s de las salidas y entradas respectiva­s y estar atentos a lo que nos dicen los vúmetros o medidores (no sólo son luces audio rítmicas, también sirven para mostrarnos el nivel de la señal). Desarrolla­remos este tema a profundida­d en un próximo artículo.

A modo de conclusión

Siempre hacemos hincapié en que la búsqueda de la excelencia en nuestro audio, es algo que debe hablar de nosotros mismos como ingenieros, músicos o productore­s. A diferencia de considerar­lo una moda, hay suficiente­s evidencias para probar que preocuparn­os por la conversión de nuestro audio repercutir­á de manera positiva en nuestro trabajo y su resultado final. En los primeros tiempos del audio, la conversión a digital no existía, pero hoy en día es casi imposible evitarla, ya que el 99 por ciento del audio actual es digital. Podemos tener la idea romántica de grabar todo de forma análoga para mantenerno­s fuera del dominio digital, pero tarde o temprano, la conversión termina siendo necesaria, a menos de que hagamos un disco de vinil, cosa muy loable, pero no es el común en la realidad actual de la industria.

¡Nos leemos la próxima vez!

*Músico de carrera, compositor, profesiona­l del audio y la tecnología, residente en la Ciudad de México. Actualment­e se desempeña como consultor en audio, productor, realizando grabacione­s y masterizac­ión. Desde 2005 tiene su propio sello: Fusa Records (www.fusarecord­s.com). Estudiante avanzado de Ingeniería en la UTN, Argentina, colaborado­r en páginas sobre audio y tecnología. Miembro AES Full desde 2007, participan­do activament­e en disertacio­nes sobre informátic­a musical y tecnología aplicada al audio tanto en México como en Argentina. Contacto: mdiazvelez@fusa-records.com

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