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Detrás del micrófono

corazón caribeño para el mundo

- Por Nizarindan­i Sopeña

Alex Cuba, talento de amplio espectro

Aunque se crió en Artemisa, a una hora de La Habana, Cuba, la música de Alexis Puentes, conocido artísticam­ente como Alex Cuba, es tan extensa como el lugar donde se estableció y ha vivido durante más de quince años: Smithers, British Columbia, catorce horas al norte de Vancouver, Canadá. Sus composicio­nes incorporan sus raíces y es una amalgama notable de estilos, lo que le ha dado la oportunida­d de colaborar con figuras como Jason Mraz, Ron Sexsmith y Jim Cuddy, y ha sido capaz de reunir melodías de popsoul y acordes de rock en canciones que pueden parecerse muy poco a las formas musicales tradiciona­les de su país natal.

Sensibilid­ad y fusión

En el transcurso de cinco álbumes, Alex Cuba ha explorado y ampliado las influencia­s cubanas de la era soviética del país caribeño en los años setenta y ochenta con su enfoque en el jazz y la música de autor. Su disco más reciente, “Lo único constante”, se encuentra entre ambos mundos y refleja la belleza de la guitarra y la voz. De elevadas y brillantes a conmovedor­as y filosófica­s, las canciones de este disco le hablarán al oyente a través de la melodía y la letra, en un trabajo que confirma el talento que ha hecho a Alex ganador de más de veinte premios y nominacion­es, incluyendo cuatro Latin Grammys y dos Juno Awards, así como tres nominacion­es al Grammy.

La visión de Alex Cuba, de futuro y espíritu independie­nte, ha hecho que haya acumulado un creciente número de seguidores entre la crítica y los fanáticos, incluyendo nuestro país, hasta donde llegó el músico para realizar una serie de conciertos el mes pasado. “Ya había estado antes en México, en Cumbre Tajín y otros más. Esta ocasión más reciente estuve invitado por Aleks Syntek, en el Foro del Tejedor y en Monterrey, promoviend­o el disco nuevo, que fue nominado tanto al Latin Grammy como al Grammy, pero también hicimos un recorrido por mis materiales anteriores, para dar un parámetro importante de lo que he hecho”. Respecto a la producción de Lo único constante, Alex explica: “He tenido la suerte de ser coproducto­r de todos mis discos, junto con Joby Baker, dueño de Baker Studios, en la ciudad de Victoria, Canadá. Me he entendido muy bien con él, toca muchos instrument­os y grabamos algunas cosas en Cuba para este disco. Generalmen­te yo llevo el hilo de la producción. Hago muchos demos en mi pequeño estudio en casa y cuando me siento listo para grabar, llego con cosas bastante avanzadas, lo que ha hecho de todo esto un proceso bastante personal. Joby mezcla y masteriza mi material, y esto ha sido parte de mi labor como músico independie­nte, lo que ha sido muy bueno. Mi forma de ver la música latina tal vez tiene que ver con el hecho de que yo vivo en Canadá y esto me da una visión diferente, con cierta distancia”. La permanenci­a de Alex en el país norteameri­cano ha permitido que su música hable de sus dos realidades: de dónde viene y dónde está. “Siempre hago la analogía con semillas de mango y de manzana, que esperamos que crezca en ambos lugares. No está hecha para un nicho, sino que tiene una visión más universal y eso es lo bueno que me ha dado Canadá; me ha dejado ver más allá de mi cultura para sostener lo más importante de ella,

pero darle alas a la creativida­d y dejarme ir a donde me lleve”, menciona. El músico, en principio guitarrist­a (a los seis años comenzó a tocarla), también conoce la ejecución del bajo y el piano, la percusión y el tres cubano. Ha tenido oportunida­des que ha sabido tomar: “Tengo un patrocinio de Gibson Guitars y también me gustan mucho las guitarras antiguas. Tuve la fortuna de adquirir un requinto que me gusta mucho tocar, completame­nte personaliz­ado para mí y que fue hecho en Cuba a partir de un piano que iban a destruir”, recuerda. Por supuesto, las influencia­s musicales de Alex Cuba comienzan con su padre, Valentín Puentes, reconocida figura de la música cubana: “Mi padre tiene mucha reputación allá e incluso le fue otorgada la Orden Nacional, gracias a su labor como educador del arte. Gozo por supuesto de su influencia en algo que se llama feeling (género musical situado dentro de la canción cubana, que tiene una notable influencia de la música norteameri­cana), algo que se popularizó en los años cuarenta y que lo dieron a conocer Omara Portuondo y Sergio Castillo De la Luz, por ejemplo, pero cuando empecé con el bajo descubrí el jazz y todo cambió para mí para bien. En la adolescenc­ia descubrí el jazz y funk y eso dio forma a su identidad, además de que disfruto mucho la música brasileña como samba y bossa nova”, menciona.

Con tres lustros viviendo en Canadá, Alex tiene ya todo un marco de conocimien­to acerca de la grabación de la música latina en aquel país: “Llegué ya con mucha influencia de la música estadounid­ense; realmente no hay mucha diferencia con Estados Unidos en cuanto a música; el entorno es muy libre, es un país muy grande. Yo grabo en un estudio donde no se graba música latina, con gente que nunca había grabado este tipo de música, pero existe un buen ambiente para registrarl­a: buena tecnología y buenos ingenieros”. “Por otro lado”, señala Alex; “considero que aunque en Latinoamér­ica faltan todavía instalacio­nes para grabar cierto tipo de música o la tecnología aún no sea muy propicia, en nuestros países sobra talento. Algunas cosas tal vez no estén muy bien grabadas, pero la música es muy real y honesta. Hay mucho “vibe”. Mientras Alex lleva su Cuba incorporan­do influencia­s sutiles de jazz y acordes sofisticad­os, así como letras que expresan su poesía de una manera indiscutib­lemente original, su trabajo define un lugar musical único en la diáspora latina. Auténtico en cualquier lugar.

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