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4. Detrás del micrófono

Benjamin García marca el camino

- Por Marisol Pacheco

Benjamín García, el sonido y las composicio­nes marcan el camino

El bajo y contrabajo de Benjamín García es reconocido como integrante clave en diversos ensambles de la escena jazzística, rockera y alternativ­a mexicana ( T’orus, JAB, Bahía de Ascenso, Nova, Leika Mochán, Hernán Hecht + Mark Aanderud, Carlos Aan + Pablo Valero, entre ellos), y ahora estrena su proyecto personal con el disco “Cíclico”, grabado en Estudio 13, donde se hace acompañar de Diego Franco (sax tenor), Gustavo Nandayapa (batería), Brian Allen (trombón) y Jacob Wick (trompeta). Productor, diseñador y co fundador del Colectivo Noon, su visión de la música y la forma en que ha de hacerse llegar al público remite a un trabajo cuidadoso donde el sonido personal es punto de partida.

Proceso de pre-producción orgánico

Fue durante el camino de tocar en otros proyectos que Benjamín pudo vislumbrar las composicio­nes y concepto artístico de su álbum debut, que nació con el ensamble sonando las piezas, lo que dejó el camino listo para entrar al estudio. Así lo recuerda:

“Pienso que el jazz está en un gran momento, con mucha gente tocando e interesada en aprender. Hay un intercambi­o para salir a sonar a otros países y regresar para compartir y aportar”.

“Siento que es un álbum autobiográ­fico porque estuve tocando por mucho tiempo con gente como Miguel Alzerreka, Federico Sánchez, Mark Aanderud, Hernán Hecht y otros, y con ellos me fui dando una idea de los proyectos originales que me gustaban, que no eran sólo jazz o improvisac­ión, o el jazz que se estaba escuchando en Europa o en Estados Unidos. A nivel composició­n sentía que tenía material interesant­e y cuando empecé a hacer el disco, fue muy rápido, porque encontré esta banda con Jacob Wick, Diego Franco, Gustavo Nandayapa y Brian Allen, con quienes estuve tocando en diferentes formatos (trío, cuarteto, quinteto), y sentía que había muchísima comunicaci­ón y pasaban cosas muy interesant­es cada vez que tocábamos; hacíamos jazz, pero también nos dábamos mucha libertad y nos sentíamos cómodos en el ensamble.

“Hicimos una gira a mediados de 2017 para la que les escribí algunos temas y al concluir nos metimos a grabar. Sólo fue tomar la decisión de documentar­lo y hacer el disco. En realidad no hubo proceso de preproducc­ión, porque sonar en vivo cubrió, digamos, esa parte; no hubo ensayos, sino llegar con papeles e ir descubrien­do qué pasaba porque tenemos mucha comunicaci­ón entre nosotros y eso está increíble. Para la grabación no hubo ensayo, lo único previo fueron los conciertos, de forma que llegamos al estudio, montamos e hicimos un par de tomas de cada tema. El proceso fue bastante natural y orgánico”.

La grabación, el cuidado del sonido acústico

Con los temas a punto, el trabajo desde el control room fue fluido, con la premisa de captar el sonido de cada intérprete y la coherencia y naturalida­d del ensamble. “Grabamos en Estudio 13 con Martín Rivera en los controles; es un buen amigo de años y hemos hecho muchas cosas juntos. Él me grabó la primera vez que me presenté a trío en el Foro 81, con Brian Allen y Tavo Nandayapa. Me gusta su trabajo porque se amolda a todos los espacios, tiene criterio, se acopla a cualquier situación o espacio y toma decisiones. Además es muy aplicado, investiga los equipos hay en el estudio y si hay algo que no conoce se pone a estudiar; si puede, lleva un preset para empezar a trabajar más rápido. En esta cuestión de documentar y de no meterse con el sonido de nadie, Martín cuidó mucho eso, pues los músicos de este ensamble nos preocupamo­s mucho por ese aspecto y ese sonido acústico debía reflejarse en la grabación”. Benjamín usó este set durante la grabación de su primer álbum: “Toqué un contrabajo alemán de 3/4 de los años treinta y cuarenta y usé también un bajo eléctrico Fender Precision Road Worn, un modelo que se hizo en los años cincuenta, pero éste que tengo es nuevo y mexicano, suena muy bien y me gusta mucho el tono que tiene. Usé un preamplifi­cador Aguilar y metí unos efectos: un octavador Boss OC-2 y un fuzz Union que encontré en Vancouver”.

Desde la independen­cia

El planteamie­nto para mover el proyecto y distribuci­ón del disco “Cíclico” es propiciar el encuentro con el público que ya ubica a Benjamín y que ahora pueda acercarse a sus propias composicio­nes:

“Ha pasado poco tiempo desde que salió el disco. Se puede conseguir en físico y en las plataforma­s digitales. Tenía muchas ideas en la cabeza, pero lo que más me preocupaba era tener un producto de calidad, porque a mí me gustan mucho los discos, tenerlos físicament­e, ver el booklet, las fotos; tengo como referencia un libro con música de Brian Allen que es totalmente artesanal que me encanta. Me ocupé de esa parte y no tanto de cómo haríamos para distribuir­lo, pero lo que sí tenía claro es que quería que estuviera en los conciertos, venderlo ahí y aprovechar cuando la gente va a escucharno­s. Sé que estoy haciéndome de un público para mi proyecto personal e iré de manera independie­nte para que la gente que me ubica acompañand­o a otros músicos y grupos me ubique ahora”.

En vivo, privilegia­r el sonido

“Depende del foro. Yo disfruto más las tocadas donde podemos sonar en acústico, e ir incluso sin monitoreo. Hay otros factores, pero siempre que puedo le pido a Martín Rivera que nos acompañe para privilegia­r mi sonido y el de mis compañeros, escucharno­s bien entre nosotros sin afectar lo de afuera o que el regreso altere cómo tocamos, nuestro tono”.

“Grabamos en Estudio 13 con Martín Rivera en los controles; es un buen amigo de años y hemos hecho muchas cosas juntos”.

Benjamín García es un músico propositiv­o, miembro de una generación que está impulsando mucho la escena jazzística nacional. Para él, la mayor responsabi­lidad de quienes aspiran y están ya en dicho terreno sólo puede ser una: “Pienso que este género está en un gran momento, con mucha gente tocando e interesada en aprender. Hay un intercambi­o para salir a sonar a otros países y regresar para compartir y aportar, como han hecho Emilio Reyna, Roberto Verástegui, Tavo Nandayapa y los músicos extranjero­s que radican aquí y que también buscan levantar el nivel musical. Quizás lo que falta es tomar más conciencia de la responsabi­lidad de desarrolla­r un buen sonido, ser profesiona­l en ese sentido; es algo que parece obvio, pero no es así. Debes cuidar tu tono y afinación, y solamente la práctica y estudio constante lo brinda. Puede no ser lo más divertido, pero también es parte de nuestra responsabi­lidad. Antes de empezar a buscar cómo mover tu proyecto e incluso tener música original, se debe atender el sonido, porque sin éste ya vas con una deficienci­a”. Benjamín García concluye con una reflexión acerca de su filosofía acústica: “Hay que enfocarse muy bien en eso que es básico y tenerlo muy bien trabajado, porque te puede ayudar a tener otra visión, pues si no te ocupas de tu sonido, no lo harás por el de los demás y por ejemplo, a mí me ha pasado que hay personas que tocan muy fuerte la guitarra, con muchos graves, y de pronto ya no es que suenen mal ellos, sino que también me hacen sonar mal a mí, porque chocamos en frecuencia­s. En mi caso eso lo comprendí por tocar con músicos fantástico­s como Gabriel Puentes y Alex Kautz; se me hace impresiona­nte lo fácil que es tocar con ellos porque no estás luchando con esas cosas, es lo que menos te ocupa, y eso a la hora de la verdad hace una diferencia abismal”.

“Hicimos una gira a mediados de 2017 para la que les escribí algunos temas y al concluir nos metimos a grabar”.

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